Según el informe de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia en México, eso se explica por la permanente subestimación de la gravedad del virus; la centralización y personalización de las decisiones y la política de austeridad.
Diego Badillo / El Economista
México fracasó en su respuesta a la pandemia de Covid-19, debido a que se subestimó la gravedad del virus; la centralización y personalización de las decisiones y la política de austeridad. “Son errores que se atribuyen directamente a los tomadores de decisiones, a quienes instrumentaron las medidas y a quienes condujeron la comunicación de los mensajes a la población”, concluye el informe de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia de Covid-19 en México.
El documento elaborado por una comisión integrada por 17 personas y cinco más en el equipo de investigación, considera que la pandemia es la catástrofe humana más grande que ha vivido México en un siglo.
A esa conclusión llegaron al señalar que México ocupa el cuarto lugar mundial en muertes en exceso, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), después de Perú, Bolivia y Ecuador (países mucho más pobres).
Eso significa que aproximadamente 6.4 de cada 1,000 mexicanos murieron a causa de la pandemia (directamente por Covid o indirectamente por el trastocamiento de las condiciones normales).
«Los indicadores sobre el impacto de la pandemia en México son devastadores y por eso inocultables: más de 800,000 muertes en exceso (una de las tasas más altas del planeta); el país con mayor mortandad entre su personal de salud; la orfandad de más de 215 000 menores; la reducción neta de su matrícula escolar y el grave impacto económico, entre muchos otros hechos aquí documentados, exigen la reconstrucción de esa historia y el conocimiento de esa verdad”.
El documento plantea la siguiente pregunta ¿Qué tan significativo es el exceso registrado en México?, es decir, la mortalidad registrada frente a la que, dadas las condiciones estructurales del país, habría sido esperable con un desempeño promedio
Y la responde así: Las cifras de la OMS ubican las muertes en exceso en México en 612,370 (sólo en 2020 y 2021); en contraste, el modelo estadístico discutido arroja que, en esos dos años y dadas las condiciones prepandemia, en el país eran esperables 387,338 muertes en exceso (intervalo de incertidumbre de 95%: 114 968-335 097).
Es decir, 225,000 de las muertes en exceso de 2020 y 2021 no son atribuibles a los factores frecuentemente invocados, como el estado del sistema de salud y la prevalencia de enfermedades crónicas.
Según esta estimación, añade el documento, al menos 36.8% de las muertes en exceso en México no pueden reducirse a esas condiciones subyacentes. “Si ese porcentaje se aplica al número de muertes en exceso reportado por el sistema de vigilancia epidemiológica de la Secretaría de Salud para toda la emergencia sanitaria (808,619 por canales endémicos), se obtiene que al menos 297,150 de las muertes en exceso ocurridas en México no pueden explicarse aduciendo determinantes estructurales que escapaban al control de las autoridades gubernamentales”.
¿Por qué fracasó México?
El informe expone que las autoridades federales no cumplieron cabalmente con sus funciones de rectoría nacional y no asumieron la responsabilidad política de coordinar una respuesta coherente y unificada.
La relación con las entidades federativas resultó episódica y tirante en medio de una inexplicable aversión y descoordinación con el sector privado.
Desde su perspectiva, ambas conductas segmentaron y entorpecieron el conocimiento y las acciones concretas de respuesta a la pandemia. “Las áreas de confrontación entre el gobierno federal y los gobiernos locales abarcaron desde el uso de cubrebocas hasta la realización de pruebas diagnósticas, pasando por la validez del modelo centinela y los planes de vacunación.
Además, añade, “en una desafortunada coincidencia”, la pandemia llegó a México en el primer trimestre de 2020, precisamente cuando el gobierno introdujo un abrupto cambio institucional: la creación del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi).
Asimismo, añade, en esos momentos, instrumentaba una modificación drástica en el mecanismo para la adquisición de los medicamentos, justo en una coyuntura que exigía obtener con urgencia fármacos, implementos y vacunas, continúa.
En opinión de esos especialistas, esos fueron dos cambios inciertos y mal concebidos que complicaron la respuesta a una crisis de grandes dimensiones.
También hacen referencia a lo que llaman “el experimento fallido del Insabi y la cancelación del Seguro Popular profundizaron la debilidad del sistema de salud mexicano”.
