La que respira, aspira, pero a veces hay aspiraciones que más bien parecen empacho, atasque… indigestión.

Por Itandehui Rodríguez Martínez

@Itandehu_RoMa

Ayer Doña Chayito, viuda de Barbosa, nos dejó claro que la que respira, aspira. Y el que respira también…
Y es legítimo aspirar. Se vale desear ser, llegar y estar, más cuando tuvo un esposo con una personalidad tan, pero tan dominante, que, a decir de políticos que pudieron degustar de los deliciosos platillos de la señora, no la dejaban salir de la cocina.


¡Claro que se vale! ¡Por el amor de Dios! Ella merece realizarse profesional y personalmente.
Pero de ahí a levantar la mano para la gubernatura…


Me parece que es un exceso de esos que tanto repudió su difunto esposo, del también difunto, Rafael Moreno Valle. Bueno, tanto repudió lo hecho por la extinta pareja que hasta se aventó la tristemente célebre frase: “los castigó Dios”.


En ausencia de su esposo ella puede cumplir cualquier sueño que tenga, lo celebro, pero resulta que su esposo nos dejó con uno hoyo financiero, tamaño socavón poblano. Sí, como Rafael Moreno Valle.
Bien dicen que lo que te choca, te checa y Barbosa acabó emulando a Rafael Moreno Valle mucho más de lo que jamás hubiera querido reconocer.


Ahora viene la pregunta del millón, ¿quién alimenta sus aspiraciones?


Claramente hay dos mujeres que siguen ahí, alineadas y al pie del cañón, una es Vero Vélez y la otra es Olga Romero Garci-Crespo. El problema es que a Doña Chayito y a sus aliadas, se les olvida una cosa, ¿y la estructura? Porque para ir a una contienda hay que tener un ejército.


Julio Huerta tiene proyecto propio y a delegados del Gobierno afines a él; Erik Cotoñeto tiene nuevo líder y se llevó con él a los resentidos contra Barbosa y contra Sergio Salomón. Si piensa que solo con levantar la mano, la gente se va a reincorporar, lamento decirle que estructura que no se aceita, se vende.
Contender por una gubernatura, no se trata nada más de poner el cuerpo, porque sí a esas nos vamos, pues agárrense que ahí les voy.

Además hay otro pequeño detalle, en el clóset de Miguel Barbosa hay demasiados cadáveres, de los peligrosos, de los que caminan, hablan y respiran.


Claramente el objetivo desde hace semanas ha sido y seguirá siendo desestabilizar al gobierno de Sergio Salomón Céspedes, en lo político y en lo social. El gobernador lo sabe, ya lo señaló.


Sí, se vale, la que respira, aspira, pero no hay que dejarse usar. Créanme, nadie salvo los exbeneficiarios en la nómina y de los hoyos financieros, extraña al barbosismo.

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