Investigadores del Imperial College de Londres descubren que el comportamiento homosexual no disminuye la reproducción de estos primates
INÉS SANCHEZ-MANJAVACAS CASTAÑO / MATERIA
El comportamiento homosexual en el reino animal es muy habitual. Se ha visto en pingüinos, delfines mulares y bonobos, entre otros. Además de en mamíferos y aves, también se han observado casos en reptiles, anfibios, peces e invertebrados. Científicos del Imperial College de Londres han estudiado las prácticas sexuales entre machos en un grupo de 236 macacos rhesus de la isla de Cayo Santiago (Puerto Rico) y los resultados se han publicado este lunes en la revista Nature Ecology & Evolution. Es la primera vez que se estudia este comportamiento a largo plazo y los expertos han descubierto que puede ser una característica común de los primates y que no disminuye la reproducción de los sujetos.
Según estas observaciones, las prácticas sexuales entre machos eran más habituales (72% de los estudiados) que entre individuos de distintos sexos (46%). El equipo descubrió que este comportamiento en los macacos Rhesus está relacionado con lo que llaman “lazos de coalición”. Los sujetos que se montan entre sí tienen más posibilidades de ayudarse en un conflicto, lo que proporciona una ventaja de grupo. “Creemos que el sexo que practican les ayuda a vincularse entre sí”, cuenta Vincent Savaloinen, uno de los autores del trabajo. También piensan que, precisamente, es este beneficio para las coaliciones lo que favorece el acceso a las hembras y el éxito en su reproducción.
Los investigadores pudieron comprobar que las relaciones homosexuales y heterosexuales en estos animales son independientes. Los autores explican en el texto que a veces se asume que existe una compensación entre unas y otras y pierden oportunidades de reproducción, pero no es así. ”Que tengan relaciones homosexuales no quiere decir que tengan menos relaciones heterosexuales”, asevera Savaloinen. Los científicos no vieron una correlación entre el rol de los machos en la relación sexual que mantenían y su posición social dentro del grupo, lo que les lleva a pensar que para los macacos rhesus no es importante afirmar su posición jerárquica en estas prácticas.
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Otro aspecto que estudiaron durante la investigación fue si el comportamiento homosexual puede tener un factor genético. Desde 1956 todos los individuos que habitan la isla de Cayo Santiago han sido capturados para identificarles y se les ha tomado una muestra de sangre. Esto ha permitido que los científicos hayan podido hacer un árbol genealógico y ver que tiene un componente hereditario: “El 6,4% de la variabilidad en el comportamiento sexual se debe a sus genes”, detalla el autor. Se trata de la primera evidencia de una base genética para este comportamiento en primates fuera de los humanos, aseguran en el estudio.
El sexo entre machos disminuía con la edad, lo que lleva a los investigadores a pensar que, además de otras razones, los macacos rhesus utilizan las prácticas homosexuales como práctica antes de reproducirse con las hembras, expone Savaloinen. Carmen Hernández, investigadora postdoctoral del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), que pertenece a la Universidad de Castilla-La Mancha y al CSIC, apunta que esta costumbre se ha observado también en otros primates como los papiones. Aunque añade que también podría deberse a su uso “para establecer la dominancia entre individuos jóvenes, algo que conllevaría menos riesgos de lesiones que los conflictos agresivos”.
Con los resultados de su investigación, Savaloinen teoriza que el coste reproductivo que suponen actualmente las relaciones homosexuales en humanos puede deberse a factores sociales típicos de las sociedades humanas, en lugar de a razones biológicas. El investigador dice que con su trabajo quieren dar una nueva visión de la relación entre quienes estudian la biología de la homosexualidad y quienes realizan investigación social y psicológica en humanos, para mostrar que pueden aprender unos de otros.
Los resultados de la investigación desafían las creencias de ciertos sectores de la sociedad que ven las relaciones homosexuales como algo contrario a la naturaleza y únicamente propio de los humanos, dicen los autores. Savaloinen afirma que este tipo de trabajos contribuyen a desmentir esa consideración y espera que puedan ayudar a seguir avanzando en la lucha contra la homofobia. “Esperamos que pueda abrir un nuevo diálogo sobre los humanos”, concluye.
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