La partición de Ucrania, tras la anexión por Rusia de las zonas ocupadas, imprime una nueva escalada a una guerra que dura más de siete meses y que ha provocado una crisis mundial cuyas consecuencias aún son difíciles de aventurar.
JUAN ANTONIO SANZ / PÚBLICO
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha consumado la anexión de las cuatro regiones orientales de Ucrania ocupadas tras la invasión de este país el pasado 24 de febrero. La parodia de referéndums celebrados en los territorios ocupados ha dado al Kremlin el pretexto para esa anexión, al igual que hizo con la península de Crimea en 2014. Rusia, si nadie revierte por la fuerza de las armas este paso, es ahora más grande y más rica, dados los importantes recursos naturales de la zona.
El único problema es la guerra y Rusia no la ha ganado, ni mucho menos. Lo demuestra la ofensiva ucraniana sobre la ciudad de Limán, un nudo ferroviario clave en el Donetsk. Una victoria contundente del ejército de Kiev podría llevar la guerra al corazón de los territorios ahora anexionados por Moscú y estropearle la fiesta al Kremlin.
«El retorno a las raíces» rusas
El lugar elegido para representar esta ampliación de Rusia no ha sido casual. En el Salón de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin, corazón de la antigua Rusia zarista, Putin ha firmado los tratados de anexión. «Es el deseo de millones de ciudadanos. Y es su derecho», ha afirmado el líder ruso en el mismo lugar donde se firmó la anexión de Crimea hace ocho años.
Pese al fasto de la proclamación, el líder ruso ha insistido en que no está en su voluntad el retorno de la Unión Soviética. Sin embargo, ha agregado que «no hay nada más fuerte que la voluntad de esta gente (los habitantes de las cuatro regiones ucranianas anexionadas) de volver a sus raíces históricas».
Inmediatamente, en algunos canales de comunicación como Telegram, se publicó el nuevo mapa de la Rusia «ampliada».
Con la anexión está servida una nueva «escalada» del conflicto, como ha subrayado el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres: «Cualquier anexión del territorio de un Estado por otro Estado como resultado de la amenaza o el uso de la fuerza es una violación de los Principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional».
Putin, dispuesto a todo para defender los nuevos territorios
Este nuevo órdago ruso pone además sobre la mesa la eventual utilización de armas nucleares tácticas. Una vez que la Duma rusa apruebe la semana próxima la incorporación de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón a Rusia (un mero formalismo tras la proclamación de Putin), el Kremlin podría utilizar ese tipo de armamento para garantizar la nueva integridad territorial de la Federación Rusia. La contraofensiva ucraniana podría ser el pretexto para un golpe en la mesa de consecuencias catastróficas.
Putin quiere finiquitar una guerra costosísima con ganancias territoriales en algunas de las zonas más industriales y con recursos naturales de Ucrania, que, además, puedan servir de cortafuegos para la seguridad de Rusia. Sobre todo, con la probabilidad de que en caso de un armisticio, el resto de Ucrania se convierta en un satélite de la OTAN sin ser parte de la OTAN. Una gigantesca base militar a las puertas de Rusia, precisamente lo que quería evitar Putin al lanzar su invasión el pasado 24 de febrero.
Kiev podría aguar las celebraciones rusas por la anexión
Pero la contienda no está ultimada. El ejército ruso debe tomar toda la región de Donetsk y aún hay un amplio territorio bajo control ucraniano. Rusia domina más de un 60% de Donetsk que, junto a Lugansk, conforma el llamado territorio del Donbás. La rebelión de este área en 2014 contra la autoridad de Kiev llevó entonces a la intervención rusa y en febrero pasado a la invasión en toda regla, que siguió hacia el suroeste hasta enlazar esos territorios con Crimea.
Completar la conquista del Donbás puede ser complicado. Después de la contraofensiva lanzada en el nordeste y que permitió a Ucrania recuperar la zona de Járkov e Izium, el ejército ucraniano ha puesto toda su fuerza sobre Limán, para acorralar a las fuerzas rusas estacionadas en esta localidad del Donetsk.
La ofensiva ucraniana en Limán
La intención es abrir una brecha en esa media luna de territorios conquistados por Rusia en el este de Ucrania y que supone casi el 20% del país. El centro de análisis estadounidense Institute for Study of War (ISW), uno de los principales grupos de expertos que analizan la guerra de Ucrania, ha sido contundente: el colapso de Limán «tendría graves consecuencias para la agrupación militar rusa desplegada en el norte de Donetsk y el oeste de Lugansk».
