El ensayista israelí alerta de los riesgos de que una victoria rusa nos aboque a una «era de sufrimiento» pero celebra la respuesta internacional ante la invasión: «Si Europa permanece unida no tiene nada que temer»
JOSÉ MARÍA ROBLES / PAPEL / EL MUNDO
Antes de vender 35 millones de ejemplares y convertirse en uno de los intelectuales más influyentes del planeta, Yuval Noah Harari publicó un librazo dedicado a un capítulo poco estudiado de la Historia militar. Operaciones especiales en la Edad de la Caballería (Ed. Edaf) hacía balance de asesinatos, secuestros, traiciones y sabotajes llevados a cabo entre los siglos XI y XVI. Acciones tácticas dirigidas contra personas -miembros de la realeza o líderes del ejército enemigo- o lugares clave -castillos, puentes o molinos- que, aunque decisivas, habían quedado eclipsadas por otras maniobras bélicas de mayor envergadura como las batallas campales o los asedios regulares.
«Las cuestiones de la caballerosidad y el honor determinaron de manera fundamental el comportamiento durante las operaciones especiales. Mientras que el combate regular sólo llevaba de manera ocasional a lo que la caballería consideraba juego sucio, este tipo de misiones casi siempre requerían de él. En consecuencia, tendían a llevar las convenciones de la guerra al límite», escribió el autor en 2007.
Década y media después, la invasión rusa de Ucrania anima a releer aquel trabajo escrito en el transcurso del enésimo enfrentamiento entre israelís y palestinos y cuando Harari todavía no era el divulgador total que encandilaría al mundo con Sapiens y Homo Deus (ambos en Debate). Por una razón evidente: lo que el ensayista judío recopiló sobre las circunstancias en las que se produjeron la traición de Antioquía (1098), el asesinato de Conrad de Montferrat (1192) o la tentativa de asalto de Calais (1350) puede servir para entender mejor el despliegue de los mercenarios del grupo Wagner o de los perros chechenos de Ramzan Kadyrov a instancias del Kremlin.
PREGUNTA: Creíamos que las estrategias cibernéticas ofensivas y las armas impulsadas por la IA iban a determinar la guerra del siglo XXI, hacerlas más asépticas y menos violentas. Por el contrario, estamos viendo que Rusia sigue el esquema tradicional de ofensiva militar terrestre con apoyo aéreo en la invasión de Ucrania. ¿Confirma esto que la barbarie se sigue imponiendo todavía a la tecnología o no necesariamente?
RESPUESTA: La tecnología no es lo contrario de la barbarie, con demasiada frecuencia van juntos. La tecnología más avanzada puede servirle a un tirano bárbaro. Además, en la historia, lo antiguo y lo nuevo suelen ir juntos. La gente esperaba que ésta fuera una guerra cibernética, y lo que vemos son tanques atacados con cócteles Molotov. Por supuesto, la ciberguerra también se está librando en paralelo. En la Guerra Civil española, si querías unirte a las Brigadas Internacionales, tenías que ir a España. Ahora alguien en San Francisco puede unirse a las Brigadas Cibernéticas Internacionales y ayudar a Ucrania desde su casa.
P: Putin ha declarado que el objetivo de la operación militar rusa es la «desmilitarización y desnazificación de Ucrania», refiriéndose a la afirmación del Kremlin de que el ejército de Ucrania está dirigido por neonazis. ¿Qué piensa cuando escucha la palabra ‘desnazificación’ como justificación de una guerra en Europa en el año 2022?
R: Que Putin se ha vuelto loco y niega la realidad. La razón básica de toda la guerra es que Putin construyó una fantasía en su cabeza: que Ucrania en realidad no existe, que los ucranianos quieren ser absorbidos por Rusia y que sólo una camarilla de nazis lo impide. Por culpa de esta entelequia, Putin pensó que en el momento en que invadiera Ucrania, el presidente Zelenski huiría, el ejército ucraniano se rendiría, la población recibiría a los tanques rusos con flores y Ucrania volvería a ser parte de Rusia. Estaba completamente equivocado. Ucrania es una nación muy real y valiente. Zelenski no huyó. El ejército ucraniano está luchando ferozmente. Y el pueblo ucraniano lanza cócteles molotov a los tanques rusos, no flores. Es probable que vengan días oscuros. Putin puede conquistar gran parte del país, pero no podrá retenerlo y absorberlo. Éste era su objetivo, y no lo va a conseguir. Ya ha perdido la guerra.
P: El éxodo provocado por la invasión rusa de Ucrania está adquiriendo proporciones impensables. Más de un millón de personas ha huido de Ucrania en una semana rumbo a Polonia, Hungría, Rumanía… ¿Qué representa esta migración masiva, además de un éxito de Putin en su objetivo de desestabilizar Europa?
R: Muestra cómo la cruel ambición de una sola persona puede infligir miseria a millones. Pero no creo que consiga desestabilizar Europa, de hecho está uniéndola. Los europeos han reaccionado de forma más rápida, contundente y unánime de lo que nadie imaginaba. Y si Europa permanece unida no tiene nada que temer. La economía rusa es más pequeña que la de Italia o la de Corea del Sur. El PIB de Rusia es de 1,5 billones de dólares y el de Europa en su conjunto, alrededor de 20. Si Occidente permanece unido no debe temer a nadie. En los últimos años, Europa y Occidente se han desgarrado en una guerra cultural entre izquierda y derecha, entre liberales y conservadores. Ucrania puede ayudar a poner fin a este enfrentamiento. Todo el mundo percibe ahora el peligro y puede unirse en torno al valor central de la libertad. La guerra cultural se basó en una idea equivocada: que existe una contradicción entre nacionalismo y liberalismo. La derecha apoyó el nacionalismo y rechazó el liberalismo. La izquierda apoyó el liberalismo y rechazó el nacionalismo. Ucrania demuestra que el liberalismo y el nacionalismo realmente van de la mano. Ambos tienen que ver con la libertad. Los ucranianos están peleando como fieras tanto por la libertad de su nación como por una sociedad libre. Además, los ucranianos también nos recuerdan que el nacionalismo no consiste en odiar a los extranjeros ni a las minorías. Consiste en querer a tus compatriotas y permitir que las personas elijan libremente su propio futuro. Si Europa recuerda la profunda conexión entre el nacionalismo y el liberalismo podría poner fin a la guerra cultural interna, y entonces no habrá nada que temer de Putin.
