Por Luis Soriano Peregrina

El pasado 1 de mayo se conmemoró el Día del Trabajo. En esa misma fecha pero de 1886 iniciaba una serie de protestas que duraría varias jornadas, siendo el 4 de mayo el punto más álgido de estas protestas que iniciaron tres días antes, dándose la masacre de Haymarket, hecho histórico que tuvo lugar en Haymarket Square (Chicago, Estados Unidos) y todo para reivindicar la jornada laboral de ocho horas.

En diferentes lugares del mundo, los obreros, trabajadores y/o empleados alrededor de diferentes países deciden salir a marchar y protestar por los motivos que originaron este evento: mejores condiciones de trabajo, jornadas laborales justas, etc.

En el marco de esta conmemoración debemos como poblanos preguntarnos, ¿qué ha pasado con los trabajadores despedidos del morenovallismo? En este periodo neoliberal cleptómano, perverso, asesino, cínico, y violador sistemático de los derechos humanos que tanto daño le causó a Puebla, urge investigar no solo qué ha pasado con los trabajadores y sus familias, sino las consecuencias que existen en el sistema sindical del sector público, qué daños se causaron en las estructura administrativa y qué ha sucedido con los derechos adquiridos que durante tantos años generaron los trabajadores del sector público y se perdieron en esta etapa.

Necesitamos cuestionarnos dónde estamos parados hoy después de este obscuro y asesino periodo neoliberal que inicio el 15 de enero del 2011 y que teníamos la esperanza que terminara el 24 de diciembre del 2019.

Frente a la primera pregunta de qué pasó con los trabajadores despedidos del periodo morenovallista y particularmente los despedidos el 15 de marzo del 2015, déjeme platicarle mi estimado lector, que ha existido muerte, muerte de muchos por ya no contar con la seguridad social del ISSSTEP; recordar que muchos de estos trabajadores despedidos estaban próximos a jubilarse por su edad avanzada o años de servicio prestados, es decir, ya tenían diversas afectaciones de salud y que se fueron agravando o que derivado del despido, les surgieron.

Por tal motivo muchas de las compañeras y compañeros murieron por no tener la atención de seguridad social que por derecho se habían ganado y que desde una lógica perversa del morenovallismo decidieron despedirlos pues les resultaba más rentable enfrentar un juicio a permitirle pensionarse.

Los trabajadores despedidos que aún sobreviven los han humillado, engañado, mentido y a algunos sometido. Aprovechando la necesidad de varios de ellos los obligaron a renunciar a la lucha y a sus demandas laborales, ofreciéndoles indignos reingresos con menor salario o salarios mínimos y sin respetar su antigüedad; otros más han sido utilizados por políticos para fines ajenos a su lucha, también han sobornado a otros despedidos para provocar conflictos internos, generándose diversos periodos complicados de reestructuración, también hoy en día no podemos olvidar a los jurídicos que han traicionado al movimiento, pues de ser eternos “activistas” a favor de los trabajadores se han vuelto opositores, o tal vez solo muestran su verdadero rostro depredador, al resolver solo aquellos asuntos que les generen beneficios económicos personales, obstaculizando y pervirtiendo todos los demás asuntos, pretendiendo ser pequeños morenovallistas en tiempos de la 4T.

 De repente uno termina entendiendo por qué a unos nos destrozaron la vida en tiempos de lucha social y a otros solo les jalaron la cola sin lastimar y al contrario, terminaron siendo los grandes beneficiarios, incluso por encima de lo que ganaban sus representados.

Me es imposible olvidar que como parte de las estrategias del morenovallismo para romper con la lucha de estos trabajadores que evidenciaban lo rapaz de ese gobierno y ponían en riesgo el sueño presidencial de Moreno Valle, era destrozar en todos los sentidos a todo aquel que era opositor pero que también tuviera voz y fuera líder de opinión.

Recuerdo que en aquellos años del 2013 al 2015, existían los opositores dignos e históricos como la organización 28 de Octubre encabezada por Simitrio, o los defensores de derechos humanos como Gerardo Pérez y los movimientos aliados que siempre acompaña, que tenían voz y a quienes se les sumaron movimientos como los de Cholula Viva y Digna; los que luchaban por la privatización del agua, o aquellos que peleaban por las juntas auxiliares, y varios movimientos más, pero en materia de derechos laborales no los había.

Sí los había pues tal vez tenían lucha pero no tenían voz, no resonaban sus palabras más allá de sus círculos de estudio y, fue hasta después del 15 de marzo del 2015 que comenzaron a surgir diversos liderazgos, algunos ya con tiempo en la ruta sindical como los de Marco Antonio Manzano Ramírez y otros que sin haber sido líderes antes, lo fueron después de ser despedidos.

