Por Luis Alberto Martínez

@LuisMartiMX

Si la polémica de los libros de texto gratuitos, la inflación, y el efecto X de la señora Gálvez han sido tópicos que permean en la sociedad mexicana, es porque han encontrado un caldo de cultivo inigualable en la clase media mexicana, cuyas condiciones la colocan en un permanente desencuentro con la llamada Cuarta Transformación, situación que la oposición está aprovechando plenamente.

Veamos. Si bien hay diferentes indicadores para definir la clase media, la OCDE señala que son alrededor de 14mil pesos de ingreso mensual los que definen a quienes pertenecen a este sector económico. De acuerdo al INEGI 4 de cada 10 personas mexicanas pertenecerían a este sector, aunque una vez más los indicadores se contraponen con otros.

Más allá de los indicadores, en el imaginario colectivo, ser de clase media significa no ser pobre ni rico, y por lo tanto no estar en los dos grupos de los que más se habla en la política mexicana: las personas pobres y la clase alta, los fifís. Se trata de un sector diverso de la sociedad, con personas empleadas en diversos sectores públicos y privados, personas con pequeños comercios o personal docente, también profesionistas y artistas entre otras tantas actividades.

Esta diversidad nos obliga a no generalizar, sin embargo, este sector, en su mayoría —aun cuando tiene acceso a medios de comunicación y dispositivos conectados a internet—, está muy desinformado, pues vive entre memes y noticias sensacionalistas. No podemos fustigarles de ignorantes, cuando la clase media ha sido víctima por décadas de una narrativa capitalista que hizo de la cultura del esfuerzo la mejor herramienta para la auto explotación, que les hizo creer que el pobre es más ignorante que ellos, que es pobre porque quiere y que se siempre se puede aspirar a algo mejor a partir de las buenas ideas y mucho trabajo.

Para mantener su estatus y alejarse de la clase humilde, es decir, de la pobreza nominativa que tanto les da miedo, las personas de clase media doblan turnos, toman hasta dos trabajos, venden cosas y piden créditos a veces impagables. Todo esto les deja poco tiempo libre que generalmente ocupan en actividades recreativas, sociales o lúdicas. Son presas de un bombardeo mediático orientado al entretenimiento, la diversión y la estimulación inmediata, que con la cotidianidad digital actual pasó de la televisión a los dispositivos móviles.

Por acceder a redes sociales, televisores y teléfonos inteligentes la clase media se asume informada, sin embargo, si es bombardeada por toda la máquina de desinformación, porque justamente a esta clase está dirigida. Ignoran muchos procesos institucionales, no se involucran en su comunidad, confunden continuamente las funciones de los distintos órdenes de gobierno y se alejan mental y físicamente de todo involucramiento político participativo.

Viven con miedo de perder todo por lo que han trabajado, de que el dinero les alcance menos y de no poder acceder a esos pequeños gustos y lujos que se pueden dar de vez en cuando, aunque ello implique saturar la tarjeta de crédito. Incluso por encima de la clase alta, han encontrado una importante satisfacción en la posesión de bienes de consumo.

Tampoco han encontrado acomodo en el discurso oficial ni han sabido encontrarse beneficiadas de las políticas públicas del actual gobierno federal, y no porque no les beneficien sino porque las desconocen, porque nadie o casi nadie se las explica, al menos no con la misma intensidad y por los mismos canales dónde si se les enseña a tener miedo, a sospechar y rechazar todo lo que puede significar un riesgo.

En la lógica de la polarización, la clase media es también víctima de los jaloneos, particularmente por aquellos sectores radicales de la 4T que solo les insulta, descalifica y tilda una y otra vez de personas ignorantes, enajenadas, y traidoras, que lejos de explicar el fenómeno amplifican el rechazo.

La oposición de la 4T conoce perfectamente a la clase media, alimenta sus miedos, le siembra confusión, y le genera incertidumbre. Hoy les pide que rechacen y quemen libros comunistas, ayer les dijo que el INE no se toca, mucho antes les dijo que Obrador era un peligro para México, y mañana les dirá que la salvación está en Xóchitl.

¿Qué le tiene que decir la 4T a la clase media? ¿Basta con descalificarla? ¿Basta con tildarla de ignorante?

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