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El gran experto que estudia la muerte de las democracias: «Enfrentarse a un líder autoritario en un país democrático es agotador y cansa pronto a la gente» | Papel

Este politólogo de la Universidad de Harvard llama en su ensayo ‘La dictadura de la minoría’ a hacer reformas para revertir la deriva autoritaria y forjar una democracia más fuerte. «Una nueva victoria de Donald Trump es más peligrosa que la primera: ahora tiene experiencia», dice

El gran experto que estudia la muerte de las democracias:  "Enfrentarse a un líder autoritario en un país democrático es agotador y cansa pronto a la gente"

Jorge Benítez / Texto / Ángel Navarrete / Fotos / PAPEL

En la recepción de un hotel del barrio madrileño de Chamberí espera Daniel Ziblatt (1972), politólogo y profesor de la Universidad de Harvard. Este miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias es una autoridad en el estudio de la democracia y el autoritarismo que se hizo famosa gracias al ensayo superventas Cómo mueren las democracias, escrito en 2018 junto a su colega Steven Levitsky.

Su nuevo libro, también firmado al alimón con su pareja académica, se llama La dictadura de la minoría (Ed. Ariel) y ha salido a la venta esta semana. Se trata de una obra que trata de explicar cómo los partidos políticos se vuelven contra la democracia y las libertades civiles en una época convulsa en la que la tentación populista se impone en varios puntos del planeta.

PREGUNTA: Cómo mueren las democracias fue escrito casi como un manual de prevención en 2018. ¿Es el diagnóstico más desalentador hoy que entonces?

RESPUESTA: La elección de Joe Biden f ue positiva para su partido y para la democracia americana, pero una nueva victoria de Donald Trump supondría una amenaza mayor que en 2016, porque él tiene planes más desarrollados y más experiencia. En cuanto al mundo en general, depende de cada país. En unos se detectan avances y en otros, retrocesos.

P: La dictadura de la mayoría puede describirse como la posibilidad de que un gobierno utilice la mayoría popular o parlamentaria para borrar a la oposición. ¿En qué consiste la dictadura de la minoría?

R: En primer lugar, tengo que decir que la dictadura de la mayoría es un problema de muchos países. La hemos visto en la actual Hungría o en la Venezuela de Hugo Chávez en los 90. Pero la democracia se enfrenta también en otros lugares a otro desafío cuando las mayorías electorales son incapaces de alcanzar el poder y, cuando lo logran, no pueden gobernar. Es importante entender que la democracia es más que el gobierno de la mayoría, pero sin el gobierno de la mayoría no hay democracia. La cuestión es cómo equilibrar todo.

P: Reclama para eso «democratizar la democracia». ¿Para eso quién debe dar el paso: las instituciones o la sociedad civil?

R: Las instituciones no nos van a salvar, nos tenemos que salvar nosotros mismos. Por eso hay que movilizarse.

P: Habla de los políticos leales y de los semileales a la democracia. Estos últimos pueden ser, como mínimo, cómplices de su colapso. Cita incluso el caso de la II República española catalogando de ‘desleales’ a los partidos de centro derecha y de centro izquierda en un camino que desembocó en la Guerra Civil.

R: Los líderes políticos leales deben hacer tres cosas: aceptar los resultados electorales, no recurrir a la violencia para luchar por el poder y alejarse de la gente de su mismo campo ideológico cuando ésta se radicaliza o muestra actitudes antidemocráticas. Los semileales en apariencia son iguales. Tienen el aspecto de cualquier político y van con traje y corbata. No toman el Congreso, sino que forman parte de él. Sin embargo, se les reconoce cuando se niegan a criticar, o incluso justifican, comportamientos antidemocráticos. Son arribistas que juegan a dos bandas y aspiran al poder. Esto puede ser fatal. Se comprobó en la España y la Alemania de los años 30, así como en la Latinoamérica de los 60 y 70. Los políticos semileales son aquellos que, perteneciendo al establishment, son responsables de ayudar a los autoritarios a socavar la democracia.

