Muchos no sabemos reconocer la mirra, pero esta resina ha permitido diseñar nuevos fármacos y está presente en nuestros cosméticos
DANIEL GÓMEZ DOMÍNGUEZ / LA RAZÓN
Todos conocemos la historia. Guiados por una estrella fugaz, los Tres Reyes Magos de Oriente pusieron rumbo al Portal de Belén con tres regalos para el niño Jesús. Melchor regaló oro, Gaspar regaló incienso, y Baltasar mirra. La imagen está en nuestra cabeza, apoyada por belenes e ilustraciones, pero hay algo que muchos ignoran. ¿Qué es la mirra? ¿Podríamos llegar a reconocerla si nos cruzamos con ella?
Aunque la mirra haya desaparecido de nuestro día a día, seguimos usando algunos de sus componentes en productos de baño o la pasta de dientes. Incluso ha sido usado para nuevos medicamentos, haciendo al regalo de Baltasar uno de los más versátiles.
Lágrimas de resina
La mirra es un tipo de resina amarillenta, de aspecto sólido y que normalmente se recoge en forma de pequeñas lágrimas. Es la savia de un arbusto llamado Commiphora Myrrha, aunque a veces se encuentra combinado con la savia de otras plantas del género Commiphora para abaratar costes.
Para obtenerlo, se hacen pequeños cortes en la corteza del arbusto, dejando que la savia surja y se solidifique en presencia del aire. Es una técnica lenta, y no puede hacerse más de dos o tres veces al año sin poner en peligro la planta. Además, el Commiphora Myrrha crece en ambientes desérticos, especialmente en el noroeste de África, Arabia y Turquía. Son regiones en las que no crecen demasiados arbustos por falta de agua, y sin plantaciones disponibles, la mirra es un bien escaso en el mercado, alcanzando altos precios incluso a día de hoy. Por eso no estamos acostumbrados a verla.
La mirra ha tenido muchas aplicaciones diferentes desde la antigüedad. Si se diluye la mirra en alcohol o en agua, se obtiene una mezcla pastosa con un olor agradable, similar al del incienso. A nivel químico, la pasta de mirra puede retener otras moléculas aromáticas, por lo que era usado como base para diferentes perfumes y ambientadores.
También esta pasta incluye varias grasas en su composición y tiene propiedades antisépticas, siendo capaz de impedir el crecimiento de diferentes microorganismos. Por este motivo, era usado en el embalsamamiento de cadáveres importantes, ya que retrasaba el deterioro del cuerpo y mantenía un mejor aspecto del mismo.
Pero donde tuvo un especial éxito fue en la medicina. La mirra se describía como remedio para decenas de enfermedades diferentes. Se usaba como antiinflamatorio para las heridas, como antibiótico, y como relajante, para todo aquel que pudiera permitirse pagar su alto precio. Precisamente, la mirra aparece en el Nuevo Testamento con este uso. Cuando Jesús va a ser crucificado, antes le ofrecen beber un poco de vino mezclado con mirra, para ayudarle a soportar el dolor. Sin embargo, él se niega a beberlo.
Un regalo que no caduca
A lo largo de los siguientes siglos, la mirra aparece de manera recurrente entre los tratamientos farmacológicos naturales. Si algo aparece durante tanto tiempo, debe ser porque tiene propiedades farmacológicas que se puedan aprovechar. Esto hizo que durante el siglo XX, diferentes investigadores analizaran la composición de la mirra para comprobar su efectividad real, buscando nuevos principios activos que usar como medicamento.
Y es que la mirra no es realmente un único compuesto químico, sino una amalgama de 33 compuestos diferentes, cada uno con sus propias propiedades. Al experimentar por separado con cada uno de ellos, se han identificado varias moléculas que tienen propiedades anestésicas, antiinflamatorias o antibióticas, confirmando el uso medicinal de la mirra desde época antigua.
Estos resultados no solo tuvieron valor histórico, sino médico. En la farmacia podemos encontrar antiinflamatorios y relajantes cuyo principio activo son moléculas escondidas en la mirra, en dosis mayores para mejorar su efectividad y evitar efectos secundarios. Además, estas moléculas son generadas de manera artificial, evitando depender de la mirra pura, difícil de obtener.
De la mirra también se aislaron moléculas aromáticas, y su uso en perfumes y ambientadores sigue activo en la actualidad. Puede ser encontrado en colonias, desodorantes, algunos champús, enjuagues bucales y pastas de dientes. En estos dos últimos casos, no solo se aprovechan las moléculas capaces de retener el olor, sino también moléculas antisépticas que atacan las bacterias de nuestra boca que provocan las caries.
Aunque la mirra siga entre nosotros, los historiadores aún debaten sobre qué significa el regalo de Baltasar. Muchos creen que la mirra fue regalada en calidad de fármaco, como recordatorio de la naturaleza humana de Jesús. Una manera de indicar que, aunque fuera alguien divino, debía seguir manteniendo los pies en la tierra. ¿Qué mejor regalo puede haber al preocuparte por la salud de alguien que el medicamento más versátil de la época?
QUE NO TE LA CUELEN:
- Muchos principios activos de medicamentos actuales proceden de la naturaleza, de diferentes plantas medicinales que se llevan usando desde hace siglos. Sin embargo, en el medicamento se potencia el efecto medicinal, ya que el fármaco tiene sólo las moléculas efectivas y en una dosis mayor. Si nos queremos curar tomando la propia planta, el efecto suele ser menor y tener efectos secundarios debido a las otras moléculas que también tiene la planta.
- Al igual que se ha podido confirmar efectos positivos en la mirra y que ha dado lugar a aislar principios activos importantes, también existen otros efectos atribuidos a la mirra y que no se ha encontrado una base científica real. Por ejemplo, la mirra se usaba también para enfermedades cardiacas, y no se ha llegado a hallar un efecto clínico claro con ninguna de sus moléculas, más allá del efecto sedante.
REFERENCIAS:
- Getasetegn, Million, and Yirefu Tefera. “Biological Activities and Valuable Compounds from Five Medicinal Plants.” Nat Prod Chem Res, vol. 4, no. 4, 2016
- Hanus, Lumír O., et al. “Myrrh–Commiphora Chemistry.” Biomedical Papers of the Medical Faculty of the University Palacký, Olomouc, Czechoslovakia, vol. 149, no. 1, Biomed Pap Med Fac Univ Palacky Olomouc Czech Repub, 2005
Fuente: https://www.larazon.es/ciencia/20210105/tojntk2zgvhbdoxujciic6hmwa.html