El físico ha consagrado su vida a buscar el ‘santo grial’ de la ciencia: una teoría que explique el mundo sin fisuras, la teoría del todo que Einstein no terminó, con la teoría de cuerdas como principal candidata. «Cuesta creer que el universo, en su nivel más básico, pueda ser tan esquizofrénico», dice
TERESA GUERRERO / PAPEL
«Cuando tenía ocho ocho años, yo era como cualquier otro niño, no sabía nada de ciencia, pero ocurrió algo que me cambió la vida…».
El físico Michio Kaku (San José, California, 1947) recuerda perfectamente cuándo y por qué decidió consagrar su vida a la búsqueda del santo grial de la ciencia: «Un hombre excepcional acababa de morir y los periódicos publicaron una foto de su escritorio, con un libro inacabado. El pie decía que el mejor científico de nuestra era no había podido acabar ese libro. La historia me fascinó. ¿Qué libro podría ser tan difícil para que un gran hombre no pudiera acabarlo? Al cabo de los años, fui a una biblioteca y descubrí que su nombre era Albert Einstein, y el libro que no pudo acabar era la teoría del todo, el logro supremo de 2.000 años de ciencia, una teoría que explicara todas las fuerzas de la naturaleza en una sola ecuación. Era una idea impresionante, y decidí dedicar mi vida a intentar acabar ese libro».
En esa tarea sigue inmerso el prestigioso físico teórico estadounidense de origen japonés, que combina la divulgación con su investigación para encontrar esa teoría última, unificadora, que logre explicar el mundo. Una ecuación cuya elegancia matemática abarque la totalidad de la física, que coreografíe todo y permita «leer la mente de Dios». Un asunto que el catedrático de Física Teórica de la Universidad de Nueva York aborda en profundidad en su último libro, publicado ahora en castellano.
En La ecuación de Dios (Debate), Michio Kaku describe cómo los físicos han estado intentando componer esa bella ecuación que revele los misterios más profundos del espacio y el tiempo: «Tras siglos investigando, han creado dos grandes teorías que funcionan en sus respectivos dominios. La primera es la relatividad, que es la teoría de lo muy grande, por ejemplo, explica el universo en expansión. Funciona espléndidamente en la escala cósmica. La segunda es la teoría cuántica, la teoría de lo muy pequeño, la que nos aporta la física atómica, los láseres, los ordenadores e internet. Describe el zoo de partículas subatómicas que han sido descubiertas y que son descritas en el Modelo Estándar de partículas, pero no puede describir el universo en expansión», repasa en una entrevista con este diario.
El problema es que estas dos teorías, «que juntas pueden explicar con precisión todo, desde las partículas subatómicas hasta el Big Bang, son incompatibles. Cuando aplicamos la teoría cuántica a la relatividad, salta por los aires y deja de tener sentido». En otras palabras: «Es como si el universo tuviera una mano izquierda y una mano derecha, que funcionan espléndidamente por sí mismas, pero las dos manos no pueden funcionar a la vez. Cuesta creer que el universo, en su nivel más básico y fundamental, pueda ser tan esquizofrénico», señala.
Muchas de las mentes más brillantes de la física han tratado de encontrar esta teoría legendaria y han fracasado: «Hasta ahora, solo hay una teoría que ha sobrevivido a todos los desafíos, y es la teoría de cuerdas», defiende.
Él fue uno de sus creadores: «Esta teoría dice que todas las partículas subatómicas que vemos en la naturaleza, en el Modelo Estándar, no son más que diferentes vibraciones de minúsculas cuerdas similares a gomas elásticas. Si tuviéramos un súper microscopio y pudiéramos mirar dentro de un electrón, veríamos que se parece a una banda elástica. Pero cuando la hacemos vibrar en una frecuencia diferente, se convierte en un quark, o en cualquiera de las cientos de partículas que vemos cuando aplastamos átomos», explica.
Para Kaku, el universo es una sinfonía de cuerdas. Y la «mente de Dios» sobre la que Einstein escribió es música cósmica resonando en todo el universo.
