Entre los pilares de la espiritualidad agustiniana destacan la devoción a la Virgen María, la dedicación a los estudios, particularmente en filosofía y teología, y la misión educativa

Claudio Del Frate / Corriere della Sera / El Mundo
La Orden de San Agustín, a la que pertenece el nuevo Papa León XIV, fue fundada oficialmente en el siglo XIII y ha desempeñado un papel relevante tanto en la misión evangelizadora como en la vida intelectual de la Iglesia. Su historia, marcada por la expansión global y por momentos de crisis, ha producido figuras de gran peso como Martín Lutero y Gregor Mendel.
El Papa recién elegido, Francis Robert Prevost, quien ha asumido el nombre de León XIV, proviene de esta orden religiosa. Él mismo lo recordó durante su primer discurso desde el balcón de la Basílica de San Pedro, al saludar a los fieles. No es casual que haya escogido el nombre de un pontífice que, en su momento, fue clave para la supervivencia de los agustinos: León XIII.
La fundación formal de la orden data del 16 de diciembre de 1243, cuando el Papa Inocencio IV convocó a diversas comunidades eremíticas del Lacio a unirse en una sola congregación.
Durante el Renacimiento, en plena efervescencia del Humanismo, la orden vivió su mayor auge, con la apertura de misiones en América, Asia y África. En 1551, los agustinos establecieron su primera comunidad en Lima, Perú, país donde el Papa Prevost desempeñó gran parte de su labor pastoral.
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La orden sufrió una fuerte decadencia a lo largo del siglo XVIII, especialmente cuando el emperador José II del Imperio Austrohúngaro ordenó la supresión de numerosos monasterios y confiscó sus bienes. La recuperación llegó en la segunda mitad del siglo XIX, gracias al apoyo decidido del Papa León XIII.
Entre los pilares de la espiritualidad agustiniana destacan la devoción a la Virgen María, la dedicación a los estudios —particularmente en filosofía y teología— y la misión educativa. Esta vocación intelectual ha dejado una huella profunda en la historia de la ciencia y de la Iglesia. Martín Lutero, antes de romper con Roma, fue fraile agustino; y Gregor Mendel, considerado el padre de la genética moderna, también formó parte de la orden.
Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2025/05/09/681dbc1ee4d4d862518b45c5.html