Refieren que, en 2018, 20.1 millones de mexicanos (el 16% de la población) carecían de acceso a la salud. Pero en 2022 la falta de acceso a la salud alcanzó a 50.4 millones de personas (el 39%), y ese enorme quebranto en las capacidades del sistema estaba ocurriendo cuando arribó la pandemia.
También mencionan que, por la política de austeridad, grandes sectores de la población y grupos vulnerables —trabajadores, especialmente los que trabajan en la informalidad— no pudieron quedarse en casa. La ausencia de apoyos económicos específicos para los que deben salir diariamente en busca de sustento es uno de los errores críticos de esta gestión.
Errores en conteos de pacientes
Enfatiza que el sistema de información utilizado por las autoridades para la toma de decisiones y la comunicación a la sociedad dejó de captar alrededor de 35 de cada 100 muertes por Covid-19.
El reporte destaca que, durante la segunda ola, con pico en enero 2021, fue la más mortal de toda la emergencia. Tan solo en diciembre de 2020 y enero de 2021, ocurrieron en el país más de 153,000 muertes en exceso.
“En esta coyuntura crítica ocurrió una falta grave por parte de las autoridades, quienes, incumpliendo lineamientos oficiales, utilizaron datos falsos o incorrectos para el cálculo del semáforo de riesgo y pospusieron la implementación de medidas sanitarias”.
Llama la atención que, como por el incumplimiento de las autoridades, la Ciudad de México aportó el 24% de las muertes en exceso durante diciembre 2020-enero 2021 (sin contar la zona conurbada), a pesar de que representa sólo 7.3% de población total del país y considera que la pérdida de esperanza de vida al nacer en la CDMX cayó 9.2 años, más del doble de la caída nacional.
También menciona que la pandemia alteró los patrones de lugar de fallecimiento.
Según los especialistas que redactaron el informe, en México, el porcentaje de muertes ocurridas fuera de unidades médicas aumentó aproximadamente cuatro puntos porcentuales durante la pandemia (sobre un volumen total de muertes también más alto).
Además, refiere que, en comparación, un estudio de 32 países mostró un aumento de 1.3 puntos porcentuales. “Es decir, el aumento de la mortalidad fuera de unidades médicas en México es aproximadamente tres veces mayor”.
Por otra parte, da cuenta que durante la pandemia se registraron 4,843 muertes de personal de salud por Covid-19, lo cual es la cifra más alta registrada en todo el continente americano.
“El país vivió no sólo un fenómeno de alta mortalidad, sino de alta mortalidad prematura. En el mundo, 20 de cada 100 muertes por Covid fueron de personas menores de 60 años; en México, 38 de cada 100 muertes por Covid fueron de personas menores de 60 años”, indica.
En 2020 y 2021, el número de muertes entre personas de 35 a 44 años aumentó 47% en comparación con 2019 (prepandemia). Para el grupo de 45 a 54 años, el aumento fue aproximadamente de 70%. En comparación con el mundo, muchos adultos jóvenes perdieron la vida
En opinión de esos especialistas, “pudo ser diferente” y lo argumentan de la siguiente manera: Un modelo estadístico basado en datos de muertes en exceso de la OMS y considerando múltiples factores “estructurales” (prevalencia de enfermedades crónicas entre la población, gasto en salud, calidad del sistema de salud, tamaño de la economía informal, urbanización, niveles de desarrollo económico y estructura demográfica, entre otros) indica que al menos 37% de las muertes en exceso en México no son atribuibles a las condiciones del país pre-pandemia. Esto representa cerca de 300,000 muertes durante toda la emergencia sanitaria (respecto de las 808,000 muertes en exceso totales).
En el apartado de conclusiones menciona “la intención de este informe es comprender la experiencia y aprender de las lecciones de esta gran catástrofe para evitar tragedias similares en el futuro. Es decir, aprender para no repetir.”.
Asegura que el producto final de esta investigación es resultado de múltiples actividades en paralelo; entre otras, las entrevistas realizadas a medio centenar de actores clave, funcionarios federales y estatales, legisladores, comunidad científica y académica, líderes de opinión, así como personal de salud que trabajó en la primera línea.