El interés por la teoría de cuerdas en la que Kaku trabaja desde 1968, cuando «no era la teoría de moda que vemos hoy en los medios», ha crecido exponencialmente: «Solo un minúsculo grupo de físicos trabajábamos entonces en esta extraña teoría y en cierto sentido nos trataban como a parias. Pero todos esos años aislados valieron la pena. Una vez se demostró que todas las alternativas a la teoría de cuerdas eran matemáticamente inconsistentes, la teoría de cuerdas emergió como la principal (y única) candidata para cumplir el sueño de Einstein», asegura.
Resolver la teoría de cuerdas, compara, es como jugar al ajedrez por primera vez. «Lleva tiempo descubrir cómo se mueven los peones y los alfiles. Ahí es donde estamos hoy, juntando las propiedades de las partículas que componen el universo. Pero el verdadero objetivo es convertirse en grandes maestros del ajedrez».
Con el gran acelerador de partículas LHC del CERN, los físicos esperaban obtener pruebas que demostraran que la teoría de cuerdas era correcta, algo que no se ha logrado de momento. «La teoría de cuerdas puede explicar el universo que vemos a nuestro alrededor, pero también hace predicciones sobre vibraciones más altas que están más allá de la energía de la máquina más grande de la que disponemos, y no se pueden probar hoy. Este es problema importante para la teoría de cuerdas», admite. No obstante, considera que la nueva generación de aceleradores que están proponiendo Japón, China y la UE «podrían tener suficiente energía para buscar pruebas más allá del Modelo Estándar, tal vez para demostrar la exactitud de la teoría, aunque el éxito no está garantizado».
¿Es decepcionante que no se hayan descubierto en el LHC nuevas partículas individuales desde que en 2012 se encontrara el bosón de Higgs, la última pieza que faltaba en el Modelo Estándar de partículas? «Lo que fue decepcionante fue que el Modelo Estándar resultara ser tan feo», afirma Kaku. «Un físico lo comparó con coger un ornitorrinco, una jirafa y una ballena, juntarlos y denominarlos la mejor creación evolutiva de la naturaleza de todos los tiempos. Nadie cree que el Modelo Estándar sea la teoría final buscada por Einstein. La mayoría piensa que es sólo la aproximación a baja energía de una teoría mayor y más poderosa, que está esperando a que la descubramos. Podría ser la teoría de cuerdas», insiste.
¿Y hay posibilidades de que nunca puedan probar que la teoría de cuerdas es correcta? «Algunas personas han sostenido que nunca se podrá probar, que se necesita un acelerador de partículas del tamaño de la Vía Láctea. Pero este argumento olvida que casi toda la física se hace indirectamente. Sabemos lo que hay dentro de una molécula de ADN, o dentro del Sol, pero nunca hemos estado directamente dentro de ninguno de ellos», argumenta.
En los últimos años, las partículas conocidas han sido estudiadas en profundidad, sometiéndolas a innumerables colisiones en los grandes aceleradores que han ofrecido sorprendentes resultados que han desafiado el Modelo Estándar. El muón protagonizó uno de los más desconcertantes (un experimento mostró que no se comportaba como el Modelo Estándar decía que debía hacerlo) mientras que el bosón W resultó ser más masivo de lo estimado.
El físico cree que analizando ese tipo de desviaciones del Modelo Estándar y analizando también la materia oscura -la extraña sustancia que es casi 10 veces más abundante que la materia ordinaria y evita que las galaxias se desintegren- podríamos ser capaces de probar las predicciones de la teoría de cuerdas más allá del Modelo Estándar, «sin tener que construir aceleradores de partículas del tamaño de una galaxia».