P: Permítame citarle: «Durante la mayor parte de la historia, la paz significó solo ‘la ausencia temporal de guerra’ […] En las últimas décadas, ‘paz’ ha llegado a significar ‘la inverosimilitud de la guerra’. […] La decadencia de la guerra no fue el resultado de un milagro divino o un cambio en las leyes de la naturaleza. Fue el resultado de que los humanos tomaron mejores decisiones. Podría decirse que es el mayor logro político y moral de la civilización moderna». ¿Qué significaría retroceder y perder estos logros?
R: Si la agresión de Putin se impone, arrastrará a una era oscura de guerra y sufrimiento a todo el mundo. En las últimas décadas hemos disfrutado de la era más pacífica de la Historia. Desde 1945, ningún país reconocido internacionalmente fue borrado del mapa por una invasión extranjera. Aunque no han escaseado otros tipos de conflictos, como las guerras civiles, en las dos primeras décadas del siglo XXI la violencia humana ha matado a menos personas que los suicidios, los accidentes automovilísticos o las enfermedades relacionadas con la obesidad. La pólvora se ha vuelto menos letal que el azúcar. Esta era de paz se reflejó más claramente en los presupuestos gubernamentales. En las últimas décadas, los gobiernos de todo el mundo se han sentido lo suficientemente seguros como para gastar de media sólo el 6,5% de sus presupuestos en sus fuerzas armadas, al tiempo que han invertido mucho más en educación, sanidad y asistencia social. Entre los miembros de la UE, el gasto medio en defensa ha sido inferior al 3%. Se trata de un logro asombroso. Durante miles de años, los reyes, emperadores y sultanes gastaron la mayor parte de sus presupuestos en sus ejércitos y casi nada en educación o sanidad para sus súbditos. Al igual que los viejos reyes, Putin ha construido su maquinaria de guerra gastando el 20% de su presupuesto en el ejército ruso y descuidando los servicios sociales. Si la agresión en Ucrania prospera, los países de todo el mundo imitarán a Putin. Hay muchos dictadores que sueñan con este tipo de conquistas y serían felices haciendo lo mismo que Putin. Las democracias también se verían obligadas a duplicar y triplicar sus presupuestos militares para defenderse. Ya hemos visto, por ejemplo, que Alemania ha duplicado su presupuesto de defensa de la noche a la mañana. El dinero que debería destinarse a maestros, enfermeras y trabajadores sociales se gastaría en tanques, misiles y ‘ciberarmas’. Una nueva era de guerra también socavaría la cooperación global en los acuciantes problemas comunes de la humanidad. No es fácil trabajar con países que se preparan para acabar contigo. Si Putin tiene éxito, probablemente habrá una carrera armamentística en inteligencia artificial y al colapso de los esfuerzos globales para prevenir el cambio climático. Si Putin pierde, la continuidad de la era de paz estará garantizada. Los países de todo el mundo aprenderán la lección de que la violencia no sale a cuenta y que si intentan imitar a Putin serán castigados. El presupuesto de defensa se mantendrá bajo y el de sanidad, alto. Si Putin pierde es probable que cada habitante del planeta reciba mejor atención médica y educación.
P: Como historiador, alguien que conoce a fondo el dolor causado por tragedias pasadas y que al mismo tiempo tiene fe en la posibilidad de cambio, ¿qué se dices a sí mismo en este momento?
R: Que ha llegado el momento de la verdad y que todos debemos hacer todo lo que podamos para derrotar la agresión y la tiranía, ya sea haciendo una donación, contribuyendo a la lucha online, apoyando las sanciones o simplemente colgando una bandera de Ucrania en la ventana. La guerra en Ucrania perfilará el futuro del mundo entero. Si permitimos que triunfen la tiranía y la agresión, todos sufriremos las consecuencias. No tiene sentido permanecer como simples observadores. Es hora de ponerse en pie y tomar partido.
P: Argumenta que lo que está en juego en Ucrania es la dirección de la historia humana. ¿Qué mensaje enviaría a la sociedad rusa?
R: Ésta no es la guerra de Rusia, ésta es la guerra de Putin. Los rusos y los ucranianos son una familia, aunque Putin todos los días planta semillas de odio entre ellos. Si la guerra no se detiene ahora, el odio durará generaciones. El pueblo ruso salvó a la humanidad una vez, cuando resistió valientemente frente a Hitler. El pueblo ruso puede salvar a la humanidad de nuevo resistiendo valientemente frente a Putin. Tal vez sientan que es demasiado peligroso para ellos salir a la calle a manifestarse. Pero los rusos son muy inteligentes cuando se trata de resistir a los tiranos. Tienen mucha experiencia. Así que encuentren una manera de resistir frente a Putin y su guerra, y háganlo antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: https://www.elmundo.es/papel/lideres/2022/03/06/62235d6be4d4d8ef228b45a7.html