El caso de Debanhi Escobar levanta una ola de indignación por la inseguridad de las mujeres

Protestas contra los feminicidios en recuerdo de Debanhi Escobar.AP

PABLO SÁNCHEZ OLMOS / Ciudad de México / EL MUNDO

Después de 13 días de intensa búsqueda, los investigadores encontraron el cadáver de Debanhi Escobar en el interior de una cisterna abandonada. En la madrugada del 8 al 9 de abril, la joven de 18 años salió de fiesta y, cuando volvía a su casa -por motivos aún por esclarecer-, decidió bajarse del vehículo en un punto remoto a las afueras de Monterrey. El caso podría haberse quedado en un expediente más de un país en el que cada día desaparecen 6 mujeres y otras 10 son asesinadas, pero los errores en la investigación, las dudas sobre lo ocurrido y la presión de los colectivos feministas han convertido la historia de Debanhi en un símbolo de la lucha contra los feminicidios en México.

¡13 días aquí!, ¿cuántas veces estuvieron aquí?, ¿cuántas veces?”, se lamentó Mario Escobar cuando las autoridades le notificaron el hallazgo del cadáver. Un youtuber retransmitió en directo el instante: un padre roto, indignado e incapaz de comprender cómo, después de semejante despliegue, las respuestas a lo ocurrido con su hija estaban a escasos metros del punto donde se perdió su rastro, el mismo lugar que la Policía había registrado hasta en cuatro ocasiones y en el que los voluntarios se citaban a diario para emprender las batidas de búsqueda. El cadáver estaba en una zona despoblada e industrializada, entre el motel Nueva Castilla y un restaurante abandonado, junto a la vía Monterrey-Nuevo Laredo, conocida localmente como ‘la carretera de la muerte’ por la gran cantidad de desapariciones que se registran en este tramo.

Los trabajadores del motel fueron los primeros en alertar a las autoridades, tras detectar un fuerte olor procedente de una de las cisternas abandonadas. A pesar de que no descartan otras hipótesis, las autoridades sostienen que todo fue un accidente, que Debanhi, “en estado de ebriedad”, se cayó y murió ahogada. Su padre salió rápidamente a desmentir esa versión: “estaba golpeada. La asfixiaron. Nosotros la vimos, no tuvimos miedo de verla”. La autopsia revela que la joven tenía “una contusión profunda en el cráneo”, “dos fuertes golpes en el rostro” y que “estaba viva” en el momento de caer a la cisterna. Los familiares han encargado una segunda necropsia a unos peritos independientes para descartar, entre otras cosas, que Debanhi hubiera sido víctima de abuso sexual.

En busca de respuestas, todos los focos se giraron en seguida hacia Juan David Cuéllar, el chófer que llevaba a Debanhi a casa y la última persona que la vio con vida. A pesar de que Mario Escobar le acusó de haber tocado indebidamente a su hija, tras aparecer unas imágenes de una cámara de seguridad en las que se les ve forcejeando, Juan David niega cualquier acusación de este tipo. La Fiscalía respalda al conductor: ha sido interrogado en varias ocasiones y se ha revisado su vehículo “sin encontrar absolutamente nada”. Convencido de ‘limpiar’ su nombre, Juan David ha concedido varias entrevistas a los medios de comunicación para explicar su versión de los hechos.

La madrugada del pasado 9 de abril, Ivonne, Sarahí y su amiga Debanhi pidieron un chófer a través de la plataforma ‘Didi’ para trasladarse a una fiesta. Juan David las llevó hasta la Quinta El Diamante y les compartió su número de teléfono por si, al terminar la noche, querían que las llevara de regreso. Alrededor de a las tres de la mañana, se pusieron en contacto con él para que se llevara a Debanhi ya que, según declaró una de ellas, “no pueden controlarla y tranquilizarla por el estado de ebriedad en el que se encontraba”. Unas imágenes de videovigilancia de la zona muestran cómo la joven sale corriendo de la fiesta, mientras un joven intenta detenerla. Ella se revuelve y cuando llegan sus amigas, se queda dormida unos minutos en el arcén.

Juan David acordó llevar a Debanhi a su casa en un viaje que no se gestionó a través de ‘Didi’ para evitar las comisiones de la aplicación. El conductor asegura que la joven se comportó de una manera “incoherente” y “agresiva”, insistía en que la llevara de regreso a la fiesta, pero Juan David se negó. Finalmente, a tan solo 500 metros de la Quinta, Debanhi se bajó del coche. El chófer estuvo unos minutos tratando de persuadirla, le tomó dos fotografías junto al arcén y se las compartió a otro compañero como prueba de que ya no se encontraba con ella. También contactó a las amigas para avisarles de lo ocurrido.

A partir de este punto, casi una hora después de que Juan David recogiera a Debanhi de la fiesta, sus pasos se han podido rastrear -con varios lapsos- a través de las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona. En ellas se observa a la joven corriendo alrededor del muro que rodea el motel, sin que se aprecie a ninguna persona más que pudiera estar siguiéndola. En otro vídeo, se ve a Debanhi asomarse al interior del restaurante abandonado. Instantes después, esas mismas imágenes detectan a un vehículo que se detiene y del que baja una persona que ya está identificada, pero a la que no han vinculado por ahora con la muerte de la joven.

La aparición de estos vídeos ha sido uno de los asuntos que más polémica ha generado de todo el caso. Inicialmente las autoridades aseguraron que las cámaras no funcionaban y, días después, tras la insistencia de los familiares, las imágenes se dieron a conocer. La Fiscalía está valorando imponer sanciones a los responsables del motel por haber mentido sobre el registro de las grabaciones. Empujados por la presión mediática, el Estado también ha asumido su parte de culpa: los dos fiscales del caso han sido destituidos y la Comisión Estatal de Derechos Humanos ha presentado una queja de oficio contra la Fiscalía de Nuevo León por posibles “omisiones en las búsquedas”. Aldo Fasci, secretario de Seguridad, ha calificado lo ocurrido como “una falla humana masiva”.

El pasado 23 de abril, una caravana de vehículos acompañó el féretro de Debanhi hasta Galeana, localidad natal de su madre, donde fue enterrada en un funeral multitudinario cargado de emoción y tristeza. Era la hija única de una pareja de maestros, estudiaba derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León y sus conocidos la recuerdan como una chica “alegre” y “carismática”. En las últimas semanas, la sociedad mexicana ha asistido a un trágico espectáculo mediático que ha abordado con todo lujo de detalles la muerte de esta joven con la que tantas otras se sienten identificadas. En México se calcula que hay más de 25.000 mujeres desaparecidas, la mitad en el estado de Nuevo León, y un 90% de los feminicidios quedan impunes; aún así, Mario Escobar no tira la toalla: “no voy a parar hasta que se haga justicia”.

Fuente: https://www.elmundo.es/internacional/2022/05/08/6272bddfe4d4d8f9758b45af.html

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