Los Periodistas

Cuando se cumplen 10 años de la publicación de ‘Sapiens’, el fenómeno editorial más fascinante de lo que llevamos de siglo, hablamos con su autor sobre cómo esta obra cambió su vida y se convirtió en oráculo de magnates y presidentes

ODED BALILTY AP

JORGE BENÍTEZ / PAPEL

Cuando un virus asustó y encerró al mundo, la orden que circulaba en todos los medios de comunicación importantes era conseguir una opinión de Yuval Noah Harari (Haifa, 1976). Para lograrlo había que taladrar con peticiones a la editorial que lo publicaba en cada país o a su agente literario. Lograr una respuesta afirmativa daba prestigio al medio y también audiencia de lectores o televidentes.

Sucedió exactamente lo mismo el día que Vladimir Putin ordenó a su Ejército que cruzara la frontera ucraniana o cuando ChatGPT nos enseñó que la inteligencia artificial no era una cosa futurista, sino un compañero listo que quizás nos pudiera quitar la silla en el trabajo más pronto que tarde.

Y qué decir de la guerra de Israel con Hamas.

Todos quieren un harari.

Lo más fascinante de esta persecución es que el hombre más solicitado no era epidemiólogo ni profesor de Relaciones Internacionales. Tampoco un informático. Harari es un historiador.

Eso no importaba. Tal es su popularidad y carisma que no es de extrañar que algún periodista avezado hubiera intentado tantear su contacto para arrancarle una declaración sobre Rubiales o de la amnistía a Puigdemont. Harari se ha convertido en el oráculo, sea en Tel Aviv, Washington o Tokio. En Pretoria y Madrid. Y además un oráculo que mira tanto hacia atrás como hacia delante.

Nos asombró hablando del pasado con Sapiens y del futuro en Homo Deus, ambos publicados en España por Debate. ¿Cómo no le vamos a preguntar por cosas del presente?

Sin embargo, esta demanda es relativamente reciente.

«Hace 10 años nadie quería entrevistarme sobre nada», dice Harari. «Tenía muchas ideas que quería compartir, pero no tenía un público que me escuchara. Ahora me sucede lo contrario».

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Entonces llegó Sapiens y este hombre de apariencia frágil, de un inglés pulcrísimo, judío mizrajim de origen libanés, gay y vegano es el intelectual de cabecera de magnates de Silicon Valley y de presidentes del Gobierno. Alguien que se subió a una ola de popularidad que no deja de coger altura. «Recibo cada día peticiones de charlas y entrevistas y rechazo el 99%. No es algo que me resulte agradable porque siento que decepciono a la gente. Fue cuando empecé a rechazar ofertas increíbles cuando me di cuenta de que mi vida había cambiado de verdad».

ELMUNDO forma parte de ese 1% afortunado. Con motivo del décimo aniversario de la publicación de Sapiens. De animales a dioses, Harari acepta contestar unas preguntas por escrito. El objetivo de la entrevista es aportar luz sobre cómo la obra de un profesor desconocido, escrita en una lengua que sólo hablan 16 millones de personas, se convirtió en un fenómeno global y su autor, en el oráculo de su tiempo.

La contestación de Harari se dilató en el tiempo por una razón: el shock del conflicto entre Hamas e Israel. Una preocupación que va más allá de su condición de ciudadano israelí, sino que es personal: sus tíos son miembros del kibutz Be’eri, atacado el 7 de octubre. Sobrevivieron escondidos en casa mientras los terroristas masacraron a sus vecinos.

La genealogía del milagro Sapiens es fascinante. Más aún si se tiene en cuenta que es un libro que ha vendido 25 millones de ejemplares en hasta 64 idiomas y que ha sido alabado, pero también atacado. Muchos de sus críticos le acusan de falta de originalidad, de escaso rigor científico y sobre todo de ser una obra «populista». Lo más impactante es que estamos ante un ensayo superventas que parecía destinado a ser escrito por un académico anglosajón como casi siempre, pero cuya autoría corresponde a un joven historiador que daba clases en la Universidad de Haifa y escribía en hebreo.

