Estructura o ciudadanos convencidos

Por José Ojeda Bustamante

Para que una democracia funcione de manera adecuada es imprescindible la participación electoral de los ciudadanos.

¿Por qué es así? Porque en democracias representativas como la mexicana, el voto es el mecanismo más importante a través del cual el pueblo, visto como soberano, cede una parte de su poder de manera temporal a diferentes órganos representativos encargados de velar por su bienestar: ayuntamientos, congresos locales, congresos federales o cámara de senadores.

Ahora bien, que las elecciones sean libres y democráticas y que cualquier ciudadano a partir de 18 años cumplidos pueda libremente emitir su voto (94.9 millones de votantes para este 2021) no es algo gratuito o indefinido, sino producto de procesos históricos no lineales y tersos; contradictorios y en constante pugna por los cuales ha pasado nuestro país. Recordemos que hace apenas 100 años, el ideal de un sufragio efectivo, no reelección fue motivo suficiente para desencadenar una revolución y un movimiento armado.

De ahí la importancia porque los ciudadanos conozcan el poder que tienen en sus manos a través del ejercicio del voto libre y secreto. Pese a esto, en México, los procesos electorales despiertan poco interés, por no decir que un desencanto y apatía declarada. Para ponerlo en cifras, se tiene proyectado que en las elecciones intermedias como la que viviremos en 2021, apenas participe del 29% al 32% de los ciudadanos con posibilidad de votar. Es decir, cerca de 30 millones de ciudadanos.

Y es que no es lo mismo la participación electoral en una elección presidencial o municipal, caracterizadas por un grado de identificación y cercanía que desemboca en tasas de participación altas, que la elección de diputados locales, diputados federales o senadores, cuya función en el imaginario colectivo, luce impersonal, ajena a intereses concretos y palpables para el ciudadano y sus preocupaciones del día a día. De manera histórica, si los ciudadanos participan poco, esto se ve acentuado en procesos electorales intermedios.

En parte, este fue uno de los principales motivos para la paulatina homologación en los comicios federales y locales en México, lo ha dado como resultado que este 2021 se lleve a cabo la jornada electoral más grande de la historia moderna.

Se renovarán de esta manera 21 368 cargos, 500 diputaciones federales y 20 868 cargos locales. Puebla en este escenario, vivirá también un proceso electoral especial que implicará la elección de 15 diputados federales, 41 diputados locales, 217 presidencias municipales y 1800 regidurías que podrán ser votadas por cerca de 4 millones 589 mil ciudadanos poblanos, o si partimos del escenario de 30% de participación anteriormente mencionado, estaríamos mencionando la participación de cerca de 1, 376, 700 ciudadanos con credencial para votar.

Por lo anteriormente mencionado y dado que estamos ante unas elecciones intermedias, me gustaría remarcar la importancia que tiene la participación electoral en la construcción de democracias de alta intensidad y mayor representatividad, desde 3 vertientes.

  1. Las estructuras partidarias
  2. El corporativismo
  3. El ciudadano participativo

Primero. Las estructuras partidarias de movilización con las que cuentan los partidos son aquellos ciudadanos que en teoría se registran de manera libre y voluntaria a un partido político, sea por afinidad, por tradición o por algún otro criterio. Llamados formalmente afiliados o militantes, la siguiente tabla nos da una panorámica de la afiliación partidaria por instituto político.

  • José Ojeda Bustamante es politólogo

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