Cada mañana fluía un ambiente de resentimiento y rencor, hoy el gobernador busca la reconciliación, restaurar el tejido social y político en Puebla

Por Jesús Manuel Hernández

El escenario de la política poblana se ha venido modificando, quizá lentamente, las nuevas señales obligan a una reflexión sobre el conjunto de acciones emprendidas desde la madrugada del 15 de diciembre del año pasado.

Para entender la trascendencia de los hechos actuales solo baste citar que los años anteriores, durante la gestión de Miguel Barbosa, se respiró un ambiente de rencor, de resentimiento, que fluía cada mañana y se descargaba sobre quienes eran considerados enemigos del gobierno, lo mismo periodistas que empresarios o líderes de movimientos y partidos políticos, quizá solo se salvó la Iglesia Católica de esos dichos matutinos.

Entre la sociedad poblana había esa percepción, el resentimiento era el sello de un gobierno que no acabó de permear con la sociedad en pleno, sobre todo la sociedad de la capital, de la zona conurbada, quizá en otras partes no se percibió de igual forma.

El caso es que Don Sergio, como le dicen ahora, ha venido hilando, tejiendo las nuevas relaciones a partir de acercamientos con los grupos de poder, los propios y los ajenos, una consecuencia hasta cierto punto lógica de cómo fue que se hizo gobernador sustituto, sumando a todos los diputados, de todos los partidos políticos, para impedir una especie de “imposicion” desde el centro, un asunto que preocupó a todos.

Líderes empresariales, sociales, rectores de universidades privadas, patronos, académicos, y partidos políticos han sostenido reuniones con el gobernador Céspedes Peregrina, la última el pasado sábado con el rival de Morena en Puebla, el Partido Acción Nacional, Eduardo Rivera incluido en el grupo.

Estas acciones han dejado un sabor de boca amargo a los autollamados morenistas puros, quienes sienten y padecen el desplazamiento en el ejercicio del poder.

Neciamente siguen pensando que era mejor el estilo de gobernar del finado Barbosa. Cuestión de enfoques diría el clásico.

Escribió Maurice Joly en El Arte de Medrar que “la política no es más que una gran destreza, es simplemente la cara especulativa del poder y de la ambición… Las grandes masas, los grandes esfuerzos, los grandes resultados, ésta es siempre la finalidad esencial de la política. Suprimir el tiempo, las distancias, las dificultades, todo lo que se interpone…”.

Y pareciera que Céspedes ha tomado algunas lecciones sobre cómo recomponer las relaciones con la sociedad; según el mismo Joly sobre la teoría de los sentimientos morales, para hacer carrera política lo más importante es agradar.

”Jamás en ninguna época los poderosos, los ricos, las mujeres, los ministros y los príncipes conocerán otra razón para conceder favores”, escribió en su ensayo satírico aparecido en Francia en 1867, “… agradar es obtener favores. Muchas esperanzas no colmadas, ambiciones abortadas, pasiones no correspondidas se explican por estas simples palabras, por este epitafio: desagradó. ¿Y cómo agradar? Por las pequeñas cosas”, según Joly.

Así que don Sergio está mandando claras señales de restauración de relaciones, reconciliación, reconstrucción del tejido social y político, dicho de otra forma, el gobernador sustituto tendrá 55 años cuando deje el cargo y quiere trascender.

O por lo menos, así me lo parece.

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