El ex beatle publica un disco notable que ha grabado durante su confinamiento y que se lanza hoy: “III” está íntegramente tocado por el músico de 78 años, que demuestra toda su categoría
ALBERTO BRAVO/ LA RAZÓN
Paul McCartney tenía la intención de celebrar sus 78 años de vida dando vueltas por el mundo cantando más o menos las mismas canciones que quiere escuchar el fan que paga 100 euros o más por verle. Una forma de vida habitual para una leyenda de la canción. Pero llegó el Covid y le obligó una forzada reclusión en su mansión de Essex. Allí solo aparecían dos opciones: entregarse a la tentadora pereza o hacer música. McCartney eligió lo segundo. Le salió un álbum que él califica como «rockdown», un juego de palabras con «rock» y «lockdown», encierro en inglés. Lo grabó en el estudio de su casa y tocó todos los instrumentos y programaciones. Desde la batería a los sintetizadores, desde guitarras a bajos. Y todo con su categoría, pues McCartney siempre fue un músico excepcional y multifacético.
Lo que hay en el disco sorprenderá. No tanto por su calidad, pues se trata de un álbum notable, sino por el sonido. Bastante minimalista y muy disfrutable a pesar de no contar con ese tipo de «éxitos comerciales» que cualquiera esperaría de un Beatle. Pero en realidad es algo obvio si se atiende a cómo y por qué se gestó el singular proyecto, en tan inusuales circunstancias. El resultado es el siguiente, canción por canción:
1. «Long Tailed Winter Bird» Excitante y crudo riff de guitarra. Una canción que podría haber compuesto e interpretado Jack White. De profundo minimalismo y extraña apertura de un disco, si bien se termina de explicar al escuchar el último corte.
2. «Find My Way» Estupendo pop. Una canción con un sello distintivo y que recuerda mucho a Wings con sus puentes y estribillos con voces dobladas. Los sintetizadores proponen ricos arreglos con fondos orquestales. Su voz ya no puede llegar tan alto como en otros tiempos, pero eso es ley de vida. El final es profundamente experimental con varias guitarras sonando al tiempo en diferentes dibujos. Pura creatividad.
3. «Pretty Boys» Un arpegio de guitarra acústica marca el desarrollo de la canción, un tema que habría firmado el fallecido héroe indie Elliott Smith. La canción, de pura melancolía juvenil que propone, resulta deliciosa y muestra que McCartney todavía puede seguir creando pequeñas canciones aparentemente sencillas pero que nadie más es capaz de componer.
4. «Women And Wives» Primera vez que aparece el piano en el disco, con ese estilo tan característico en la obra de McCartney. Dice el autor que es su canción favorita de su nuevo disco. La profundidad, y hasta oscuridad, recuerda a canciones que grabó Johnny Cash con Rick Rubin.
5. «Lavatory Lil» El trabajo de guitarra es espectacular con un riff disfrutable que, desde luego, remite a algunos de los trabajos de George Harrison con The Beatles. Un sonido de guitarra siempre al servicio de la canción. Sin embargo, el resultado se queda por debajo de lo esperado porque no hay nada sorprendente ni excitante más allá de ese riff.
6. «Deep Deep Feeling» Sin duda, el tema más experimental y extraño del álbum. Apenas unas percusiones y un teclado forman el cuerpo por detrás de una voz casi sin melodía. «A veces espero que permanezca, a veces quisiera que se marchase», repite McCartney como un mantra. Ocho minutos de discreto magnetismo.
7. «Slidin» Otro riff magníficamente trabajado y ejecutado con guitarras dobladas sirve de apertura para la entrada de voz de McCartney. Ya no tan demoledora como en los tiempos de «Helter Skelter», pero sí mantiene la intención. El final de la canción proporciona otro brillante momento de guitarras.
8. «The Kiss Of Venus» Tras el voltaje de la anterior canción, regresa el McCartney más sentimental con guitarra acústica, voz casi en falsete y ninguna otra instrumentación salvo una especie de clavicordio en el puente instrumental. Una composición que no deslumbra ni molesta.
9. «Seize The Day» Una de las mejores del disco. Una composición que a muchos les remitirá al sonido Beatle de la última época del grupo por parecer contener varias canciones en una sola y arreglos de lo más ingeniosos. Un tema que se asocia con el mejor McCartney desde el primer acorde. Hasta los coros recuerdan a aquellos tiempos de finales de los 60. Las guitarras finales son una maravilla.
10. «Down Down» Es muy menor. El órgano y los golpes de batería dominan en una canción que palidece respecto al resto del conjunto por no pertenecer a ningún estilo destacado ni aportar demasiada brillantez más allá de unos arreglos de viento interesantes.
11. «Winter Bird / When Winter comes» La extraña apertura del disco, por poco convencional, se explica en este tema, que comienza precisamente con aquellos envolventes sonidos de guitarra el inicio. A continuación, la canción que suena es una atractiva composición grabada por McCartney junto a George Martin en 1997. Y es divertido ver cómo se puede hacer una letra a partir de una lista de tareas: arreglar la valla del jardín, poner aislante para el frío, plantar árboles junto al río…
Fuente: https://www.larazon.es/cultura/20201218/axcn2hzq5fbdtg3zsoqzxfqmn4.html