#PorSoleares | El tema del exgobernador debía formar parte de la agenda de riesgos del próximo gobierno de Puebla
Por Jesús Manuel Hernández
Los periodistas somos muy propensos a colocar calificativos en torno a determinados personajes públicos y con ello se da espacio a una especie de “corriente política” que no siempre es congruente con la realidad, se trata muchas veces de una forma de ironizar al señalado.
En Puebla se habló el siglo pasado del “avilacamachismo”, calificativo que se prolongó hasta el “morenovallismo” pasando por el “piñismo”; pero casi nunca se habló del “jimenismo”, del “bartletismo” o el “melquiadismo”, pero sí del llamado “marinismo” dedicado a esa “cúpula cerrada” de personajes que rodearon al entonces gobernador de Puebla cuya fama ha pasado más por el tema de Lydia Cacho que por otras razones.
Factor importante de ese “mote” fue la campaña de propaganda en contra de parte de los brazos armados del morenovallismo, y sumados los errores del protagonista principal de esta película, la consecuencia fue un notable descalabro.
Total, que el nombre del exgobernador se convirtió en una especie de “beso del diablo”.
Pues bien, la salida del Altiplano del único ex gobernador poblano que ha pisado la cárcel por el tema de tortura contra una periodista, por demás está decir famosísima, empieza a convertirse en un impacto mediático cuyas consecuencias aún no pueden pronosticarse,
¿Acaso alguien pensará que fuera de la cárcel el exgobernador podrá hacer política a través de su círculo cercano?
¿Pondrán vigilancia afuera del fraccionamiento, privadísimo, donde vive la familia de Marín, revisarán quién entra y quién sale, o solo bastará con una cámara de vigilancia?
Su presencia podría desatar la aparición de “relaciones peligrosas” que generen escenarios de riesgo para los siguientes momentos de Puebla. Y si esto sucediera habría que darle la razón a quienes piensan que sí existe el “marinismo”.
Un punto importante en este nuevo escenario es que hasta ahora no se ha escuchado posición alguna de los gobernadores, actual y electo, sobre el personaje con brazalete por los rumbos de Xilotzingo. Quizá se haga necesario un “deslinde” del entrante por aquello de las “dudas”.
Pero el tema de fondo es que los asesores de Alejandro Armenta debían poner el tema “Marín” en la agenda de riesgos del inicio de la nueva administración. De hecho, desde antes, en precampaña interna, Armenta fue evaluado respecto al daño colateral que le podría causar su cercanía en una época de su vida con aquel gobernador. Es decir, tanto Armenta como MORENA nacional midieron si este tema le provocaría escenarios de reprobación, y no fue así, los números de la elección hablan de lo contrario.
Pero el sol no puede taparse con un dedo. Muchos de los miembros de aquel compacto y cerrado grupo del llamado “marinismo” están apoyando desde hace tiempo el movimiento de Alejandro Armenta, quizá no como fuerza de grupo, solo como simpatía personal.
A nadie sorprende que o los protagonistas principales o algunos de sus hijos estén involucrados en esta nueva etapa que comenzará a gobernar a finales de año el Estado de Puebla.
Noticias que levantan polvos, polvos que pueden pasar de largo o quedarse en los recovecos de la nueva administración, un asunto que quizá no preocupe a todos, pero no deja de estar potencialmente en la agenda de riesgos lo que pueda venir. Quizá entonces los nombramientos de Armenta pasen ahora por otro filtro.
En fin, como dice el refrán “Cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo”.
O por lo menos, así me lo parece.