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Guadalupe Aguilar: «En México estamos en manos de los cárteles poderosos y por eso hay 116.000 desaparecidos» | PAPEL

La activista, madre de un joven desaparecido en Jalisco en 2011, inaugura en Sevilla un congreso internacional sobre personas desaparecidas

Guadalupe Aguilar, con el Felipe VI, el pasado marzo, al recoger el Premio  de Derechos Humanos Rey de España.
Guadalupe Aguilar, con el Felipe VI, el pasado marzo, al recoger el Premio de Derechos Humanos Rey de España. Fernando Villar Efe

Para Guadalupe Aguilar, el tiempo se paró el 17 de enero de 2011. Ese día, su hijo, José Luis Arana, fue secuestrado en Tonalá, en el estado mexicano de Jalisco. Tenía entonces 34 años. Se lo tragó la tierra. Ni una pista desde entonces. Nada de nada. Para su madre, son ya casi 14 años de búsqueda, «14 años de la ausencia de mi muchacho». Y por mucho tiempo que pase, «el dolor por la desaparición de un hijo nunca se termina», cuenta, emocionada, a EL MUNDO al otro lado del teléfono, minutos antes de coger un avión hacia Sevilla.

Este viernes comienza en la capital hispalense la I Conferencia Internacional de Personas Desaparecidas, que inaugura Guadalupe Aguilar, quien, tras el secuestro de su hijo, fundó la asociación Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos (Fundej). Por su labor en esta ONG recibió el pasado marzo el Premio Derechos Humanos Rey de España.

El hijo de Guadalupe forma parte de la terrible lista de 116.000 desaparecidos que hay en México, según la última actualización del pasado 31 de agosto. Estos datos se expondrán en el cónclave de Sevilla, en el que habrá familiares de desaparecidos en España y todo tipo de expertos, desde policías y guardias civiles hasta psicólogos y catedráticos de universidad.

La activista mexicana está convencida de que detrás de la desaparición de su hijo están las poderosas redes de narcotraficantes que operan en su país. «Definitivamente, sí. Estamos en manos de los cárteles poderosos. Eso nos lleva a tener tantos y tantos desaparecidos», alerta.

Los secuestros

Las mafias de la droga necesitan mano de obra para trabajar y «la secuestra», explica Guadalupe, que expone como prueba de ello que la mayoría de los desaparecidos tienen entre 17 y 40 años, aunque también hay «excepciones». A veces, los narcos necesitan trabajadores especializados en algún oficio y los secuestran también. En la asociación Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos han atendido los casos de cuatro hombres de unos 50 años que son los cuatro herreros. Pero también «se llevan mecánicos de motos» y cualquier otro experto que necesiten, detalla Guadalupe.

Estas desapariciones han instalado un clima de terror y de sospecha entre los ciudadanos. «Tristemente, de repente, te vuelves desconfiada y llegas a pensar que todo mundo tiene algo que ver en el caso de tu familiar. Es horrible», indica Guadalupe. Para esta madre, el crimen organizado actúa de «maneras insospechadas» y ahí, precisamente, es donde radica su «poder, porque ellos vigilan primero a las personas y saben quiénes somos nosotros, pero nosotros no sabemos nunca quiénes son ellos».

Mientras en España Guadalupe ha recibido un premio de manos del Rey Felipe VI y la reclaman desde la Conferencia Internacional de Personas Desparecidas, en su país las autoridades han decretado un manto de silencio y ostracismo sobre los colectivos que denuncian los secuestros. «Sí, no me recibió el anterior presidente López Obrador, ni el gobernador de Jalisco», se queja la activista. Es así porque «no reconocen el problema que hay en México con los desaparecidos. Es una omisión completa» por parte de las autoridades, denuncia.

Las investigaciones

De hecho, la seguridad del país y sus cuerpos policiales «no han sido muy eficientes» en las investigaciones sobre los desaparecidos, lo que ha llevado a los familiares a unirse y a «enfrentarse» a las autoridades, pidiendo respuestas que raramente reciben, detalla Guadalupe, que expone cómo el dolor inicial ante la pérdida de un ser querido «se va transformando con el tiempo en coraje y en lucha, que nos da fuerzas para buscar a nuestros familiares».

En su peregrinar por los despachos de distintas autoridades, estas madres han tenido que «aprender a utilizar su vocabulario» para saber qué es el «Ministerio Público, un juicio, las carpetas de investigación, a qué se dedican los forenses, los peritos, qué es el ADN… Tenemos que sacar fuerza del dolor», resume Guadalupe.

En los casi 14 años que lleva de lucha para saber algo sobre su hijo, la vida de esta madre se ha transformado totalmente. «Pierdes el sueño y hay noches, sobre todo al principio, que deseas no volver a despertarte por la mañana». Sin embargo, el tiempo «nos va haciendo tolerantes al dolor».

Las familias unidas en torno a la asociación se apoyan entre ellas, se organizan para pedir explicaciones a las autoridades y estudian cada caso porque «cada uno es un mundo». Si algo tiene claro Guadalupe es que no piensa darse por vencida. No quiere «irse de este mundo» sin saber qué le pasó a su hijo. «Espero que Dios me permita continuar más tiempo. Hasta que él decida».

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/2024/11/15/67364ae221efa056318b4596.html

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