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Esvásticas y lauburus: cuando los nazis intentaron hermanarse con los vascos | El Confidencial

Hace 70 años, el documentalista nazi Herbert Brieger llegó al País Vasco francés para rodar ‘Im Lande der Basken’, un intento de fomentar la hermandad entre ambos pueblos

MARTHA MEDINA / EL CONFIDENCIAL

Fue hace 70 años cuando Herbert Brieger, documentalista alemán, pisó por primera vez el País Vasco cargando su cámara de cine. De las primeras cosas que le llamó la atención fue lo mucho que se parecían los lauburus vascos, que adornaban las vajillas tradicionales y pendían de los techos de algunos edificios, a las esvásticas nazis que entonces poblaban las paredes del Tercer Reich. Brieger, nacido en 1898 en la localidad —hoy polaca— de Jelenia Góra, había combatido en la Primera Guerra Mundial, donde lo habían herido —por lo que el Estado alemán le concedió la discapacidad—, y aunque después decidió estudiar Ciencias Políticas acabó dejando la carrera para dedicarse al cine. Se afilió al NSDP y dirigió títulos como ‘Jugend der Welt. Der Film von den IV. Olympischen Winterspielen in Garmisch-Partenkirchen‘ (1936), sobre los Juegos Olímpicos de Invierno de Garmisch-Partenkirchen, ciudad del estado de Baviera, y ‘Steppke. Die Geschichte eines Großstadtjungen. Seine Erlebnisse zu Wasser und zu Lande’ (1937), una película propagandística sobre la juventud alemana.

Su cine se perdió en el olvido hasta que en el año 2000, María Teresa Sandoval Martín, profesora actualmente en la Universidad Carlos III, encontró las imágenes de su último trabajo, un documental titulado ‘Im Lande der Basken’ (‘En la tierra de los vascos’), rodado entre 1941 y 1942, en el que se retrata al pueblo vasco como una etnia pura e incide en las características culturales e incluso físicas que unían a vascos y alemanes, dentro de sus códigos sobre la pureza racial. ‘Im Lande der Basken’ no es el único documental que rodaron los nazis sobre el País Vasco, pero sí es el único que se conserva —solo existe una copia de doce minutos en 35 mm—. No corrieron la misma suerte otras películas como ‘Biskaya Südwärts’ (‘Vizcaya hacia el sur’), ‘Die Basken’ (‘Los vascos’), ‘Das Volk der Basken’ (‘El pueblo de los vascos’) o ‘Im Baskenlande’ (‘En la tierra de los vascos’), como enumeran Santiago de Pablo y la propia Sandoval en su investigación ‘El País Vasco visto por el cine nazi’.

De esa investigación surgió el documental de 2013 ‘Una esvástica sobre el Bidasoa’, dirigido por Alfonso Andrés Ayarza y Javier Barajas, que participó en el Festival de San Sebastián y que acaba de recuperar Televisión Española. En él, los directores han recuperado imágenes de archivo que demuestran la presencia de nazis uniformados en España en una época en la que se suponía que el país era un Estado neutral entre el bloque aliado y las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial.

‘Im Lande der Basken’ era tan solo una pieza más de la propuesta de Alemania para el País Vasco en caso de ganar la guerra, algo que daban por hecho al inicio del conflicto. «Había cierto interés en determinados círculos del régimen nacionalsocialista por el pueblo vasco, sus tradiciones, su cultura, su lengua. En el escenario posbélico de una Europa bajo control alemán había interés de establecer alianzas con pueblos y etnias racialmente aceptables, como podría ser el caso de los vascos», explica el catedrático de la Universidad del País Vasco Ludger Mees, historiador alemán experto en nacionalismo vasco. Los ideólogos del esquema de la pureza racial alemana consideraban que otros pueblos como los bretones, los flamencos, los corsos, los catalanes, los gallegos y los vascos podrían mantener cierta soberanía —eso sí, siempre bajo el dominio alemán—, en la Europa del futuro confeccionada tras la Segunda Guerra Mundial. Para ella,“los estados eran creaciones artificiales sin fuerza, lo que era natural eran los pueblos europeos y quería crear una Europa basada en la ligazón de esas etnias, de acuerdo al criterio de la pureza racial”.

