Diego López Colín / ACI
En su reciente libro Teología de la Tecnología, un sacerdote católico aborda cuestionamientos importantes: “¿cómo interactúa la teología con la tecnología?”, y “¿cómo puede ayudarnos a comprender el sentido de los avances científico-tecnológicos, la profundización en nuestra fe?”.
Entrevistado por EWTN Noticias, el P. Mario Arroyo, Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz de Roma y catedrático de la Universidad Panamericana en Ciudad de México, explicó que su motivación para esta nueva obra es que “la teología no se quede rezagada respecto del avance científico-tecnológico”.
El P. Arroyo advirtió que “el avance científico-tecnológico ha sido tan vertiginoso en los últimos años”, que áreas como “la ética, la teología, el derecho, pueden quedarse atrás”.
Esta velocidad, indicó, podría llevar a que los avances tecnológicos “no coadyuven al humanismo, no fomenten la relación interpersonal, no ayuden a crecer a las personas e incluso semanas para ellas mismas”.
En este contexto, el autor señaló que la Teología “busca ofrecer un espacio de reflexión sobre estos avances para redescubrir su sentido, redescubrir su finalidad”. Esto con el objetivo de darles un “sentido mucho más amplio y más profundo que el mero sentido práctico, la mera utilidad o el mero prurito de intentar avanzar cada vez más en el conocimiento”.
De alguna forma, dijo, busca devolver “la tecnología y a la ciencia su carácter de instrumentos, es decir, de medios, no de fines”.
La disciplina, clave para el buen uso de la tecnología
El P. Arroyo también ofreció pautas para que los católicos puedan usar mejor la tecnología en la vida diaria.
El sacerdote mexicano advirtió que “nos enfrentamos a una adicción, como antes era la adicción al cigarro, al alcohol, y a las drogas”, la cual “paradójicamente puede dificultar nuestra comunicación más profunda con las personas”.
Para combatir esta problemática, señaló que se “requiere el cultivo de la disciplina, del autodominio y de entender que nada puede cambiar, nada puede sustituir las presencias reales”.
“Las presencias reales están por delante de las presencias virtuales. Cuando es necesario cultivar esto, cuando el mundo lo que nos dice es justo lo contrario, que lo importante es la virtualidad y no tanto la realidad”, indicó el sacerdote.
Asimismo, dijo que al igual que “antes teníamos que disciplinarnos respecto del alcohol, respecto a las drogas, después del cigarro”, ahora es esencial “tener una nueva disciplina respecto de estos aparatos [electrónicos]”.
Además, el P. Arroyo advirtió que sería “una ingenuidad” pensar que los “vicios digitales” son exclusivos de ciertas edades, ya que afectan a personas de todas las generaciones.
“Y esos vicios digitales pueden romper las relaciones familiares, debilitarlas o fragmentarlas, ya sea entre marido y mujer, entre padres o hijos, o entre hermanos”, alertó.