Derivado de los despidos masivos el 15 de marzo 2015, el autor de esta columna fue convocado el día 6 de abril del mismo año a dar diversas pláticas gratuitas a los trabajadores despedidos en el Parque Juárez para explicar qué estaba sucediendo, qué iba a suceder y como tenían que actuar, dando como resultado que su servidor terminara siendo el representante legal de más de mil trabajadores despedidos del Gobierno del Estado de Puebla, motivando una persecución feroz que pensé pararía el 24 de diciembre del 2019 y que en realidad continúa.

Esta situación me orilló en aquel momento a salir de Puebla por un tiempo y en la oportunidad de regresar con medidas de protección del Mecanismo Nacional de Defensores y Periodistas, medidas que hasta el momento de que escribo este artículo aun mantengo por seguir siendo objeto de ataques del morenovallismo ahora reconvertidos en la 4T. Aquella persecución me oblig+o distribuir los asuntos en diversos despachos del Estado y foráneos para que atendieran oportunamente los juicios y no perdieran los despedidos su derecho a demandar.

Voz Ciudadana por los Derechos Humanos  tuvo conocimiento que se darían estos despidos masivos en el mes de febrero del 2015, es decir, un mes antes obligándonos como colectivo a darlos a conocer como medida de prevención, yendo a diversos medios de comunicación y buscando a diversos ‘activistas’, defensores de los trabajadores para generar acciones coordinadas para evitar estos despidos.

En cuanto a los medios de comunicación solo nos abrieron el micrófono aquellos que se les tenía identificados como opositores del estado, pero afortunadamente una de esas entrevistas donde se les dieron consejos a los trabajadores se viralizó y motivó que muchos trabajadores no firmaron sus renuncias, no se pusieron en riesgo físico y/o jurídico, no fueron violentos ni motivaron que se les violentara; y tuvieron la oportunidad de conseguir asesoría oportunamente, lo cual género que en lugar de firmar sus renuncias el 70% de los despedidos fuera ese mismo porcentaje el que no firmara, poniendo en una situación de muy alto riesgo de quebranto patrimonial al Gobierno del Estado de Puebla.

En cambio, al buscar en los meses de febrero y marzo del 2015 a los activistas que conocíamos a favor de los trabajadores, solo recibimos rechazo e incluso burlas al señalarnos como abogados de derecha, patronales y que ellos tenían sus propios procesos como el esperar a que los despidan para luchar por ellos, situación que nos pareció perversa por parte de estos “activistas”, pues esperar a que se consuma el daño no los hace mejores, los hacia peores pues en realidad son unos mercenarios de la lucha social, pues dijeron en su momento que la prevención no les significaba dividendos económicos, situación que fue confirmada pues después de los despidos.

Es decir, después del 15 de marzo del 2015 varios de estos “activistas” salieron a medios de comunicación a rasgarse las vestiduras y a convocar a reuniones con el único fin de no solo representarlos ante las instancias jurídicas, sino también sumar a su supuesto “capital político” y estar en condiciones de negociar con la patronal del estado; situación que se generó en reiteradas ocasiones, incluso hasta estas fechas pues estos “activistas” hoy son los principales beneficiarios del gobierno poblano, con posiciones, dádivas y recursos con el único fin de obstaculizar que los conflictos suscitados en el morenovallismo no se resuelvan, salvo que se trate de aquellos asuntos donde ellos se vean beneficiados directamente.

Es lamentable que en este posmorenovallismo los principales beneficiados y quienes ocupan las posiciones en el poder sean los mercenarios de los derechos humanos que se dedicaron a reventar los movimientos desde adentro y beneficiarse del neoliberalismo con la camisa de izquierda y aquellos que han mutado del morenovallismo puro a las actuales corrientes en la 4T, desplazando aquellos movimientos y personas que auténticamente lucharon contra el neoliberalismo rapaz, encabezados por los morenovallistas, peñistas, calderonistas, marinistas, etc., y que en la mayoría de los casos perdieron todo o casi todo, manteniendo su dignidad, motivando que muchos se vean en la necesidad de ver en otras fuerzas políticas o regresar a la sociedad civil como la alternativa que rompa ahora con el posmorenovallismo que no es otra cosa que la delincuencia tratando de mantener el poder. 

Por tal razón es que Voz Ciudadana por los Derechos Humanos no parará de luchar hasta que la dignidad se haga costumbre y el respeto de los derechos humanos sea una realidad.

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