Por Itandehui Rodríguez Martínez

@Itandehui_RoMa

En Puebla, tenemos el quinto listado nominal más grande del país, 4.8 millones de poblanos podremos votar el siguiente año. El dato que me interesa que analicemos hoy es ¿y los jóvenes, ‘apá?

Por la hora en la que redacto este texto, no me dio tiempo de calcular la proyección de crecimiento del universo de jóvenes, pero supongamos que tenemos los mismos datos de 2021. En ese año votaron el 64.7% de los jóvenes de 18 años, aunque esta tendencia no se mantuvo entre los de 19 a 34.

Léase, hubo una euforia entre las y los primeros votantes.

Aún así, la población de entre 18 y 34 años que participó fue del 53%.

Si los jóvenes componen el 33% de la población con derecho a votar y ser votados, podemos estimar, así, a ‘ojo de buen cubero’, que en Puebla hay cerca de 1.58 millones de jóvenes en la Lista Nominal.

Ahora que sabemos de qué universo estamos analizando y considerando que saliera el 64.7% de ellos a votar, como en 2021, 1 millón de jóvenes podría tachar una boleta el próximo año, aunque un día con más calmita, haré mis números y les garantizo que serán más, pero mientras tanto…

¡UN MILLÓN DE JÓVENES!

¿Los aspirantes en Puebla a la candidatura que gusten y manden, del lugar que gusten y manden, saben lo que este segmento quiere?

¿Saben comunicarles?

¿Entienden realmente el valor y la importancia de establecer un diálogo con ellos?

Yo creo que no.

Lo que es un hecho es que, de allá, del norte de este país, salió ya una pareja de jóvenes.

Esta pareja ya entendió de qué se trata este juego.

Un matrimonio vestido de naranja y con tenis fosfo-fosfo, montados en un Tesla y acompañados de una batucada para hacer campaña.

Se llaman Samuel García y Mariana Rodríguez.

https://twitter.com/MLopezSanMartin/status/1726742430114783468?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1726742430114783468%7Ctwgr%5Ebedbeb4164eb9f9ed7de8675c2648926cd644add%7Ctwcon%5Es1_c10&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.apartadomex.com%2Fopinion%2Fmonologos-de-menade%2Fy-los-jovenes-apa%2F25102%2F

Disruptivos, irreverentes, que saben para qué sirven las redes sociales, que les dedican suficiente tiempo porque entienden que el contenido que se viraliza hace que su alcance aumente y les reduce el tiempo en tierra.

Además, se venden como una pareja que predica con el ejemplo.

Que para demostrar que abrazan las nuevas tecnologías y que son amigos del medio ambiente, viajan en un Tesla. De esa fábrica no hay una sola piedra puesta, no hay nada material aún, ni beneficios palpables, pero, a pesar de los retrasos, ya lo “cacaraquean” como un éxito.

Son dos jóvenes que se hacen acompañar de una batucada y de ‘zanqueros’ porque los jóvenes son escandalosos por naturaleza y ellos lo son.

No están comunicando mucho más allá de lo que ellos representan, porque entendieron la importancia de vender sus marcas personales y su marca como pareja. ¡Ah! Y por si fuera poco, cargan con una bebé.

¿Qué están proponiendo? Todavía nada y seguramente las agendas que aborden serán irrealizables, como mucho de lo que prometió Samuel en Nuevo León.

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¿Tienen negativos? Todos los del mundo, Nuevo León está “patas arriba”, recordemos que hasta la designación del gobernador interino fue todo un caos, pero nadie se acuerda de eso.

¿Por qué? Porque Mariana y Samuel ya salieron con los tenis, con el Tesla y con la batucada. ¡Ah! Y con la bebé.

¿Por qué? Porque Mariana y Samuel ya salieron con los tenis, con el Tesla y con la batucada. ¡Ah! Y con la bebé.

¿Será que se están vendiendo como María y José con Jesús en brazos, viajando en el lomo del burro?

Lo que van a obsequiarnos, además de ataques a Xóchitl Gálvez, serán sus marcas personales, su marca como pareja y la imagen de su hija.

Vicente Fox se vendió como marca. Nadie se acuerda de las promesas, pero sí de “Presichente” y del “¡Hoy! ¡Hoy! ¡Hoy!”.

Enrique Peña Nieto también fue una marca. Nadie se acuerda de las promesas, pero sí de que se vendió como el candidato de la unión con su “es momento de México”. Y bueno… además como “Peña bebé”, “Peña bombón”, “Lord Peña” o “Tlatoani”.

Barack Obama fue una marca. ¿Qué propuso? ¡Quién sabe! Pero se vendió como la representación del cambio, la esperanza y la rebeldía ante los poderes fácticos… Porque ‘afroislamicodescendiente’.

Justin Trudeau es una marca. ¿Cómo se vendió? Como “la esperanza joven”. Y no se limitó a un slogan, se convirtió en eso al conformar, entre otras cosas, un gabinete como nunca se había visto en Canadá y muchas cosas más… luego se ‘chingó’ la rodilla, pero esa es otra historia.

¿Qué tienen en común todos? ¡Supieron crear una marca personal! El dicho “branding” que le llaman.  

El punto es… ¿y qué quieren los jóvenes, ‘apá? Es probablemente una pregunta sin respuesta.

Pero… ¿Ya entendimos más o menos por dónde va el asunto para conectar con ese millón de electores que va a salir a votar en el estado de Puebla? ¡Y con las y los demás electores!

A mí me parece sencillo, pero es muy difícil que las personas políticas, seguras de que basta con hablarle al círculo rojo, se detengan a pensar en esto.  

Mientras tanto, observemos cómo Mariana y Samuel, sin mensaje de fondo y con propuestas que seguramente parecerán salidas de una chistera, desfondan a la oposición.

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