P: En ese caso pone el foco en los partidos conservadores, muy presionados en la actualidad por la pujanza del populismo de derechas. Me refiero a la confianza de creer que se puede dominar a la bestia populista, como sucedió con Von Papen con la ascensión al poder de Hitler en Alemania. ¿Es ese el gran peligro que se cierne sobre la derecha moderada?

R: Podría serlo. Esta deslealtad afecta al establishment de todas las ideologías, pero es cierto que en la Alemania que usted menciona fue protagonizado por la derecha. Los políticos del establishment creen que dada su experiencia pueden manejar cualquier situación y que puede compensarles apoyar a alguien muy popular que les aporte la energía necesaria para catapultarlos al poder. Así que forman alianzas con quien sea para resultar más atractivos ante el electorado. Un cálculo erróneo.

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P: ¿Actualmente qué populismo ve más peligroso: el de izquierdas o el de derechas?

R: Ambos. No por los partidos en sí y su ideario, sino cuando sus líderes deslegitiman un resultado electoral y fomentan la violencia. A mí que exista un partido político que hable de cerrar las fronteras a los inmigrantes puede que no me guste, pero no hay duda de que la idea política que plantea es completamente legítima. Lo que ya dejaría de serlo es si dentro del país a estos inmigrantes se les tratara de forma distinta simplemente por tener un origen étnico diferente. En Latinoamérica hemos visto en la última década amenazas populistas que provenían de la izquierda, pero actualmente en EEUU y Europa la mayor amenaza proviene del populismo de derechas.

P: EEUU vive en una encrucijada y usted cree que será una democracia multirracial o que no será una democracia. En resumen, no hay paños calientes.

R: Así es. El país necesita una democracia que reconozca la diversidad, sin importar el pasado de la gente, y en la que todos tengamos los mismos derechos. En EEUU tenemos ese desafío y en Europa, también. Por supuesto, ese inclusismo genera reacciones en contra, algo que es recurrente en la Historia.

P: En su país la polarización continúa. ¿Cree que la sociedad civil es lo suficientemente madura para encarar unas elecciones muy convulsas?

R: No soy muy optimista. Después de la elección de Donald Trump hubo una gran movilización ciudadana. El problema es que enfrentarse a un autoritario dentro de una democracia es un trabajo agotador y la gente se cansa pronto. Por eso mucha gente votó por Biden. Tenían la esperanza de que resolviera todos los problemas.

P: ¿Cómo valora su presidencia?

R: Creo que ha sido exitosa. Pero el regreso de Trump y todos los mensajes que está lanzando conlleva muchas implicaciones. La situación va a exigir más movilización ciudadana, como se ha visto en otros países. En Alemania hace cuatro meses miles de ciudadanos se manifestaron contra las propuestas de la extrema derecha. Eso en EEUU no se ha producido.

P: ¿Por qué considera que el Partido Republicano ha renegado de la democracia?

R: Se trata de un puzle confuso y complejo. Es muy difícil encontrar analogías para explicar lo que les ha pasado a los republicanos. Un factor muy importante para entenderlo es ver cómo desde los años 60 la sociedad americana se ha hecho muy diversa. El Partido Republicano es principalmente blanco y cristiano y los cambios demográficos hacen que le resulte cada vez más difícil lograr mayorías y pierde atractivo para el votante que no tiene su perfil tradicional. A esto hay que sumar que muchos de sus votantes interpretan todos los cambios que se vienen produciendo en las últimas décadas como una amenaza existencial a su modo de vida. Una base electoral que se siente amenazada y la sensación de no poder ganar pueden hacer que un partido político se desvíe de la democracia.

P: Los partidos tienen pavor a perder el poder porque creen que no lo recuperarán. ¿La derrota los modera?