Mientras tanto, lo astrónomos intentan ver lo que ocurrió tras el Big Bang con grandes telescopios espaciales como el Hubble, que hace unos meses captó la imagen de la estrella más distante y lejana observada hasta ahora, Earendel: «Esperan que el Hubble y el James Webb puedan darnos fotos de las primeras estrellas que se formaron justo después del Big Bang. Pero la gran pregunta es: ¿qué pasó antes del Big Bang? ¿Qué lo desencadenó? La teoría de cuerdas puede darnos una pista. La teoría de Einstein dice que el universo es una especie de burbuja y que la burbuja se está expandiendo. Esto es la teoría del Big Bang. Pero la teoría de cuerdas dice que nuestra burbuja es solo una burbuja en un baño de burbujas más grande de universos. Cuando una burbuja se divide para crear dos burbujas bebé, o cuando chocan y forman una burbuja más grande, se origina el Big Bang. Entonces, la teoría de cuerdas reemplaza al Big Bang con un baño de burbujas de universos en colisión y división».
Hablando de la ecuación de Dios, mucho se ha escrito sobre ciencia y religión. Para Kaku, «el problema surge cuando los científicos comienzan a pontificar sobre la ética y sobre cómo comportarse, o cuando los líderes religiosos pontifican sobre las leyes naturales y el universo».
También a Einstein le preguntaron muchas veces sobre Dios: «Contestó que no creía en un Dios personal que respondiera a nuestras oraciones. Pero sí creía en un Dios de Spinoza, es decir, un Dios de armonía, belleza y orden. Comparaba el universo con una biblioteca gigantesca, llena de libros sobre el mundo, y a nosotros, con niños que solo pueden leer la primera página del primer libro».
Kaku dedica también parte de su tiempo a imaginar el mundo que nos espera, como retrató en El futuro de la humanidad. Desde que lo escribió hemos sufrido una pandemia y la guerra en Ucrania, pero no por ello es menos optimista, pues considera que debemos poner todo esto en perspectiva: «Creo que la unidad más pequeña de la historia es la década. Cualquier periodo más corto nos da fluctuaciones aleatorias. Pero cuando vemos la historia mundial década por década, podemos ver un enorme progreso y hay esperanza. Por ejemplo, internet tiene solo unas pocas décadas, pero ha revolucionado la sociedad, empoderando a los débiles y educando al mundo, promoviendo así movimientos democráticos en todo el mundo. Y la investigación del ADN nos ha ayudado por primera vez a comprender y a controlar parcialmente una pandemia mundial». Así que, «pese a todos los problemas abrumadores a los que nos enfrentamos, la humanidad ha logrado avances sorprendentes en los últimos siglos», sostiene.
Y lo más sorprendente está por llegar. El físico confía en que la humanidad conseguirá viajar a otras estrellas y recuerda que ya hay planes para construir la primera nave estelar, que no se parecerá a las naves que salen en Star Wars. «Lo más probable es que sea un chip informático del tamaño de un sello conectado a una vela. Será propulsado por rayos láser. En teoría, podría alcanzar el 20% de la velocidad de la luz y llegar a la estrella más cercana en 20 años».
Pero además, sostiene que podremos transferir la conciencia humana a máquinas no biológicas, lo que permitirá viajar al espacio exterior sin un cuerpo humano: «Mi propia propuesta es crear una red de puertos láser. Un día, digitalizaremos la con-ciencia humana colocando nuestros recuerdos y patrones de pensamiento en un rayo láser».
Estos son sus cálculos: «Viajando a la velocidad de la luz, en un segundo estamos en la luna. En 15 minutos estamos en Marte. En cuatro años llegamos a las estrellas cercanas y todo sin necesidad de costosos cohetes. En la Luna, descargamos nuestra conciencia en un avatar. De esta manera, nuestra conciencia puede recorrer el universo a la velocidad de la luz. Quizás este sea nuestro destino final, explorar el universo a la velocidad de la luz, montados en rayos láser».
Presentador de programas de radio, aparece con frecuencia en televisión y documentales porque pretende reavivar la fascinación por nuestro universo: «Cuando nacemos, todos somos científicos. Nos preguntamos de dónde venimos, por qué brillan las estrellas… no podemos evitar preguntarnos de dónde viene todo o qué significa. Pero en algún punto del camino, perdemos esta fascinación».
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Fuente: https://www.elmundo.es/papel/historias/2022/07/11/62cc2b62fdddffa7108b45ab.html