Como la inmensa mayoría de los académicos, Harari había escrito una tesis doctoral destinada a un puñado de expertos, no al gran público. Su tema especializado eran las autobiografías de soldados del siglo XV y XVI. Nada muy seductor para un editor.

Todo cambió cuando un día Harari tuvo una revelación con la lectura de Armas, gérmenes y acero (DeBolsillo), un libro superventas del geógrafo y escritor estadounidense Jared Diamond. Gracias a esta influencia, llegó a la conclusión de que era posible escribir un ensayo desde una perspectiva global.

Así nació Sapiens.

«Unos años después, tras convertirme en profesor, acepté impartir un curso que llamé Introducción a la historia del mundo y me di cuenta que las copias de mis apuntes empezaron a circular, incluso entre gente que no estaba matriculada».

Este estímulo le hizo plantearse convertir su material didáctico en un libro. Pero el éxito estaba aún muy lejos. «Aunque Sapiens funcionó bien en Israel, publicar el libro en inglés fue todo un reto», explica. «Por suerte, mi marido encontró un agente estupendo y trabajamos duro en la traducción durante tres años. A veces la gente tiene la impresión de que esto fue un boom de la noche a la mañana, pero pasó casi una década desde que lo empecé a escribir hasta que tuvo una audiencia global».

Una curiosidad sobre el nacimiento de Sapiens: su manuscrito «fue rechazado por cuatro editoriales israelíes» antes de encontrar una imprenta. Pese a las pesquisas, este redactor no ha conseguido confirmar si este desdén ruinoso provocó a posteriori un incremento en la tasa de suicidios en el sector editorial de su país.

‘Sapiens’ fue rechazado por cuatro editoriales

Yuval Noah Harari

«Quizás lo más seductor de Sapiens fue hablar del poder de los relatos de ficción para moldear la Historia. Al criarme en un país como Israel, me había dado cuenta de cómo estos relatos han sido capaces de movilizar a grandes grupos humanos y también de provocar conflictos. La violencia en esta parte del mundo no tiene que ver con la comida y la ambición territorial, sino con los mitos imaginados por la gente. Estoy seguro de que vivir en Oriente Medio me hizo más consciente del poder de la narrativa que si hubiera nacido en EEUU o Gran Bretaña».

En Sapiens siente Harari que está su condición geográfica y también personal. El historiador ha reconocido que su homosexual ha influido en la forma de abordar su labor investigadora, porque desde niño le ayudó a distinguir las narraciones de la realidad.

«Israel en los años 80 era un país muy homófobo y para mí crecer en ese ambiente me hizo sentirme extraño. Fue duro, pero también me hizo reflexionar. De adolescente me decían que todos los chicos se sienten atraídos por las chicas y que lo contrario iba en contra de las leyes tanto de la naturaleza como de Dios. Con el tiempo aprendí que esto que me decían era también una ficción, que la homosexualidad no violaba ninguna ley natural». Y Harari se pregunta: «¿Y respecto a Dios? Si existiera, por qué iba un dios bueno a castigar a la gente por amor».

La influencia de Harari es tan grande que en un país como Hungría, el gobierno de Viktor Orban ha intentado censurar su legado literario. Uno de sus libros infantiles, en el que menciona a dos madres emparejadas y el caso de una madre soltera, fue puesto en cuarentena con una cubierta particular.

«No incluye escenas de sexo ni nada que fuera inapropiado para lectores jóvenes», se defiende Harari. «Según tengo entendido la Biblia no se vende en Hungría con un embalaje especial a pesar de que contiene en sus páginas descripciones muy explícitas de una violación y casos de incesto que realmente no son adecuados para un público infantil».