La caída de Limán «puede permitir que las fuerzas ucranianas amenacen las posiciones rusas a lo largo de la frontera occidental de la región de Lugansk y en el área de Severodonetsk-Lisichansk». Esto «reduciría a mínimos la ya baja moral rusa», agrega el mencionado Think Tank. Sería el principio del fin de la invasión rusa en esa zona de Ucrania.
Matanza de civiles en Zaporiyia
También se están produciendo combates cerca de Jersón, al norte de Crimea, bajo la iniciativa militar ucraniana y podrían ampliarse por la orilla oriental del río Dniéper. En Zaporiyia, otro de los territorios anexionados, un ataque con misiles contra un convoy de civiles ha dejado varias decenas de muertos, en una de las mayores matanzas ocurridas hasta ahora por acciones de guerra en este conflicto. Las dos partes achacan una a la otra la responsabilidad de la acción. En el canal Telegram, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha calificado a Rusia como un «Estado terrorista» por este ataque.
En Moscú la euforia de la anexión de los territorios ocupados ha opacado un tanto la ira popular ante el reclutamiento forzoso de cientos de miles de hombres rusos, jóvenes y adultos para ser enviados a Ucrania como refresco de las tropas allí estacionadas y completar la ocupación de los nuevos territorios rusos.
La leva forzosa ensombrece la anexión de los territorios
Así, en la Plaza Roja podían verse enormes pantallas de vídeo con la proclama ultranacionalista «¡Donetsk, Lugansk, Zaporiyia, Jersón son Rusia!». La contienda ya no es para los rusos una confusa «operación militar especial», sino una guerra de conquista. Los convoyes que cada día parten hacia el sur con miles de nuevos reclutas y las detenciones de centenares de personas diariamente por protestar contra la leva forzosa hablan del alcance real de la guerra, también para los rusos de a pie.
Ahora, tras las amenazas de atacar Ucrania con armas nucleares tácticas y la movilización masiva de tropas rusas hacia el frente ucraniano, el juego queda en el campo de los aliados de Kiev. De momento, Washington acaba de anunciar otra partida de mil millones de dólares para Ucrania. Este monto permitirá que el Gobierno ucraniano compre armas y equipamiento de las empresas armamentísticas estadounidenses. Está claro quiénes se benefician sí o sí con esta guerra.
Problemas en los arsenales aliados enviados a Ucrania
Al tiempo crece la preocupación en Europa, donde los países suministradores de armas a Ucrania están viendo mermar demasiado deprisa sus arsenales. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se reunió esta semana con representantes del sector armamentístico de la Alianza para estudiar la forma de incrementar la producción de munición y armas a fin de recuperar los stocks y poder garantizar el envío de ese material a Ucrania. Stoltenberg ha subrayado la necesidad de que se incremente la producción y que los países «animen» el mercado armamentístico. Todo ello en medio de la profunda crisis económica que vive Europa y que en los próximos meses podría llevar a la recesión a muchos de los miembros de la Eurozona, entre ellos Alemania.
Este país, de momento, sigue desoyendo las demandas por parte del Gobierno de Ucrania y de algunos de sus socios en la Unión Europea para suministrar al ejército ucraniano carros de combate más modernos. El Gobierno de Berlín considera que dar ese paso le hará cruzar una línea roja sobre su implicación en la guerra que no será jamás perdonada por Rusia.
En los propios Estados Unidos también ha sonado la alarma. Está previsto que los sistemas más modernos de artillería suministrados a Ucrania sean sustituidos por otros más antiguos hasta recuperar la producción. En una guerra de combates de artillería, como es la de Ucrania, este paso podría suponer un serio contratiempo para sostener con éxito las contraofensivas contra las fuerzas rusas.
Por ejemplo, del famoso lanzamisiles portátil Javelin, símbolo de la resistencia ucraniana y que ha demostrado ser un arma mortal contra los carros de combate rusos, se han enviado a Ucrania cerca de 8.500 unidades, es decir, la producción de una década de este tipo de armamento ligero en Estados Unidos.
Un momento decisivo para la guerra
La guerra en Ucrania se encuentra en sus meses decisivos, con muchos factores sobre el terreno de combate, desde el éxito progresivo de las ofensivas ucranianas, la movilización de cientos de miles de soldados rusos hacia la zona del conflicto, la posibilidad de que Rusia pueda utilizar armas nucleares tácticas si las cosas se tuercen mucho y esa eventual reducción del suministro de armas a Ucrania, lo que podría dar de nuevo ventaja a Moscú.
Fuente: https://www.publico.es/internacional/rusia-anexiona-este-ucrania-cambia-fuerza-mapa-europa.html#md=modulo-portada-ancho-completo:t1;mm=mobile-big