El primer Rector de la UPAEP falleció en Puebla este martes 21 de mayo. La comunidad universitaria da su último adiós y rinde homenaje a quien fuera un ejemplo de coherencia y tenacidad.
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Mario Iglesias García Teruel, nació el 3 de julio de 1944, en la Angelópolis, es todo un personaje de la sociedad poblana. Egresado del Instituto Oriente, realizó sus estudios profesionales de Administración de Empresas en la Universidad Autónoma de Puebla, y más tarde realizó la maestría en Administración de Empresas en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.
Además, durante sus estudios profesionales, se dio tiempo para trabajar en el área de control de calidad en Textiles Atoyac, y posteriormente, en Hylsa de México, fue director de capacitación y desarrollo de personal de 1969 a 1974.
Desde su joven vida universitaria demostró, con un gran liderazgo y férrea y significativa participación estudiantil, sus firmes convicciones y sus valores trascendentes, que le caracterizaron en una vida plena de congruencia en ellos.
Como estudiante universitario, desde la presidencia de la sociedad de alumnos y posteriormente logrando el cargo de consejero universitario, participó en la lucha por la defensa de la autonomía universitaria, el academismo y la libertad de expresión y creencias, compromiso que siguió refrendando más adelante como maestro, como secretario, y finalmente como director de la Escuela de Administración de Empresas de la Universidad Autónoma de Puebla, participando de manera, por demás significativa, en la lucha que desembocó en la fundación de la UPAEP.
Con Rosario Rivero, la gran compañera de su vida, formó su familia, en la cual Dios les concedió cuatro hijos: Mario, Paola, Juan Pablo y por supuesto Claudia, quien triunfó con brillo propio en el campo académico y profesional, y a quien Dios llamó a su eterna gloria en pleno esplendor de su juventud.
Fue maestro fundador de la UPAEP, dando clases en la escuela de Administración de Empresas, y participó además solidariamente, en los procesos necesarios para fundar e iniciar la Universidad.
El muy difícil proceso, primero de subsistencia, y posteriormente de crecimiento y desarrollo de la UPAEP, no puede entenderse sino con el valiente y brillante liderazgo institucional que él realizó en los primeros años, pues en 1974 fue nombrado por el Patronato Fundador como Director Académico y Coordinador General, y posteriormente, en 1982, recibió la investidura como Primer Rector de la UPAEP, responsabilidad, que por su brillante ejecución, fue refrendada durante 17 años, hasta concluir el 9 de agosto de 1999. Esto después de haber logrado la primera acreditación de calidad institucional ante la FIMPES y de haber liderado el gran plan de proyección estratégica de la UPAEP, la Visión 2005, con el cual dio las pautas para que la universidad planteara su incursión y proyección al nuevo milenio.
Esos primeros años de vida de la UPAEP fueron verdaderamente difíciles en muchos sentidos; por supuesto hacia adentro de la institución, con fuertes demandas de crecimiento estudiantil, de profesores, de personal y procesos de gestión, de infraestructura y de sustentabilidad, pero quizás aún mayores los retos y exigencias externas, que no pocas ocasiones se manifestaron en fuertes cuestionamientos a la propuesta filosófica y educativa de la UPAEP.
Pero es de destacar la enorme resiliencia de Don Mario Iglesias, que su amplia capacidad y fuerte personalidad siempre supo enfrentarlos con argumentaciones claras, con acciones congruentes y tendiendo los primeros lazos de vinculación, con la educación en los ámbitos, estatal, nacional e internacional, de ello sólo baste recordar la conformación que realizó de la primera Unión de Rectores de Puebla, del Primer Consejo de Educación Superior Estatal y sobre todo de sus trabajos en la fundación de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior, FIMPES, de la cual fue presidente en dos periodos, y de su Vicepresidencia en la Organización Universitaria Interamericana. Además de su participación en los patronatos del Instituto México de Puebla, del Colegio Victoria de Teziutlán y del Colegio Miguel Hidalgo y Costilla en Atlixco.
Al ser tantas, difícil verdaderamente resulta resaltar sus mayores contribuciones a la conformación de UPAEP, pero sin duda, su gran capacidad administrativa, su visión estratégica y muy particularmente un trato siempre cercano con alumnos, profesores y compañeros de trabajo fueron características particulares. La inmensa gratitud y el gran reconocimiento de miles de egresados, de profesores y funcionarios universitarios, son pruebas inequívocas del reconocimiento al gran cariño, calidad y valor que siempre desinteresadamente puso en ello.
Don Mario, además, fue siempre un gran y talentoso deportista, y entendiendo que el deporte es un complemento necesario en la formación integral, fue siempre un gran impulsor del mismo, los prestigiados equipos de las “Águilas UPAEP” son el fruto de su iniciativa y aliento.
De su compromiso social debemos recordar su significativa contribución como Consejero en el Instituto Estatal Electoral, la creación que realizó del Instituto Municipal de Planeación y la innumerable participación en múltiples consejos e instancias sociales.
Otras de sus aportaciones las desarrolló en el ámbito cultural, de lo cual sobresalen su participación en el Consejo de FUNDICE, la fundación del Museo UPAEP, el Programa de Becarios de Comunicación Social de la CELAM y la Fundación de la renovada tradición de la Procesión de Viernes Santo en Puebla.
Hombre de una intensa convicción espiritual, vivió plenamente su vida personal, familiar y profesional con una mirada y sentido de trascendencia, con sentido de esperanza y de fe profundas.
El Maestro Mario Iglesias, poseedor de un gran carisma, por su liderazgo y por su preocupación en la contribución social, educativa, deportiva y cultural, tuvo una vida plena de contribuciones y logros en todos estos campos. Y por lo significativo del hecho es importante destacar que recibió de manos del entonces Presidente Municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, la Cédula Real de la Fundación de la Angelópolis que es el máximo reconocimiento que entrega el Ayuntamiento Poblano.