El grupo de expertos estudiará eventos potencialmente relacionados con OVNIs de una manera independiente a la propia NASA

Scott Kelly, exastronauta y uno de los miembros del grupo de estudio FOTO: NASA/AUBREY GEMIGNANI CREATIVE COMMONS

IGNACIO CRESPO / LA RAZÓN

Podemos aceptar que la ciencia no esté segura de todo, pero el problema llega cuando se comporta como si lo estuviera para, inmediatamente, cambiar de dirección y afirmar lo contrario. Eso es lo que muchos pensarán al leer que la NASA ha decidido crear un grupo de estudio independiente para estudiar posibles eventos OVNIs. ¿En qué quedamos entonces? ¿Son los OVNIs una posibilidad o son especulaciones sin valor científico? En realidad, hay detalles importantes que nos ayudan a entender cómo casan entre sí estos dos planteamientos.

El primero de todos es que, en realidad, la NASA no es simplemente una institución científica. Es una agencia independiente del gobierno de los Estados Unidos de América, pero ciertamente, cuenta con un nada desdeñable componente político. Cuando hablamos de lo que la ciencia dice o deja de decir, estamos simplificando una frase más compleja, algo así como: el conocimiento científico más actualizado y con el máximo grado de evidencia coincide (en su amplia mayoría) en una afirmación. No parece descabellado, por lo tanto, que nuestro conocimiento sobre ciencia y filosofía de la ciencia nos lleve a no prestar mayor atención a la posibilidad de que nos estén visitando platillos volantes y que, sin embargo, la NASA, por motivos políticos y demás contingencias, crea conveniente explorar esa posibilidad. No obstante, hay mucho más que analizar.

No hay contradicción

Por otro lado, no podemos olvidar que OVNI” no es sinónimo de “platillo volante”, es simplemente un objeto volador no identificado, como podría ser un avión caza de un modelo que no hayamos visto antes. Y, cuando decimos “volador”, en realidad nos referimos a que se encuentra en el aire, porque entre ellos se incluyen eventos meteorológicos. Así que, como vemos, hay un gran trecho entre los platillos volantes y la mayoría de OVNIs.

Esto es lo que realmente quiere decir la NASA, y no lo que nosotros solemos interpretar. Sin embargo, en su equipo hay expertos en astrobiología, el estudio de cómo podría ser la vida en otros planetas. No podemos ignorar eso y en ello se escudan muchas voces que insisten en identificar este grupo de estudio como una iniciativa ufológica.

El equipo

Para entenderlo, conviene repasar el equipo de 16 expertos que la NASA ha elegido. Sus nombres son: David Spergel, Anamaria Berea, Federica Bianco, Paula Bontempi, Reggie Brothers, Jen Buss, Nadia Drake, Mike Gold, David Grinspoon, Scott Kelly, Matt Mountain, Warren Randolph, Walter Scott, Joshua Semeter, Karlin Toner y Shelley Wright. Posiblemente, Scott Kelly sea el más conocido de todos, uno de los astronautas que más tiempo han estado en el espacio. Por lo demás, hay biólogos, astrofísicos, ingenieros, diplomáticos y periodistas. Mentes brillantes en sus campos, pero ¿las adecuadas para una empresa así?

Incluso si pensamos en platillos volantes, un astrobiólogo, como es el caso de David Grinspoon no parece que vaya a aclararnos mucho sobre los posibles indicios de OVNIs, a no ser, claro, que los alienígenas vuelen “a pelo”, como supermán. El mismo Scott Kelly resulta de dudosa ayuda teniendo en cuenta que no ha sido testigo de eventos OVNIs y que hay ingenieros aeroespaciales más conocedores de esta tecnología.

¿Cuál es el objetivo?

Matt Mountain, por otro lado, es el presidente de la Asociación de Universidades para la Investigación de la Astronomía que, entre otras cosas, diseña y opera telescopios y observatorios astronómicos. Su perfil encaja mucho más con lo que, según ha indicado la propia NASA, pretende este grupo de estudio. Lo mismo sucede con David Spergel, otro astrofísico con amplios conocimientos en tecnología de telescopios y en observación de infrarrojos.

Otro caso llamativo es el de Nadia Drake, periodista científica. Sin duda, hará falta contar con expertos en periodismo científico para comunicar los resultados del estudio, pero eso requiere de un equipo entero que no tiene por qué encontrarse dentro del propio grupo de estudio. Asumimos que un OVNI lo es porque no es fácil reconocer su naturaleza, no ha podido ser identificado por quien debería ser capaz de identificarlos. Eso significa que requeriremos de mentes expertas en los campos a los que asociamos los OVNIs, entre los cuales, no parece estar la comunicación. Un ejemplo sería el padre de la misma Nadia Drake, Frank Drake, que fue director de uno de los institutos del SETI (Búsqueda de Vida Inteligente), concretamente, el Centro Carl Sagan.

Las personas elegidas tienen algo en común, no obstante, la mayoría de ellas son conocidas por haber expresado interés en el estudio de vida en otros planetas. Algo que nos hace pensar en hombrecillos verdes tanto como la palabra “OVNI”. Y, desde luego, eso atrae la atención del público, sobre todo cuando prometen publicar su primer informe a mediados de 2023. Por otro lado, no podemos olvidar la presencia de expertos en política, porque si nos ceñimos a lo que ahora mismo sabemos, parece muy plausible que los OVNIs que vayan a estudiar terminen siendo, o simples errores de identificación, o tecnología militar de otros países. No olvidemos que, el mismo grupo de investigación, ha insistido en que “no hay evidencia que apoye la idea de que estos fenómenos son de origen extraterrestre”.

QUE NO TE LA CUELEN:

  • En 1947 Kenneth Arnold dijo haber visto el primer platillo volante. Desde entonces ha habido muchos otros avistamientos. Podríamos pensar que los supuestos alienígenas nos empezaron a visitar por aquel entonces, pero hay un detalle que nos lleva a explicar lo sucedido de manera diferente. En realidad, Arnold nunca habló sobre platillos volantes, sino sobre objetos con forma de boomerang que rebotaban en el aire como piedras sobre un lago. Fue la prensa quien se confundió y habló de unos ficticios platillos volantes que nadie había visto. A partir de ahí otros empezaron a observar los platillos descritos, nadie vio boomerangs ni nada alternativo. De repente, parece que la gente empezó a ver lo que creía que tenía que ver, sin importar cómo de cierto era todo aquello.

REFERENCIAS (MLA):

Fuente: https://www.larazon.es/ciencia/20221024/x2vvdobmlzcjnpukvrdhjm6dwa.html

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