Inaugurados algunos de sus tramos, es uno de los proyectos estrella del presidente mexicano. Duramente cuestionado por los ambientalistas, comunica cinco estados del sur del país y espera convertirse en un reclamo para el turismo internacional

El Tren Maya, proyecto estrella del presidente López Obrador, une cinco estados del sur de México EFE/AFP

MILTON MERLO / Corresponsal en Ciudad de México / ABC

Históricamente el sureste mexicano ha sido el punto de fusión entre una naturaleza desbordante de selvas, ríos, cenotes y el mar Caribe con una realidad socioeconómica desoladora, caracterizada por el escaso acceso educativo, la alta informalidad y la carencia de empleo e inversión. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha intervenido sobre las dos realidades con la construcción del Tren Maya, un ferrocarril turístico que recorre más de 1.554 kilómetros y conecta los estados de Campeche, Tabasco, Yucatán, Quintana Roo y Chiapas.

El pasado mes de febrero el presidente inauguró el tramo del tren que va desde el aeropuerto de Cancún hasta Playa del Carmen, dos destinos turísticos por excelencia y que cada año reciben a millones de visitantes. Viajó a bordo de su proyecto junto con empresarios y autoridades locales que acompañan la obra porque, por primera vez, el sureste crece en términos económicos: 6% en el último trimestre del 2023, según datos de la Secretaría de Hacienda. En ese mismo periodo México como país creció, pero al 3%.

Pero cuando López Obrador llegó a Playa del Carmen lo esperaba una protesta de grupos ambientalistas que reclaman que la obra, que ha costado más de 25.000 millones de pesos (1.300 millones de euros), ha arrasado cientos de hectáreas de selva virgen, destruido cenotes y afectado zonas arqueológicas donde podían encontrarse restos de la cultura maya. El Tren Maya cambió definitivamente esta región del país.

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El primer convoy del tren que va desde el aeropuerto de Cancún a la terminal de Mérida parte a las siete de la mañana. Pero ya desde las seis, cuando todavía el sol no asoma, aparecen personas –mayoritariamente jubilados–, que simplemente merodean por la estación que todavía está a medio construir. Cuando se les pregunta por la antelación responden que les han dicho que a veces el tren se va quince o veinte minutos antes.

Y es que no es fácil obtener los boletos. La plataforma de internet no funciona y las taquillas solo están en las estaciones, generalmente en puntos periféricos. Tampoco funciona un sistema de audio con lo cual los empleados de la estación se comunican con el público a través de un altavoz manual.

Impulso económico

«El presidente ya lo ha dicho, que todavía hay muchas cosas por arreglar, pero lo importante era echar a andar la obra, los presidentes anteriores se iban millonarios y no dejaban nada, este al menos nos deja el tren», comenta a ABC Rogelio Suárez, pensionista que viajó desde la Ciudad de México a Cancún para conocer la obra y que lleva en su mano el último libro de López Obrador, titulado ‘Gracias’.

«El presidente ya lo ha dicho, que todavía hay muchas cosas por arreglar, pero lo importante era echar a andar la obra, los presidentes anteriores se iban millonarios y no dejaban nada, este al menos nos deja el tren»

Anna Urrutia, de padres mexicanos pero residente en Austin, Estados Unidos, espera la partida del convoy en la sección ‘premier’ del tren, cuyo costo es de 1.000 pesos (54 euros). Comenta que no está de acuerdo con el daño ambiental, pero que valora el impulso económico en la región: «Ahora la gente se quiere quedar a vivir aquí, hay pueblos y ciudades en la zona donde ha llegado el progreso, internet, los servicios que sin esta obra hubieran sido imposibles».

Gestionado por el ejército

La locomotora provista por las empresas Bombardier y Alstom inicia su recorrido a las siete de la mañana en punto. Como el tren es operado por el Ejército, el abordaje es supervisado por elementos de la Guardia Nacional, la policía militarizada creada por López Obrador. Los empleados que trabajan a bordo del tren, por ejemplo, en el servicio de comida, llevan prendas civiles, pero con el distintivo de la Secretaría de la Defensa (Sedena).