Al respecto hay que decir que en sus intervenciones Harari siempre hace alguna mención a la libertad del ser humano, sea de expresión, sexual o de credo. Incluso en sus predicciones futuristas -gusta Harari mucho del rollo apocalíptico-, refleja un terror al control del ser humano por parte de las máquinas. Como anécdota hay que decir que el gran oráculo, según confesó en una entrevista en el programa 60 minutes de la cadena estadounidense CBS, conoció a través de una app para ligar a quien es su marido. Así que Harari es, como todos, también presa tecnológica del dataísmo.

El principal argumento usado por él en Sapiens es que la capacidad de nuestra especie para dominar el mundo se debe a nuestra cooperación flexible entre grandes grupos de personas, así como a la creencia en entes surgidos de la imaginación, como son los dioses, el dinero o los derechos humanos. Nuestro progreso en realidad es un ejercicio muy depurado de ficción, que hace de pegamento para unir nuestras estructuras económicas e institucionales.

Por muy poderosa que sea una persona, la mayoría de las veces no tiene ningún poder sobre su propia mente

Yuval Noah Harari

En la reciente edición especial por el décimo aniversario de Sapiens, el autor hace una broma tecnófoba: pidió que el prefacio inicial del libro fuera escrito por una inteligencia artificial. Cuando juzga a su suplantador, escribe lo siguiente: «El texto resultante es un batiburrillo literario e intelectual. Por ahora, me siento seguro: GPT-3 no me va a quitar el empleo, al menos no en los próximos años. Por el otro lado, estoy realmente fascinado. Cuando leí el texto de más arriba, me quedé boquiabierto, incrédulo». Esa fascinación descrita por Harari deja también una reflexión inquietante: reconoce que necesitó de «uno o dos minutos» para convencerse de que aquel texto no era obra suya.

-¿Si la IA es capaz de contar historias como hemos hecho nosotros a través de los siglos, esta competencia nos pone en peligro como especie?

-Cuando hablamos de los mitos y leyendas que nos han contado podría parecer que no tienen demasiado en común, pero sí cuenta con un rasgo indiscutible: nacieron de la mente humana. Ahora los sistemas avanzados de IA han pirateado nuestro lenguaje y están contando historias como las nuestras. Este es uno de los mayores peligros porque las historias dan forma a nuestras sociedades, pero también crean conflictos. Piense en lo difícil que es hoy que comunicarse con alguien que cree en historias diferentes a las tuyas. Ahora imagine lo difícil que será cuando haya grandes grupos de personas cuyos sistemas de creencias sean creados por IA. Una posibilidad es que la presencia creciente de esta tecnología en nuestra vida haga más difícil el entendimiento entre personas. Podríamos acabar todos viviendo dentro de las alucinaciones de una inteligencia artificial.

Vivamos o no dentro de una matrix computerizada, Harari le debe todo a Sapiens. Este libro lo lanzó del anonimato a gurú de famosos y líderes.

Reconoce incluso que esta situación de privilegio derivada de la fama mundial ha cambiado su percepción del poderoso, ya que antes creía que estos tendrían una visión única de la naturaleza humana. «Pero si la tienen, la mantienen en secreto», dice. Lo curioso es que es más bien él el que despierta más curiosidad en ellos que al revés. Muchos de los mandarines del mundo le preguntan por sus profecías. Sin embargo, Harari considera que el cerebro de las personalidades no difiere mucho, al menos a nivel de preocupación, del de un tendero. «Por eso cuando me reúno con políticos y empresarios y me piden consejo, les digo lo que le digo a todo el mundo, que se tomen tiempo libre y desconecten. De vez en cuando todos necesitamos un ayuno de información que dure uno o dos días. Esta gente asume una enorme presión por mantenerse conectados».

Y amplía: «Por muy poderosa que sea una persona, la mayoría de las veces no tiene ningún poder sobre su propia mente».

Lo que está claro es que él quiere tener poder sobre su propio tiempo. Por eso aceptará sólo «un 1%» de las muchas ofertas que recibe cada día para poder seguir escribiendo.

-Para concluir, ¿qué es lo que más detesta del fenómeno fan de Sapiens?

-Los interminables selfis.

Fuente: https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2023/11/24/6560e36821efa00b2a8b45bf.html

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