#PorSoleares El tricolor poblano está pasando por un escenario intranquilo, ausente y lleno de frivolidades

Por Jesús Manuel Hernández

Un grupo de poblanos de varios partidos acudieron a un evento más político que social, el cumpleaños de Néstor Camarillo, donde convivieron el agua y el aceite en medio del abrazo, la palmada, nada menos que una especie de “club de las alabanzas mutuas”, las consecuencias se han decantado muy rápido, Alejandro “Alito” Moreno vino a mover a los grupos, a tentarle el agua a los camotes.

La verdadera razón de la visita del Presidente del PRI ha tenido que ver con la instalación del Consejo Político de ese partido donde Moreno reconoció que su partido tiene cuadros, tiene nombres para competir en la alianza con PAN y PRD por la gubernatura con una carta emanada del tricolor.

Por supuesto los reflectores voltearon a Blanca Alcalá y a Jorge Estefan Chidiac, quizá no haya ninguna otra carta más.

El dirigente nacional volvió a incursionar en la escena pública poblana y movió sentimientos encontrados, el PRI se ha convertido en una franquicia donde el apoderado y representante de los intereses nacionales viene cargando a cuestas una afrenta con el grupo encumbrado en Morena desde hace algunos años.

Ni Nacho Mier ni Manuel Bartlett podrían sentarse a la mesa con Jorge Estefan Chidiac, por lo menos públicamente, hay afrentas, hay asuntos pendientes. Un cercano colaborador del exgobernador decía sin empacho “Estefan es un mal agradecido con Manuel”.

Según parece la relación se rompió por lo más delgado, Bartlett no aceptó las condiciones del tricolor y Estefan se convirtió en un férreo defensor de las premisas de Peña Nieto y antecesores, por tanto, el rompimiento fue ideológico totalmente.

Aún así, a Bartlett se le recuerda por haber dado la oportunidad a Estefan de incursionar en la política poblana y haberle aguantado de la acusación aquella en un banco y su ausencia del gabinete inicial de Bartlett por estar un tanto cuanto perseguido por esos asuntos.

Pero Bartlett aguantó la presión y cuando Estefan arregló sus asuntos tomó posesión en la Contraloria, eran otros tiempos, otras lealtades.

Ahora las lealtades de los priistas poblanos, de la mano de Estefan, se acercan más a Alito Moreno y sus peculiares formas de ejercer el poder residual del tricolor.

Los analistas serios no ven cómo Eduardo Rivera pueda presentarse al 2024 sin el respaldo del PRI y la figura de Estefan es clave en la suma de posiciones.

Por eso el discurso de Alito Moreno se observa como derivado de complicidades oscuras, qué busca en realidad el PRI en Puebla, no le alcanza para competir por la gubernatura, pero su colaboración sí ayuda mucho; qué personajes pudieran representarlo, y vuelven a aparecer los de siempre: Estefan y Blanca, Blanca y Estefan, se han convertido en una unidad inseparable desde hace algunos años, van de la mano en proyectos políticos.

Luego entonces a quién más observaría Alito Moreno para competir por el 2024 en el orden estatal. Nadie apostaría por Néstor Camarillo, tampoco por alguno de los Rivera de Chignahuapan, el resto de los importantes se ha separado de las filas tricolores y se encuentra sumado o a Ignacio Mier o a Alejandro Armenta.

El tricolor poblano está pasando por un escenario intranquilo, ausente y lleno de frivolidades, y ese quizá sea su pecado, pero también parte de su fortaleza, pues la experiencia de “platica poblano, mientras yo te gano” mantiene viva la esperanza de una alianza, una recuperación, de una negociación, donde la firma sea con unos y la operación política para los otros, sólo así se explican muchas cosas…

O por lo menos, así me lo parece.losperiodistas.com.mx@gmail.com

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