Según la información oficial, el tren puede viajar a 160 kilómetros por hora, pero en varios tramos apenas alcanza los 60 kilómetros. Por las ventanas se observa la frondosidad de la selva a ambos lados en cuyo interior habitan miles de especies, entre ellos, jaguares, guacamayas y pavos reales. De tanto en tanto aparecen soldados a los lados de las vías, pero en función de obreros, cargando materiales o manipulando herramientas. Se estima que más de 100.000 personas han intervenido en la obra.

El interior del tren es moderno, amplio y con un buen sistema de aire acondicionado que preserva al viajero de la humedad tropical. Hay un vagón donde se ofrece servicio de comidas y bebidas, pero no tiene mesas así que el usuario debe comprar sus alimentos y luego trasladarse a su asiento, lo cual puede generar largos minutos de espera. Los asientos se reclinan y todos tienen puertos para cargar dispositivos electrónicos. La tapicería es verde y azul, con finas motas por lo cual también el tren es conocido como el ‘Jaguar rodante’.

Las estaciones de Leona Vicario y Nuevo Xcán, en el interior del estado de Quintana Roo, están prácticamente a medio construir. Además, se han emplazado en las afueras de los centros urbanos y no se observan vías de transporte a la vista. En ninguna de las dos descienden pasajeros, pero en Nuevo Xcán, cuando el tren sigue su rumbo hacia Yucatán, se observa por la ventana a un grupo de cinco mujeres, trabajadoras de esta zona rural, que saludan y aplauden al convoy.

De la afluencia de público a lugares específicos de la Península de Yucatán dependerá el futuro del tren y su viabilidad económica

La estación de Valladolid es la primera del trayecto que se observa ya concluida en su totalidad, con un sistema eléctrico en plenitud y sin rastros de materiales de construcción. Lo mismo sucede en la estación de Chichén Itzá, que promete ser de las más importantes para el turismo ya que habilita el acceso a algunas de las principales ruinas de la cultura maya. Un aspecto decisivo, porque de la afluencia de público a lugares específicos de la Península de Yucatán dependerá el futuro del tren y su viabilidad económica. Cuando López Obrador lo inauguró en diciembre dijo a la prensa que el punto de equilibrio de la obra llegaría «en tres o cuatro años». Actualmente el tren transporta aproximadamente 1.000 pasajeros diarios.

Tren Maya que hace la ruta de Cancún a Mérida
Tren Maya que hace la ruta de Cancún a Mérida ISRAEL LEAL

Turismo internacional

Imelda Sanz, de nacionalidad colombiana, empresaria del sector hotelero y que viaja rumbo a Campeche, comenta a este periódico que todavía no se observa al turismo internacional demasiado interesado en utilizar el tren. «Como la obra no está terminada al cien por cien las agencias y los operadores turísticos no la están ofreciendo, porque además no es algo económico».

El Tren Maya llega a la estación de Mérida, capital de Yucatán, apenas pasadas las once de la mañana. Ha tardado cuatro horas, una hora menos que el autobús, que también es más económico. La estación es moderna y está conectada al centro de la ciudad a través de un sistema especial de autobuses eléctricos.

Tras dejar el poder este año, López Obrador se retirará en Palenque, ciudad por la que a diario pasará el ‘Jaguar rodante’

El destino del Tren Maya es motivo de enfrentamiento entre el Gobierno y los opositores. El primero pide darle tiempo para que la obra demuestre su factibilidad mientras que los segundos aseguran que está condenada al fracaso. Es una historia en desarrollo, de la cual su autor será testigo directo: tras dejar el poder este año, López Obrador dice que se retirará en Palenque, Chiapas, en una quinta ubicada a pocos minutos de una estación por la que a diario pasará el ‘Jaguar rodante’.

Fuente: https://www.abc.es/internacional/tren-maya-legado-polemico-inconcluso-lopez-obrador-20240312043147-nt.html

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