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Comiendo pajaritos

#ElRinconDeZalacain | Caracoles y pájaros eran comida cotidiana del hombre del Mesolítico, Zalacaín hace un repaso sobre su experiencia personal en Mérida, Extremadura.

La Revista Internacional de Osteoarqueología acaba de publicar una investigación efectuada por un equipo internacional de arqueólogos del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados para demostrar la antigüedad de la llamada “comida rápida”.

Amigos de Madrid le hicieron llegar a Zalacaín una copia del texto donde se describe la existencia en la Antigua Roma de unos locales llamados  “popinae” y “tabernae” especializados en ofrecer comida económica para viajeros, platos sencillos, un tanto especializados para gente de escasos recursos y quienes evidentemente no gozaban de contar con cocineros para preparar los banquetes romanos.

La dieta de la Antigua Roma estaba dividida en el llamado Ientaculum, algo parecido al actual desayuno occidental, más tarde aparecía el Prandium, especie de almuerzo, y por último la “Cena”, la comida principal del día, acostumbrada al ponerse el sol, después de haber terminado las actividades laborales.

Las investigaciones hechas en Mallorca, en la antigua ciudad romana de Pollentia, han revelado el consumo de algunos alimentos. Dentro de un pozo  cercano a una “popinae” fueron localizados huesos de tordos, un ave citada en los grandes banquetes romanos de Apicius, el cocinero más importante de la época, pero no aparecían en el consumo de las clases populares.

Apicius en su “De-Re-Recoquinaria” describe cómo cocinar tordos rellenos, se machacaba pimienta con “bejui” una resina de un árbol de Java, se agregaban bayas de laurel y se mezclaba todo con “enogaro”, un ingrediente desconocido en la actualidad, la salsa se introducía por la boca al tordo, luego se le cocía la boca y se metía a hervir en agua con aceite, sal, eneldo y puerros.

Pues los arqueólogos han concluido “las aves eran aplanadas y fritas en aceite”, con lo cual su consumo era fácil y rápido, una necesidad de los viajeros.

Los pájaros han sido, junto con los caracoles, también citados por Apicius, parte de la lista de alimentos básicos del hombre del mesolítico, entre 10 mil y 5 mil años antes de Cristo -es decir cuando era errante-, junto a ciervos, jabalíes, liebres y algunos pescados, sumados a raíces, tubérculos, hojas, frutos quizá.

El emperador Moctezuma entre su dieta acostumbraba también algunas aves, asadas en un otate, especie de

 “alambre” de hoy día.

Zalacaín recordó con nostalgia a su amigo Pepe Flores, quien hace varias décadas le organizó una cena un tanto clandestina en la ciudad de Mérida, en Extremadura, donde se tenía la costumbre, derivada de los asentamientos romanos del Sacro Imperio, de consumir “pajaritos” fritos o asados.

Su alto consumo obligó a las autoridades a perseguir esa práctica, pues el pajarito era un regulador de la llegada de insectos.

Pero una noche de la Feria Chica de los Gitanos, en octubre, mientras cantaba “José El Francés” Zalacaín fue convidado a entrar en una pequeña taberna, y una vez cerrada la puerta por dentro, apareció el manjar, los pajaritos fritos… y a degustarlos.

Vaya experiencia con aquel querido amigo, ya fallecido y quien por cierto le regaló a Zalacaín el recetario de su familia, una colección de cien años de comida extremeña, pero esa, esa es otra historia.

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YouTube El Rincón de Zalacaín

* Autor de “Orígenes de la Cocina Poblana” Editorial Planeta.

elrincondezalacain@gmail.com

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