Aspirantes para suceder a Miguel Barbosa, brotan como hongos, algunos quizá sean venenosos, otros se comportan como limpiabotas.

Por Jesús Manuel Hernández

Adelantar los tiempos de la sucesión desde Casa Aguayo, convocar y balconear a personajes cercanos con miras a sucederle en 2024, viene a reformar la maniobra de Miguel Barbosa en esta que quizá sea la operación más delicada y discutida de su vida política.

Como en las ferias de los pueblos, habrá muchas candidatas que andarán vendiendo boletos para la kermesse, con recursos propios, y al final la que junte más dinero saldrá vencedora.

La primera maniobra de poner un freno a los desbocados, ha dado resultado, se ve ahora a un Nacho Mier alejado de la escena, y a un Alejandro Armenta con gestos de lealtad.

Surgen aspirantes como hongos en tiempo de lluvias, algunos serán comestibles y otros quizá venenosos.

El caso es que como escribió Maurice Joly, “Los más ambiciosos son los más mediocres, y por tanto también los más activos. No hay nada más curioso. Podemos imaginar la fortuna como una mujer hermosa rodeada de pretendientes; los eunucos son los que más la desean, y son los eunucos los que la consiguen”.

Es decir en la sucesión por el Gobierno de Puebla se percibe, se huele, una ambición generalizada desde el primer minuto en que tomó posesión Miguel Barbosa, ahí mismo saliendo del evento se empezaron a cruzar las apuestas sobre la sucesión.

Ahí surgieron las primeras especulaciones de si “Barbosa terminaría el sexenio” y hubo adelantados que apostaron porque habría otro interino, se han ido quedando en el camino y no precisamente en libertad.

En consecuencia los aspirantes buscaron protección, hicieron alianzas, hubo quien se unió en contra del gobernador para avanzar por fuera, hubo quien aceptó la protección del gobernante.

Y aquí otra reflexión de Joly: “Un protector al que no se ha logrado conquistar acaba convirtiéndose generalmente en un enemigo…”.

Quienes han dado el paso adelante y decir “yo quiero” tienen historias, tienen pasado, tienen compromisos, tienen protectores; algunos tendrán más aceptación social en la zona conurbada de la capital, otros vendrán de fuera, otros serán simplemente comparsas y habrá quien desempeñe el papel de “lamebotas”.

Anécdota: Hace muchas décadas los aspirantes se presentaban en el restaurante “La Flor de Puebla”, una fonda en los bajos del Ayuntamiento de Puebla donde hoy es la Galería de Palacio, el café era aceptable y estaba en el cruce del Portal y el Pasaje, por ahí pasaban muchos funcionarios y ciudadanos a efectuar trámites municipales, por tanto las mesas de terraza eran las más demandadas, desde ahí se saludaba a todo mundo.

Algunos políticos tenían la costumbre de llegar a tomar un café, y después pasar a la ”bolería” llevada a la fama por el “Manzanita” y continuada por “El Flaco”, “El Coyote”, “Manuelito”… A los políticos les “daban grasa”, leían los periódicos, dejaban buenas propinas y a veces le pagaban la “boleada” al vecino, era una forma de hacerse populares…

Esos tiempos pasaron. Hoy día, ante la adelantada sucesión, las modas, las costumbres, los consejos de los asesores y sin duda la ambición parece que a los aspirantes les surge otra preferencia: limpiar botas. Ojalá Morena y en su momento los poblanos prefieran elegir a alguien que vea para arriba. Mientras tanto el PRI en agonía.

O por lo menos, así me lo parece.

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