R: Cuando las instituciones dan el poder a las minorías electorales estas transiciones son más complicadas. Por regla general, cuando un partido pierde las elecciones, tiende a moderase, a cambiar de candidato y buscar atraer a nuevos votantes. Pero el Partido Republicano no ha tenido que hacer eso, porque artificialmente está apoyado por las instituciones y eso le permite radicalizarse sin ser castigado en las urnas.

P: Los republicanos pueden ganar la presidencia con un 47% de los votos. Entiendo que si necesitaran superar el 50% eso les llevaría a tener un discurso más centrista y aglutinador. 

R: Le doy la razón. Piense que EEUU es la única democracia en la que puedes perder la elección en número de votos y ganar la presidencia. Si en 2016 Trump, que tuvo menos votos que Clinton, no hubiera llegado a ser presidente, el partido no le hubiera dejado presentarse otra vez en 2020 y perder de nuevo. Hoy no sería candidato.

P: Ha mencionado el caso peculiar del colegio electoral. Lo cierto es que su democracia tiene muchas otras particularidades y contrapesos. Por ejemplo, los jueces del Tribunal Supremo son cargos vitalicios. ¿Esto hace más resiliente a esta institución o más frágil? Se lo digo porque en España el órgano principal de los jueces lleva tiempo paralizado y en crisis con mandatos agotados.

R: Los jueces deben estar más allá del alcance de las mayorías, pero no deben perder el contacto con la ciudadanía ni tomar decisiones totalmente opuestas a esta, porque eso les haría perder su legitimidad. En EEUU hay una propuesta para que haya un límite de 18 años para los jueces nacionales. Esto permitiría que fueran independientes de quienes les nombran y también que la generación siguiente no tenga que asumir unos jueces impuestos por la anterior. Algo que genera tensiones y hace que el proceso de elección esté muy politizado y sea desastroso. Necesita reformarse.

«Las instituciones no nos van a salvar, nos tenemos que salvar nosotros mismos»Daniel Ziblatt, autor de ‘La dictadura de la minoría’

PREGUNTA: El presidente del Gobierno español generó una gran controversia al declarar que había que combatir los bulos y la desinformación de los «pseudomedios». ¿Es peligroso que el poder tenga la tentación de decidir lo que es verdad y lo que no? 

RESPUESTA: Supongo que depende del dirigente político que lo haga. Desde luego la libertad de expresión y de prensa son esenciales para una democracia y deben ser protegidas. Pero también es cierto que cada generación se enfrenta a retos nuevos y tanto EEUU como Europa aún no saben cómo luchar de forma efectiva contra las fake news. Hay que tener en cuenta que otro pilar de la democracia, según los teóricos modernos, es tener acceso a la información para tomar decisiones informadas. Los bulos llevan a la polarización.

P: ¿Se atreve a proponer una solución?

R: Una sería entrenar a los ciudadanos para que estén alerta y consuman información de la manera más adecuada. Eso debe empezar en la escuela, pero hablamos de un proceso cultural lento. Como pasa con el capitalismo, que necesita ser regulado, no hay que olvidar que los medios de comunicación son un negocio. Y por lo tanto debe haber cierta regulación. ¿Pero dónde está el equilibrio? Esa pregunta es la más difícil de contestar.

Dos días después de la entrevista se produjo el atentado contra el primer ministro eslovaco Robert Fico. Por Whatsapp se le preguntó a Ziblatt por el impacto de este suceso y si creía que provocaría una ola de violencia. «Trágicamente, la violencia es una amenaza para la democracia en todas partes», contesta. «La cuestión clave es cómo responden a ella las principales élites políticas: ¿la condenan sin ambigüedades o no? Responder a ella de forma responsable es esencial para la democracia».

LA DICTADURA DE LA MINORÍA

Steven Levitsky y Daniel Ziblatt

Editorial Ariel. 395 páginas. 23,65 euros.

Fuente: https://www.elmundo.es/papel/el-mundo-que-viene/2024/05/22/6647345821efa069718b457b.html

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