Por Jesús Manuel Hernández

De la mano de la reportera Gabriela Hernández, nuevamente la Revista Proceso coloca el dedo en la llaga con el tema del desfalco de la Fundación Jenkins, un asunto que a los poblanos de hoy poco les importa, pero que el gobernador Miguel Barbosa ha retomado con un especial interés; curiosamente su antecesor Rafael Moreno Valle también tuvo interés en el tema.

La forma como se hizo multimillonario William Jenkins en Puebla se ha convertido en una leyenda y tema de investigación académica y literaria donde resalta el deseo del también cónsul de EEUU en dejar una pensión de mil dólares mensuales a sus herederos para cubrir sus gastos dado que, según él, tenían fuerzas para trabajar.

Los fondos de la Fundación Mary Street Jenkins llegaron a tener 720 millones de dólares en sus últimos tiempos.

Cuando Jenkins muere de un infarto en 1963, su amigo y socio en varios negocios, Manuel Espinosa Yglesias, queda como apoderado presidente de la Fundación creada con fines específicos donde resaltaba la cultura, la educación, las obras de beneficio para Puebla, promoción al deporte, etcétera.

Espinosa Yglesias manejó con toda libertad la fundación, una buena parte de los fondos empleados en construcción pasaron por las manos de Álvaro Conde y Díaz Rubín, amigo personal del banquero Espinosa Yglesias y responsable de alguna de las empresas de la construcción relacionadas a esos capitales lo que se prestaba a malas interpretaciones.

Se decía entonces que el dinero de la Fundación Jenkins, pasaba por Banco de Comercio, se gastaba con Álvaro Conde y regresaba a los bolsillos de Espinosa Yglesias que luego serviría para la Fundación Amparo, creada específicamente con dinero personal del banquero poblano en 1994, según se asentó.

Las diferencias con la familia heredera de William O. Jenkins fueron siempre latentes.

A la muerte de Espinosa Yglesias, la presidencia de la Jenkins y del patronato de la Udlap quedó en manos de su hija, Ángeles Espinosa Yglesias Rugarcía, en 2007, quien se convirtió en la mujer más poderosa de Puebla pues contaba con las chequeras de dos fundaciones, la Jenkins y la Amparo.

Las tensiones con los Jenkins crecieron pues al hijo de William, Guillermo A. Jenkins le había dejado siempre como “vicepresidente” pero con poca influencia en las decisiones.

El grupo de poder en torno a Manuel Espinosa Yglesias en 1968 hizo posible la edificación de la Udlap, pero las presiones sobre su heredada, Ángeles, llegaron a extremos incalculables, pese al interés de los gobiernos de Puebla de mantenerla a ella al frente de la Fundación, un buen día Ángeles entregó las llaves de la Fundación y prácticamente dijo “háganse bolas” y dejó entrever lo que sucedería al paso de los años cuando los Jenkins deshicieran el proyecto de su abuelo y socio de Manuel Espinosa Yglesias.

El interés de los gobernadores sobre la Fundación Mary Street Jenkins fue siempre latente, algunos gobernadores recibieron buenos beneficios, el primero quizá fue Guillermo Jiménez Morales, a quien don Manuel apreciaba, incluso le regaló su reloj durante un informe de gobierno.

Una de las últimas aportaciones firmadas por Ángeles Espinosa Yglesias Rugarcía fueron los cheques por unos 20 millones de pesos para terminar de construir el Centro de Convenciones que llevaría el nombre de “William O. Jenkins”.

En el gobierno de Rafael Moreno Valle surgió un gran interés por controlar a las fundaciones de beneficencia privada, los anteriores gobiernos habían mantenido la misma línea, no había tanta estructura, más bien coordinación y supervisión de los gastos y aportaciones, según contaba a este reportero Amado Llaguno Mayaudón, uno de los hombres clave para la subsistencia de las fundaciones privadas.

Pero el estilo de Moreno Valle fue otro, creó la “Junta de Beneficencia” y puso a su primo Gustavo Garmendia al frente.

Entre las primeras acciones estaba el presionar a Luir Ernesto Derbez, en 2015, rector y representante de la Udlap ante la institución oficial, hubo amenazas y trámites de amparo por el ex canciller mexicano.

Las gestiones de los Jenkins tuvieron una fuerte división a la muerte de Guillermo Jenkins Anstead en 2016, y el hijo mayor, Guillermo, se opuso a las maniobras de sus hermanos y su madre, pero las gestiones de Rafael Moreno Valle, fueron exitosas, y la Junta de Beneficencia aprobó que la Fundación Mary Street Jenkins donara casi la totalidad de los 14 mil millones de pesos a otra fundación llamada “Bienestar de Filantropía de Aguascalientes” cuyos domicilios fiscales están en Barbados y Panamá.

El escándalo no se hizo esperar, el dinero dejado por William Jenkins para beneficio de los poblanos acabó, como lo predijo Ángeles Espinosa, en los bolsillos de los nietos.

Varios de los personajes cercanos a Ángeles, testigos de lo sucedido, aún viven, uno de ellos, es Sergio Vergara Berdejo, el hoy Secretario de Cultura de Puebla, quizá por eso el gobernador Miguel Barbosa tenga mucha información de lo sucedido y elementos para proceder a revisar el caso, un tema que dejará a muchos desamparados y sacará polvos de viejos lodos.

O por lo menos, así me lo parece.

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