Antes del encuentro entre Hitler y Franco en Hendaya, antes del viaje de Himmler a San Sebastián para allanar el camino de su jefe, Francia se había rendido frente a la Wehrmacht el 22 de junio de 1940. El país galo se quedó dividido entre la Francia ocupada y la Francia de Vichy, una frontera que atravesó el País Vasco francés y que hizo que del Puente Internacional de Irún, sobre el río Bidasoa, se convirtiese en un ir y venir de soldados alemanes hacia el otro lado de la frontera. Cuenta ‘La esvástica sobre el Bidasoa’ cómo en los años cuarenta los alemanes empezaron a viajar a San Sebastián, Biarritz o San Juan de Luz para descansar, tomar el sol, comprar y divertirse. La España famélica recién salida de la Guerra Civil recibió a los nuevos turistas cordialmente: los nazis les traían cigarrillos, chocolate, y se mostraban afables —una actitud que cambió en cuanto las cosas empezaron a ir mal—.

En este contexto político, tanto los alemanes como los vascos intentan plantearse qué relaciones son las más convenientes con la vista puesta en el fin de la guerra. Por un lado, los nazis estrecharon lazos con Franco a la vez que consideraban al pueblo vasco como una región aliada para un futuro. Sin embargo, Franco había reprimido con fuerza el nacionalismo vasco —hubo 402 fusilados en la primera quincena solo en Donosti—, obligando a los principales líderes a huir a otros países, como Francia, Inglaterra e, incluso, hasta el continente americano. Muchos vascos luchaban en la resistencia, pero otros sentían que en el cruce entre dos fuegos, ni los franceses ni los españoles habían tratado bien a los vascos, «solo los alemanes». Quizás se habían olvidado del bombardeo de Gernika, apenas cuatro años antes.

Por otro lado había una parte del Gobierno nazi que consideraba a los vascos como un pueblo de «rojos separatistas», no convenientes para la expansión nacionalsocialista. Pero también figuras como Werner Best, Obergruppenführer de las SS, ayudante personal de Reinhard Heydrich y enviado a París durante la primera parte de la guerra que trató de convencer a sus superiores de la necesidad de encontrar los puntos en común entre ambas culturas. El contacto más cercano fue el de Eugéne Goyheneche, nacido en Ustariz (País Vasco francés) y afiliado al PNV, y que se reunió con Best para convenir los pasos a seguir y a quien manda un memorándum, ‘Euskadi y la Europa del futuro’, en el que «ensalza la figura de Adolf Hitler y presenta a los vascos como posibles aliados de los alemanes». Pero en Alemania, mayoritariamente, se mofaron del informe de Goyheneche.

Es en esa idea de hermandad vasco-alemana en la que se enmarca ‘Im Lande der Basken’, la película de Brieger, en cuyos créditos aparece el nombre de Viktor von Ihne, quien fue secretario de la Cancillería privada de Adolf Hitler entre 1933 y 1944. La película muestra los bailes regionales, las actividades agrícolas e incluso las actividades deportivas —como varios curas jugando a la pelota vasca— y retrata a muchos de los participantes en contrapicado, como muestra de una suerte de superioridad frente al espectador. Brieger recorre pueblos, filma lauburus y tradiciones intentando encontrar el nexo.

Sin embargo, la apertura del frente ruso y la derrota inminente de la Wehrmacht hicieron que estas relaciones llegasen a su fin. Aun así, con la caída del Reich, las fronteras españolas se abrieron para acoger a muchos colaboracionistas que tuvieron que salir corriendo después de la capitulación alemana. Sin embargo sería interesante imaginar aquella ucronía que empezó a tomar forma en la cabeza de Best y Brieger. Imaginar aquella unión imposible entre la esvástica y el lauburu.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-04-12/esvastica-bidasoa-documental-vascos-nazis_3030376/

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