Tal vez no lo reconozca por su nombre, pero seguro ha visto alguna de sus fotos. Ron Galella fotografió a todo el star system americano, desde Elvis hasta Jackie Kennedy, pasando por Marlon Brando, Madonna o Robert Redford. Su trabajo consistía en perseguir a las estrellas, pero él logró convertirlo en arte. Fallecido el pasado 30 de abril, Simona Siri comparte con nuestros lectores la conversación que mantuvo justo antes de la pandemia con el paparazzi más polémico del siglo XX.
VANITY FAIR
Ai pudiera hablar hoy con él, la primera pregunta que le haría sería sobre la reciente polémica de Kim Kardashian llevando el vestido con el que Marilyn Monroe cantó el cumpleaños feliz al presidente Kennedy. Lo traté poco, pero estoy convencida de que no estaría en contra y habría captado la similitud entre los dos personajes: la diva por excelencia de ayer con la de hoy. Desgraciadamente, no conoceremos su opinión: Ron Galella (Nueva York, 1931) falleció el pasado 30 de abril, a los 91 años, dejando tras de sí una carrera sin parangón y un archivo con algunas de las imágenes más famosas de la historia de la moda americana. Jackie Kennedy, Elvis, Frank Sinatra, Marlon Brando, Sean Penn, Madonna, Robert Redford, Mick Jagger, Brooke Shields, Liz Taylor.
La lista es interminable. Al igual que las exposiciones que se le han dedicado: aunque su labor era perseguir a las estrellas para conseguir fotos robadas, su obra ha sido reconocida como arte, expuesta en importantes galerías, comprada por coleccionistas y museos. Lo conocí antes de la pandemia: vi un documental y decidí contactar con él. Pasé una tarde en su casa museo de Nueva Jersey, en un salón de techos altos y un enorme sofá rojo en forma de ese. A nuestro alrededor, arriba, abajo, en las paredes, en el suelo, en los muebles, prácticamente en todas las habitaciones, cajas blancas con etiquetas negras con su tesoro dentro, las miles de fotos tomadas durante su vida, todas perfectamente catalogadas. Un archivo sin parangón que, en su conjunto, recoge la mejor historia del star system americano, sin duda de su época más gloriosa.
—¿Qué debía tener un famoso para ser fotografiado por usted?
—Belleza, pero no solo. Naturalidad y acción. Nunca me gustó que las estrellas posaran dema- siado, buscaba imágenes realistas.
—¿Cuál ha sido el mejor periodo de su carrera?
—El de Studio 54. Todo el mundo estuvo allí en algún momento. Ibas tarde y los pillabas a todos.
—¿Eran las estrellas de entonces diferentes a las de ahora?
—Tenían menos filtros, eran más espontáneos y libres. Ahora reciben lecciones sobre cómo comportarse con los medios de comunicación, cómo salir en la televisión. Se ríen demasiado, muestran los dientes. Y siempre están rodeados de guardaespaldas.
Una de sus fotografías más famosas, la de Jackie Kennedy cruzando la calle en Nueva York con el pelo alborotado por el viento, hoy sería imposible hacerla.
—Es mi mejor foto, la Mona Lisa, y no solo porque es la más famosa, sino también por su expresión, esa sonrisa tuerta. Una belleza natural y atemporal, sin maquillaje. Es una foto nacida de la casualidad: estaba en Central Park fotografiando a una modelo, había aceptado ese trabajo porque estaba en la calle 88, cerca de la casa de Jackie, esperaba poder verla. Y, efectivamente, lo hice. La perseguí durante unas manzanas en un taxi, para que no me reconociera. Cuando me bajé, ella estaba casi frente a mí y le hice la foto. Después de esa primer disparo se puso las gafas de sol que llevaba, pero para entonces yo ya tenía la foto perfecta.
—Hay otra en la que corre. ¿Escapaba de usted?
—Había llevado a su hija a jugar al tenis. Me vio y para evitar que fotografiara a Caroline empezó a correr, convencida de que la perseguiría, como en efecto sucedió.
—¿Estaba un poco obsesionado con Jackie? Se rumorea que usted salió con su asistente durante un tiempo.
—Una chica noruega llamada Gretta, sí. Solía darme datos como el nombre del lugar donde Jackie se hacía la manicura… Hasta que una vez nos vio juntos y la despidió.
—Así que tengo razón, estaba obsesionado.
—Solía llamarla mi “chica de oro”. Sin embargo, yo no lo llamaría una obsesión. Me gustaba porque seguía el juego, no le importaba que la fotografiaran, era natural, no posaba. Estaba llena de vida, siempre estaba haciendo algo, corriendo, comprando libros, viendo a sus amigos. Fue interesante retratarla. Y luego apreció mi trabajo: cuando le regalé mi primer libro sobre ella, me enteré por conocidos mutuos de que lo había puesto a la vista en su salón, donde permaneció hasta su muerte.
—Sin embargo, hubo algunos problemas entre ustedes.
