Algunas zonas de Pekín permiten de manera oficiosa que los infectados cumplan con la cuarentena en sus domicilios
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JAIME SANTIRSO / Pekín / ABC
En público, el Partido Comunista pretende hacer oídos sordos ante una sociedad en rebeldía, lo que ha provocado la mayor crisis de legitimidad en décadas. Sin embargo, la realidad es que, tras más de dos años y medio bajo la política de Covid cero, el lento y tortuoso tránsito de vuelta a la normalidad ya ha comenzado en el último país del mundo que todavía se resiste a convivir con el virus.
ABC ha tenido constancia de que varios infectados han podido cumplir con la cuarentena en sus respectivos domicilios de Pekín, y que dentro de sus bloques las restricciones solo han afectado a las plantas adyacentes. Esta práctica oficiosa, que no está recogida de manera explícita en ninguna directiva hasta la fecha, representa un avance colosal. Unas pocas semanas antes, un escenario similar hubiera provocado el confinamiento de todo el complejo residencial e incluso el desplazamiento de los vecinos, contagiados o no, a campos de cuarentena.about:blank
El Gobierno municipal de Cantón ya implementó el jueves medidas similares para los contactos próximos de casos positivos de acuerdo a ciertos condicionantes. Por medio de esta concesión trataba de aplacar los disturbios que en la noche del martes sacudieron el céntrico distrito de Haizhu, donde como en semanas precedentes ciudadanos amotinados se enfrentaron a las fuerzas de seguridad.
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La capital china, además, permite también desde el jueves que niños, ancianos y personas que trabajan o estudian de manera remota no participen de los testeos masivos, obligatorios al menos cada dos días. En la práctica, esta exención beneficia a gran parte de los habitantes, ante el semiconfinamiento que desde hace semana y media mantiene cerrados centros educativos, oficinas, y todo tipo de locales comerciales.
Estas novedades refuerzan la tesis de que la política de Covid cero en su fórmula vigente tiene los días contados, como viene avanzando ABC. El rebrote actual, el peor desde el comienzo de la pandemia, ha rebasado el punto de no retorno. La sociedad, además, ha demostrado no estar dispuesta a tolerar las restricciones imperantes, mucho menos un recrudecimiento de las mismas. Esto coloca a China ante una reapertura más o menos controlada, pero forzosa.
Una nueva narrativa
La vice primera ministra Sun Chunlan, encargada de coordinar la estrategia sanitaria a nivel estatal, se convirtió ayer en el primer alto cargo en atenuar el discurso gubernamental. «El país enfrenta una nueva situación y nuevas exigencias en la prevención pandémica a medida que la patogenicidad de la variante ómicron se debilita, más gente está vacunada y se acumula la experiencia en la contención del virus», apuntó según declaraciones recogidas por medios oficiales.
También estos han registrado un súbito cambio de tono: de azuzar el miedo ante las nuevas variantes y la Covid persistente, han pasado a pregonar ahora su irrelevancia. El tabloide ‘Global Times’ presentaba este viernes un estudio científico que prueba la debilidad de los subtipos actuales con respecto al virus original. Una información rematada con la siguiente coda: «Esto nos recuerda que no debemos entrar en pánico ante ómicron, ya que para la gente normal el daño causado por el coronavirus ha descendido significativamente».
El Gobierno prepara así el terreno para un inminente cambio de estrategia. Su prioridad consistirá en «aplanar la curva», expresión que en otros países pertenece a un tiempo pretérito. En ese sentido la vacunación de ancianos supone un frente de acción prioritario, pues el 30% de los mayores de 60 años –267 millones de personas– no ha recibido la tercera dosis necesaria para equiparar la eficacia de las vacunas chinas con las occidentales. La campaña lleva paralizada desde julio, pero el diario ‘Caixin’ ha adelantado hoy que las autoridades han fijado el objetivo de elevar el porcentaje al 90% para finales de enero del año que viene.
Hay, asimismo, un segundo cambio en marcha con la reapertura: el de una nueva narrativa que permita al Partido Comunista presentar, en público, su política de Covid cero como un éxito rotundo.
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