La llegada de Pepe Chedraui a Morena no es un asunto personal, sólo es cuestión de negocios, de números, suma de votos y resta a Rivera Pérez

Por Jesús Manuel Hernández

Para nadie resultará desconocido el nombre de Pepe Chedraui Budib, su fama pública le rodea desde las raíces familiares, su padre fue uno de los libaneses más influyentes, cercano al Grupo Atlacomulco.

Desde hace varios años, y debido a su cercanía con el núcleo que rodeaba a Enrique Peña Nieto, Pepe Chedraui se convirtió en un personaje más político, desde 2013 buscó la candidatura del PRI a la Presidencia Municipal de la capital y entró en franca competencia con Enrique Agüera.

Sabido es su directorio de relaciones, de Carlos Slim para abajo, pasando por el sector militar y eclesiástico.

Y desde entonces, una lista de aspirantes a gobernar la ciudad no está completa sin su nombre.

La fuerza de Morena tiene un magnetismo, atrae a los polos opuestos, hace milagros y convierte a los tricolores y blanquiazules aunque esta fuerza pudiera poner en peligro la estabilidad interna del movimiento que busca consolidar la 4T.

La llegada de Pepe Chedraui a Morena pudiera tener dos razones, la primera es que el PRI no pudo imponer candidato en la capital y deberá plegarse a los intereses del PAN bajo una premisa, para Eduardo Rivera es fundamental mantener el control político de la zona conurbada para cumplir con el verdadero objetivo de su participación en 2024, que no es precisamente ganar la gubernatura, más bien abrir los espacios para ganar diputaciones federales, pues el objetivo es ese, no dejar que Morena tenga mayoría legislativa.

La segunda razón del cambio de camiseta de Pepe Chedraui es que el grupo de empresarios que le ha venido apoyando en su intento de llegar a gobernar la ciudad, mantiene excelentes relaciones con Morena y eso abre los espacios para dar cumplimiento a un objetivo ajeno a la ideología, a la política, pero cercano al funcionamiento de los grupos, del establishment aldeano.

La ciudad es un gran negocio y los grupos necesitan a un facilitador de los negocios más que a un perseguidor.

Así las cosas la llegada de Pepe a Morena está envuelta en papel de celofán y con moño, y con una amplia dedicatoria a quienes respaldarían al Frente Amplio por Puebla, entiéndase bien, no es un asunto personal, es cuestión de negocios, aunque eso deje fuera a los “fundadores” que recibirán otro premio.

En fin, nada nuevo bajo el sol, en el siglo XV en Florencia existió un predicador Girolamo Savonarola que convenció a los nobles ricos de abandonar los lujos y combatir la corrupción. Sus sermones un tanto apocalípticos tuvieron aceptación y se dieron casos de quema de ropajes y adornos, a esa escena se le llamó “la hoguera de las vanidades”.

Y por lo visto, se repiten las historias.

O por lo menos, así me lo parece.

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