Se trata del tercer producto más exportado y que deja una derrama económica de 1.2 millones de dólares al año
UNAM / LA CAMPIÑA
PUEBLA, MÉXICO.- Agave no es necesariamente sinónimo de mezcal. Aunque su uso más popular se asocia con la bebida espirituosa, su riqueza y aprovechamiento milenario es rescatado por productores responsables y académicos. México alberga el 79% de la diversidad de agaves del mundo con 158 especies, de las cuales 132 solo crecen en nuestro país.
A nivel económico, se trata del tercer producto más exportado y que deja una derrama económica de 1.2 millones de dólares al año, principalmente en forma de tequila. Además, la planta es considerada patrimonio biocultural de la humanidad por la UNESCO desde 2006. Este contexto marcó la conversación de especialistas con la Comunidad IBERO Puebla sobre la importancia de una de las plantas más emblemáticas de nuestro país.
Las comunidades de Puebla encargadas del cultivo y trabajo con agaves han construido un acervo de conocimiento principalmente relacionado con la producción de mezcal. Sin embargo, de las 12 especies utilizadas con este fin en el estado, diez se encuentran en peligro de extinción.
Si bien el Gobierno estatal ha invertido hasta 90 millones de pesos en el fortalecimiento de la industria mezcalera, no se han llevado a cabo acciones sustantivas para proteger la diversidad.
Nos estamos dando cuenta de qué tan frágiles son las poblaciones en cuanto a este recurso”, advirtió la Mtra. Diana Carolina Pinzón, directora ejecutiva de Zinacantán Mezcal.
La reserva de Tehuacán-Cuicatlán, que comprende 500,000 hectáreas, ha sido un espacio histórico de aprovechamiento del clima árido para la extensión de especies.
Se documentan cerca de 8,000 años de uso del maguey”. Según explicó el biólogo Fernando Reyes Flores, la planta se ha empleado en actividades que van desde la gastronomía hasta la arquitectura y el ordenamiento territorial.
El director de la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán indicó que la explotación de las plantas ha tenido impactos en la biodiversidad de la zona, provocando la erosión del suelo y mermando la alimentación de especies animales.
Nos hace falta conocer el alcance y saber qué va a pasar”.
Por su parte, la Dra. Mariana Vallejo Ramos, investigadora del Instituto de Biología de la UNAM, reconoció que, si bien el maguey forma parte de la identidad mexicana, su diversidad ha sido poco difundida.
Al agave se le llamaba la ‘planta de las maravillas’. Se tienen registrados hasta 90 usos de una sola planta”.
El uso del agave para la producción de mezcal es relativamente reciente y está motivado principalmente por el factor económico. En 2021 se produjeron ocho millones de litros de mezcal. Se estima que el valor comercial del mezcal por denominación de origen puede crecer hasta un 9%.
Vallejo Ramos destacó que la elaboración de mezcal no solo requiere de condiciones naturales óptimas, sino también de recursos económicos para mantener una producción diversa. Respecto a la sobreexplotación del agave angustifolia —el más común para fabricar licores—, comentó:
La denominación de origen implica la homogeneización de la bebida, pero cada mezcal tiene sus características”.
Es necesario contar con una perspectiva de manejo de los magueyes en cuanto a su uso y la integralidad con otros organismos del ecosistema. “En Puebla y Oaxaca”, explicó Reyes Flores, “tenemos la oportunidad de algo que no existe en ningún otro lugar: una diversidad genética y de usos, así como gente con ganas de trabajar”.
Al mismo tiempo, la reintroducción de especies en espacios de monocultivo permitiría sembrar agaves en campo que cumplan con su función ecológica al tiempo que se generan más recursos para el aprovechamiento humano. “Debemos pensar en grande y tomar posturas muy firmes para demostrar los efectos ambientales”, aseguró la empresaria Carolina Pinzón.
Desde la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) se han impulsado normativas ambientales y relaciones con la academia para difundir información relacionada con el uso del agave para beneficio de los productores comunitarios, no de las grandes empresas.
Mientras tanto, el trabajo de investigación ha buscado sistematizar la información para el aprovechamiento de cada especie en aras de su conservación y visión holística. La industria, por su parte, tiene la responsabilidad de incluir en sus costos el manejo responsable del agave con el fin de ajustar las utilidades al trabajo real de los productores.