RAUL AIRAS l Arias

SILVIA ROMÁN / EL MUNDO

PAÍS PROTAGONISTA. México. POBLACIÓN. 128 millones. DEBATE. Asesinatos, grietas en el Estado de Derecho, impunidad, un presidente populista… ¿Están los mexicanos al filo de vivir en un Estado fallido?

Entre el silencio de las ruinas de las ciudades mayas de Uxmal y Cobá o desde lo alto de las extraordinarias pirámides aztecas del Sol y la Luna, uno entiende la magia y los cimientos sobre los que México se asienta, respira y siente. Ya lo apuntó alto y claro el escritor húngaro Laszlo Passuth, autor del clásico El dios de la lluvia llora sobre México: “En este lugar se produjo un enorme choque de civilizaciones extraterrestres”. Emperadores contra conquistadores, sangre, violencia, miedo. La cara cruel del México lindo fue sufrida por muchas generaciones… hasta hoy día.

La Riviera Maya tan amada por los españoles está militarizada debido a las guerras entre bandas que ha llevado a más de un turista a presenciar un asesinato a quemarropa entre las idílicas playas. Los periodistas mexicanos sufren una siniestra persecución, que se salda con un informante muerto por semana. Y el presidente de la República de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, ejerce un populismo que muchos aplaudieron al principio de su mandato porque no se plegaba totalmente al del eje revolucionario Nicaragua-Venezuela-Cuba, pero que ejerce un similar efecto dañino y consecuencias nefastas: palabras que gustan y atraen a las clases populares (“¿Para qué más si ya tenemos zapatos?”) cuando la realidad es otra (su primogénito se construyó una mansión de 2.500 metros cuadrados).

México se encuentra en el Índice del Estado de Derecho del World Justice Project (Proyecto de Justicia Mundial) en el puesto 113 de 139 países (España, en el 21). En los últimos cuatro años -López Obrador llegó al poder en 2018-, su régimen democrático se ha ido debilitando y cayendo en el ranking: los límites al poder gubernamental, el estado cívico, la rapidez de la Justicia…

En México no sólo se pierde la vida por ser periodista tiroteado dentro de tu coche o en la puerta de tu casa, sino que luego tu muerte queda impune (el 90% de los asesinatos). De ahí el miedo actual entre la población, pues el crimen organizado mata alegremente a reporteros, pero también a activistas medioambientales y a ciudadanos de a pie.

A su vez, es un temor de doble filo… Las fuerzas armadas están demasiado presentes en la vida de los mexicanos. No es algo actual. Cruzar el país en autobús conlleva que militares lo paren en aleatorios controles en caminos y carreteras y suban fuertemente armados paseando entre los asientos de los civiles. “Si tomas las mayores masacres de los últimos 30 años en México, las investigaciones terminan cuando aparecen en el blanco las fuerzas armadas”, señalaba estos días Michael Chamberlin, experto y férreo defensor mexicano de los derechos humanos. “Y los militares ahora están asumiendo muchas funciones más allá de la seguridad”, recordaba.

Fue el propio López Obrador el que pronunció la frase “no se debe combatir el fuego con más fuego”. Pues bien, el presidente no dudó en romper esta premisa y promesa electoral en mayo de 2020, ordenando la vuelta a las calles de los militares.

La mala gestión del coronavirus ha sido otra de las piedras en el zapato del presidente conocido también como AMLO. Las imágenes de mexicanos haciendo cola con bombonas de oxígeno entre sus manos, para rellenarlas, dieron la vuelta al mundo. De hecho, fue uno de los factores que causó que en las elecciones de mitad de mandato, celebradas el año pasado, el partido gubernamental perdiera millones de votos en la Cámara de los Diputados y se desplomara en las urnas de Ciudad de México, una capital de nueve millones de personas acostumbradas a la delincuencia y a las dificultades más variopintas, pero que se resisten a normalizarlas y a convertirlas en una rutina.

“Abrazos y no balazos”, coreaba López Obrador cuando hace cuatro años se presentaba como el Mesías que salvaría el país de la desigualdad, la corrupción, y, ante todo, los homicidios. ¿Cuántas muertes violentas se han producido en los tres años que AMLO lleva instalado en el Palacio Nacional? Más de 100.000. Es verdad que el actual presidente heredó un país repleto de heridas difíciles de cicatrizar, pero ahora lo está dejando abierto en canal.

El debate sobre si México puede considerarse un Estado fallido está de nuevo sobre la mesa, más aún cuando el poder del narco hace estragos desde Acapulco hasta Tulum.

Da igual que López Obrador intente distraer la atención mirando por debajo de la alfombra de la Historia e increpando al Rey Felipe VI para que pida “perdón” por la Conquista española. El problema de México no está en el pasado, sino en el presente, si bien es cierto que en América Latina hay una corriente que asegura que el “genocidio” español implantó un sistema que causó la brecha social que sufre la región.

México es color y pasión, pero también brutalidad y dolor. Pasa de cantar al alba Las Mañanitas a entonar al ocaso el Ay, Llorona. Muchos mexicanos piensan ahora en su país cuando escuchan la letra de esta última y melancólica canción: “Aunque la vida me cueste, no dejaré de quererte”.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2022/02/20/62114a1afc6c837e178b4574.html

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