—Era una madre muy protectora. La única vez que se quejó fue cuando la fotografié en bicicleta en Central Park con John Jr. Envió a su guardaespaldas a pedirme el carrete, quería que destruyera las fotos. No se lo entregué y me arrestaron por acoso. Siguiendo el consejo de mi abogado, contrademandé [en 1972 un juez ordenó a Galella que se mantuviera a siete metros de la Sra. Kennedy y a diez de sus hijos. Una década más tarde, arriesgándose a ir a la cárcel por violar la orden, Galella aceptó no volver a fotografiarlos nunca más].
—Aparte de la asistente, ¿contaba con otros informantes?
—Tenía una red, sí, gente que trabajaba en hoteles, por ejem- plo. Una vez fui el único que fotografió a Liz Taylor y Richard Burton porque sabía que estaban en un hotel diferente al Plaza, donde se alojaban habitualmente.
—¿Hay alguien a quien no haya podido fotografiar y le hubiera gustado hacerlo?
—Marilyn Monroe. Perdí la oportunidad. Una vez estaba en el estudio junto al que rodaban Bus Stop y como estaba haciendo otro trabajo decidí no esperar a que saliera. Me arrepentí al día siguiente, porque no tendría ninguna otra posibilidad con ella.
“Hoy la palabra paparazzi se asocia a personajes de mal gusto. Si fui uno, fui uno con clase.”
—A Elvis, en cambio, sí lo fotografió.
—En 1974 en el Hilton de Filadelfia. Acababa de terminar un concierto y en lugar de salir por la parte de atrás a través de las cocinas, como hacía habitualmente, salió por la puerta principal, con la limusina esperando fuera. Es una foto casi borrosa, Elvis está en la parte de atrás, delante está su guardaespaldas, que quizá no sorprenda que se parezca mucho a él, pero a pesar de eso me gusta, de hecho tal vez por eso.
—Marlon Brando le arrancó cinco dientes con un puñetazo.
—Sucedió en junio de 1973. Sabía que Brando estaba en Nueva York para grabar un programa de televisión con Dick Cavett. Lo fotografié cuando llegó en helicóptero, lo seguí todo el día y por la noche, cuando iba a cenar a Chinatown, lo perseguí de nuevo por la calle. En un momento dado, me dijo: “¿Qué quieres que aún no tengas?”. Le contesté que quería una foto sin gafas de sol porque estaban mejor pagadas y entonces me dio un puñetazo. Fuimos a los abogados y al final me pagó 40.000 dólares por daños y perjuicios.
—¿Cuál es el secreto para conseguir la mejor foto?
—Estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Y también la audacia. Yo era una persona tímida, pero fui a la escuela de interpretación, en Pasadena, precisamente para combatir mi timidez.
Su técnica?
—Siempre he disparado con dos cámaras, una en blanco y negro y otra en color. Tomaba la primera foto por sorpresa, sin enfocar, sin siquiera mirar. Tal vez salía borroso, pero era natural. Si el famoso accedía a ser fotografiado, tomaba otra más a color, más posada, más tipo retrato. Si se negaba, igual me iba a casa con una foto. Y en el 90% de los casos el robado, el natural, era también el que vendía más y mejor.
—¿De qué se ha dado cuenta sobre los famosos en todos los años que lleva fotografiándolos?
—Que hacen un trabajo que tiene que ver con la ilusión. Los ves en la pantalla y parecen gigantescos, parecen superhumanos, porque el tamaño de la pantalla transmite esa impresión. Pero en la vida real no lo son, de hecho a veces son incluso diminutos.
—¿Le molestaría ser recordado como un paparazzi?
—Nunca he perseguido a los famosos para verlos caer o retratarlos en situaciones embarazosas. Desgraciadamente, hoy la palabra paparazzi se asocia a personajes de mal gusto. Si fui uno, fui uno con clase.
- RON GALELLA, LTD./GETTY IMAGESSean Penn y MadonnaSean Penn y Madonna salen del Mitzi E. Newhouse Theater del Lincoln Center en Nueva York en 1986.
- RON GALELLA/GETTY IMAGESSean PennTambién Sean Penn, en 1988.
- RON GALELLAJohn Lennon y Mick JaggerJohn Lennon y Mick Jagger en el Hotel Century Plaza de Los Ángeles en 1974.
- RON GALELLA/GETTY IMAGESMichael Jackson y Brooke ShieldsMichael Jackson y Brooke Shields en la fiesta posterior a los premios Grammy de 1984.
- RON GALELLA/GETTY IMAGESJackie Kennedy OnassisDe nuevo Jackie, que se convirtió en Onassis, en 1976 en el torneo de tenis benéfico Robert F. Kennedy.
- RON GALELLA, LTD./GETTY IMAGESRon GalellaRon Galella frente a una de sus fotos en la exposición de la Galería Nikon el 1 de abril de 1975.
- RON GALELLA/GETTY IMAGESBrooke ShieldsBrooke Shields en patines en 1980.
- RON GALELLA/GETTY IMAGESFrank Sinatra y Barbara SinatraFrank Sinatra y su esposa Barbara en Beverly Hills en 1979.
- RON GALELLAMarlon Brando y Ron GalellaMarlon Brando y Ron Galella en un acto en Nueva York en 1974.
- RON GALELLARobert RedfordRobert Redford llegando a una fiesta en Manhattan en 1974.
Fuente: https://www.revistavanityfair.es/galerias/ron-galella-paparazzi-jackie-kennedy-simona-siri