Líbano permanece en alerta ante una inminente escalada entre Irán e Israel
Helena Pelicano / Beirut. Servicio especial / La Vanguardia
Cuando aterrizan en Beirut, los aviones pasan tan cerca de la ciudad que prácticamente acarician con sus alas los rascacielos de la costa. “Cualquier día ocurrirá un desastre”, dice un amigo desde el paseo marítimo, mientras uno de estos vuelos, de una aerolínea turca, maniobra con habilidad justo delante de nosotros y encara la pista de aterrizaje, un poco más al sur.
Un par de días antes, otro vehículo aéreo mucho más pequeño, un dron bomba israelí, acabó con la vida de Fuad Shukr, uno de los comandantes de Hizbulah, y de otras cuatro personas a tan sólo un par de kilómetros del lugar donde nos encontramos.
El ataque, preciso, despertó las alertas en el país, que no había visto algo similar desde que comenzó la guerra el pasado 7 de octubre. La sombra de una posible ofensiva ha ido extendiéndose desde entonces, y un gran número de embajadas, entre ellas las de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón, han pedido a sus nacionales que salgan corriendo antes de un posible desastre que, hasta ahora, nadie ha sabido concretar.
El consulado estadounidense incluso pidió a aquellos insensatos que decidieran permanecer en las playas libanesas que “acumulen víveres” y se preparen para “pasar un largo tiempo sin dejar el país”. También comenzó la evacuación de su personal diplomático no esencial. En ese sentido, la propia embajada española ha aconsejado a los residentes y turistas “mantenerse al tanto de todas las recomendaciones de viaje y alertas de seguridad”.
El aeropuerto de Beirut-Rafiq Hariri, encastrado entre el Mediterráneo y las barriadas del sur de la capital, controladas por Hizbulah, es la única puerta de entrada y salida del país. El vecindario lo complica: una Siria inestable al norte y este, y un Israel beligerante al sur, impiden cualquier salida por tierra, y la conexión marítima con la isla de Chipre lleva años cerrada. Antes del estallido del conflicto en la franja de Gaza, más de 14.000 pasajeros pasaban por allí a diario, una cifra que ha caído poco o poco por la posibilidad de una escalada.
Nada de eso le preocupa a Eddie, un cristiano del sur de Líbano que espera en la terminal de salidas a que su vuelo, retrasado en tres ocasiones, despegue de una vez. Vive en Australia, y su mayor preocupación no son los drones israelíes, sino llegar tarde a una reunión. “Desde mi pueblo, Marjayún, puedo ver todas las noches los cohetes de Hizbulah. Soy libanés, estoy acostumbrado a estas cosas”, asegura ante el panel de información y mira el móvil a la espera de un correo que confirme su vuelo. Maya, su mujer, ha decidido aprovechar las vacaciones escolares de sus hijos y quedarse un mes más. “Les hemos explicado la situación y aun así no están preocupados”, explica. “Es imposible sentir miedo en un lugar tan bello”.
Sucede lo mismo con Zeinab, una joven siria que lleva desde las cuatro de la mañana dormitando en un asiento junto a sus seis familiares y una decena de maletas para poder viajar a Londres, donde reside desde hace diez años. Su vuelo original, previsto para el pasado día uno, fue cancelado y sospecha que esta vez volverá a suceder lo mismo.
Prácticamente la totalidad de las 17 aerolíneas que operan en Beirut, en especial las europeas, han suspendido o retrasado sus operaciones hasta que los ánimos se calmen. La alemana Lufthansa, de la que dependen otras compañías menores, ha pospuesto todos sus vuelos hasta el 18 de agosto, así como Air France o Air Europa.
Con las vías terrestre y marítima cerradas, el aeropuerto beirutí es la única puerta de entrada y salida
Según una fuente del sector aéreo libanés, que prefiere no decir su nombre, “algunas compañías toman la decisión para evitar pagar seguros de cancelación, mientras que otras lo hacen por simples motivos de seguridad”.
Las líneas del mundo árabe y el golfo Pérsico son menos asustadizas, como Qatar Airways o Egypt Air, que simplemente han cambiado el horario de sus vuelos nocturnos a las horas centrales del día. “Ahora mismo, volar de noche no garantiza la seguridad del avión”, asegura la trabajadora, quien está segura de que “todo volverá a la normalidad en unos días”.
Pero no todos quieren marcharse. Justo en la planta inferior, mucho menos abarrotada, se encuentran aquellos que, en contra del sentido común, van en dirección contraria. De la puerta de salidas van apareciendo pasajeros cansados, en su mayoría libaneses que regresan a casa.
Las aerolíneas árabes mantienen la conexión con Líbano pero evitan volar de noche por seguridad
Amir sostiene un ramo de flores mientras espera con impaciencia a su mujer, que regresa de unas vacaciones en Dubai. Es chií. “El único temor de mi esposa era no poder volver a tiempo –comenta–. Da igual lo que intenten los israelíes. Ambos creemos en Dios”.
Los hoteles en las zonas más amistosas del país, en especial en los pueblos costeros del norte, siguen al completo. El turismo de playa y cultural son uno de los grandes atractivos que, entre otras cosas, le valieron a Líbano el calificativo de la Suiza de Oriente Medio . “Seguimos recibiendo muchas reservas”, dice Omar, propietario de un hotel en Beirut. “Sólo uno de nuestros huéspedes se ha ido antes de tiempo, y otros tres han cancelado porque no han podido llegar”, añade. “Mira a tu alrededor, ¿ves algún motivo para irte?”.
Y tiene razón. La vida sigue en la ciudad, donde los cafés y las tiendas siguen llenas. Incluso después del atardecer, cuando el helicóptero del ejército libanés realiza su patrulla nocturna. Los clubes de moda en la parte cristiana de Beirut continúan anunciando sesiones de tecno para los próximos días, justo cuando se prevé que Irán ataque Israel y la región caiga en una guerra total.
Finalmente encuentro una beirutí realmente preocupada. Aida, “como en la ópera de Verdi”, precisa ella misma. Una mujer de 72 años que admite haber tomado “algún relajante” estos días y que aún tiene esperanza de que su vuelo con destino a Casablanca despegue pronto. Su hijo le pidió que abandonara el país cuanto antes. “He vivido muchas guerras –asegura, resignada–. Este lugar no merece tanta violencia”.
Mientras hablamos, suenan dos explosiones, graves y muy seguidas. Aida mira primero a su marido, que está sentado a su lado, y luego a mí. “¿Otra bomba, como la del otro día?”.
Rápidamente, consulto redes sociales. Falsa alarma. Tan sólo eran dos cazas israelíes rompiendo la barrera del sonido sobre nuestras cabezas. Un pequeño recordatorio de que, por mucho que el goce y la buena vida continúe, todos los libaneses tienen ahora un ojo puesto en el cielo.
Irán pide al mundo árabe que elija bando
Irán pide a los países árabes que escojan bando ante su “venganza” por el asesinato de Ismail Haniye. El ministro de Exteriores iraní, Naser Kanani, aseguró ayer que no busca aumentar las tensiones pero considera necesario castigar a Israel para prevenir más inestabilidad. Teherán ha convocado una reunión de urgencia de la Organización de la Cooperación Islámica mañana para discutir los pasos a dar. Kanani pidió también a EE.UU. que deje de apoyar a Israel, y acusó a la comunidad internacional de fallar en su deber de mantener la estabilidad regional.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/internacional/20240805/9854713/ultimas-horas-salir-beirut.html