Parece que los estudios realizados hasta ahora y las opiniones entre los profesionales aportan datos variados y diversos. En lo que sí existe más acuerdo es en la necesidad de apostar por la responsabilidad afectiva.
Patricia Fernández Martín / ethic
Es la eterna pregunta. Cada cual proyectará una respuesta basada en las vivencias propias o ajenas. Los hay que tienen dudas, afirmando que tarde o temprano va a surgir algún sentimiento o atracción. Dicen que verían raro que su pareja empezara a quedar con un amigo/a, a no ser que se conocieran de toda la vida.
En el lado contrario, quienes necesitan firmemente estas amistades, incluso con una brizna de atracción. Comentan que les resulta necesario ver la perspectiva del otro sexo y que buscan frecuentemente conocer gente nueva tanto en el trabajo, en la universidad o en una nueva actividad. Tener amigos del sexo contrario enriquece su comprensión del mundo. Julián Marías escribió que siempre había creído que sus mejores amigos eran sus amigas, ya que si alguien era capaz de comprender desde cerca otra vida humana y darle compañía, era una persona del otro sexo.
En lo que sí parece que hay acuerdo mayoritario es en que, si se traspasa una línea, esa amistad no vuelve a ser lo que era… o quizás, pueda pasar a una segunda fase, como en Cuando Harry encontró a Sally. Y esto no es tan infrecuente como parece. Algunos estudios señalan que hasta un 68% de las relaciones sentimentales comienzan a partir de una amistad de dos años.
Más allá de responder a la pregunta de si puede existir una verdadera amistad desinteresada entre un hombre y una mujer heterosexuales, sí parece que, en general, existen diferentes maneras de concebir la amistad entre los hombres y las mujeres. Robin Dunbar explica en su libro Amigos. El poder de nuestras relaciones más importantes que los hombres no tienen tanta necesidad de desahogarse en sus encuentros con sus amigos ni buscan tanta profundidad, sino que más bien establecen relaciones a partir del hacer en grupo, es decir, de llevar a cabo actividades compartidas como ir al bar, hacer deporte o ir a un concierto. Las mujeres, en cambio, necesitarían en sus amigas sentirse escuchadas en una conversación más íntima y cara a cara.
Estas diferencias a la hora de entender la amistad en general pueden extrapolarse a la hora de interpretar una relación de amistad con el sexo contrario. Investigaciones, como esta de la Universidad de Wisconsin, concluyen que los hombres suelen magnificar el nivel de atracción sentido por sus amigas mujeres, mientras que las mujeres tienden a subestimar el nivel de atracción sentido por sus amigos hombres. Este estudio encontró que los hombres rompían más el código amistoso para lanzarse que las mujeres, si notaban señales. Esta conclusión se aplicaba, sobre todo, cuando los dos amigos estaban solteros. Cuando uno de los dos tenía una pareja estable, la amistad se veía menos resentida.
Muchas confusiones vienen reforzadas por los roles y estereotipos de género fomentados por el contexto social. Por ejemplo, que se haya educado a los hombres en ideas como que, si una mujer cuida más de un hombre o se muestra especialmente cariñosa, es que quiere tener algo con él. Esto ha llevado a que muchas mujeres hayan evitado estas relaciones de amistad basándose en el miedo o directamente no las hayan empezado.
Los profesionales del campo de la salud mental también aportan teorías diferentes sobre si una amistad entre hombres y mujeres heterosexuales se puede dar sin atracción. Pablo Malo, desde una perspectiva evolutiva, sostiene que «en una amistad entre hombres y mujeres heterosexuales siempre va a haber una tensión sexual que no tiene por qué activarse». Según él, esta tensión se puede sublimar o llevar de forma platónica. Aporta un dato curioso: que estas relaciones podrían ser «parejas de recambio» o «suplentes» según la hipótesis del cambio de pareja. Esta teoría argumenta que se cultivan esas relaciones de recambio (job husband o work spouse) que podrían pasar a ser reales según fueran las circunstancias de la vida. Parece que habría, de media, tres parejas de recambio y la búsqueda de parejas alternativas seguiría activada incluso entre quienes mantienen relaciones felices. Las personas se sentirían molestas incluso si su pareja «de reserva» se involucrara seriamente en una relación sentimental con otra persona. Sobre si este mantenimiento de parejas de recambio es algo consciente o inconsciente, Pablo Malo opina que hay grados de consciencia y que depende de la personalidad del individuo. Las que cultivan esas amistades/parejas de recambio con toda la intención para tirar de ellas cuando lo necesiten, probablemente tienen rasgos de lo que se llama la tríada oscura como psicopatía, narcisismo y maquiavelismo.
Olalla Martínez Rubín, psicóloga, psicoterapeuta, sexóloga y terapeuta de pareja, opina que las amistades de distinto sexo no tienen por qué sentirse atraídas sexualmente entre ellas, sino que la mayoría se sentirían vinculadas de una manera intelectual o afectiva. Cundo el componente erótico-sexual no está, el vínculo de amistad es posible dando lugar a algo parecido al amor fraternal, según ella.
Para el Dr. Diego Padilla Torres, psicólogo clínico especialista en infancia y adolescencia que trabaja en los servicios de salud mental del Hospital Puerta de Hierro (Madrid), las generalizaciones son un tanto inertes. Lo que sí percibe es que las relaciones de amistad entre adolescentes serían más flexibles. Les califica como más atrevidos y menos intelectualizadores a la hora de dar el paso y cree que la presencia de una posible atracción sexual no les impediría mantener un sentimiento de ayuda o de cuidado hacia su amigo/a. Los adolescentes de hoy en día son más flexibles a la hora de tener la libertad de descubrir. Este profesional, que se basa en la teoría de las relaciones objetales –de Kernberg y con apuntes feministas de Chodorow–, señala que las relaciones heterosexuales de amistad en los adultos dependerán de cómo se hayan internalizado las relaciones vinculares de la infancia a través de lo vivido en la familia y los círculos cercanos.
El deseo sexual sobre amistades heterosexuales es algo complejo que tiene que comprenderse desde un desarrollo individual de vínculos previos. Si los vínculos en la infancia con personas de otro sexo han sido satisfactorios a nivel de amistad, Padilla no cree que los hombres o mujeres heterosexuales adultos tengan que sentir excitación o atracción. Para él, la clave en quienes dan salida a esos sentimientos más sexuales se relaciona con no tener una relación de pareja satisfactoria.
Por lo tanto, aunque de forma natural se vean con buenos ojos las amistades entre hombres y mujeres heterosexuales, parece que los estudios realizados hasta ahora y las opiniones entre los profesionales aportan datos variados y diversos. En lo que sí existe más acuerdo es en la necesidad de apostar por la responsabilidad afectiva, es decir, que convendría tener unas reglas claras cuando alguno de los dos amigos comience a sentir algo más. En ese caso, y como en cualquier otra amistad a cultivar, se necesita una dosis de sinceridad y transparencia si las expectativas cambian o si se producen malentendidos. Y luego, elegir si merece la pena seguir siendo amigos o lanzarse.