Los Periodistas

López Obrador, el aliado inesperado de Trump ante el ‘fraude electoral’

El presidente mexicano evita reconocer la victoria de Joe Biden y recuerda el ‘pucherazo’ que él mismo denunció tras perder las elecciones del 2006

PABLO SÁNCHEZ OLMOS/ EL MUNDO

Vladimir Putin, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) son los únicos líderes mundiales que, hasta la fecha, continúan sin reconocer el triunfo de Joe Biden en las elecciones de Estados Unidos. Una reacción previsible, en el caso del brasileño, comprensible, en el caso del ruso, pero sorprendente, en el caso del mexicano.

El presidente que alcanzó la Casa Blanca prometiendo un muro en la frontera para acabar con la llegada de ‘criminales’ y ‘violadores’ desde su vecino del sur, ha encontrado en López Obrador un aliado inesperado en sus aspiraciones de convertir la derrota electoral en un presunto fraude que ya no comparten -ni siquiera- ex presidentes republicanos como George Bush.

El líder mexicano insiste en que esperará a que los tribunales resuelvan los litigios legales presentados por Trump antes de reconocer un ganador. En un intento por encauzar las relaciones, el equipo de transición de Joe Biden habilitó una línea segura para que el candidato demócrata y López Obrador pudieran hablar, pero esta petición fue rechazada por la diplomacia mexicana.

Cuestionado por este asunto, AMLO justificó la decisión en la conocida como ‘Doctrina Estrada’, un principio histórico que establece los principios de ‘no intervención y autodeterminación de los pueblos’ que rigen la política exterior mexicana. «¿Qué pasaría si nosotros no respetamos la decisión de otros pueblos y nos metemos en cuestiones internas? Pues ellos van a querer hacer lo mismo con nosotros», insistió.

Lo cierto es que, aunque presuma de cumplir escrupulosamente con ese precepto, no siempre lo ha hecho. En noviembre del 2019, el gobierno mexicano felicitó a Evo Morales por su victoria en las elecciones sin esperar a que se resolvieran las denuncias presentadas por la oposición boliviana. Incluso envió un avión militar en una delicada operación diplomática para rescatar al presidente tras su salida forzada del poder. La verdadera razón para que AMLO haya decidido respetar las poco creíbles denuncias de Trump, tiene más que ver con su propia experiencia personal.

LÓPEZ OBRADOR Y SUS DENUNCIAS DE FRAUDE

El 2 de julio del 2006 México celebró las elecciones más reñidas y polémicas de su historia reciente; Felipe Calderón obtuvo la victoria por un estrecho margen de 233.831 votos sobre López Obrador, quien se negó a reconocer los resultados, denunció un fraude electoral y llamó a la movilización social para frenar el ‘golpe’. Como Trump ahora, López Obrador se negó entonces a aceptar su derrota, sumiendo al país en una inestabilidad política sin precedentes.

«Todavía no había un cómputo legal y el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ya estaba felicitando a Calderón. Una imprudencia, eso no queremos hacerlo nosotros», recordaba este mes el presidente mexicano. Aquella cita electoral estuvo marcada desde un inicio por la sombra del fraude. A las habituales denuncias de robo de papeletas, ataques a colegios electorales y compra de votos que se suceden en cada elección mexicana, esta vez se sumó también un breve apagón informativo que, una vez reactivado, otorgaba la victoria a Calderón. Finalmente, tras dos meses de intensas investigaciones, el Tribunal Electoral refrendó el triunfo del candidato conservador, pero ya era tarde para frenar la ola de indignación alimentada por López Obrador.

Durante 47 días, la principal arteria de la capital mexicana, el Paseo de la Reforma, fue tomada por manifestantes que exigían un nuevo recuento, «les propongo que nos quedemos aquí en asamblea permanente, hasta que se cuenten los votos y tengamos un presidente electo con la legalidad mínima que nos merecemos», defendió entonces AMLO. La protesta generó unas pérdidas económicas millonarias para los comercios de la zona. Según estimó la Cámara Nacional de Comercio, se generaron 400 millones de dólares en pérdidas, 35.000 empresas se vieron afectadas, 3.900 personas perdieron su trabajo y, posteriormente, fue necesario invertir 13 millones de dólares para restaurar la zona afectada.

Pese a las críticas y el rechazo del Tribunal Electoral, López Obrador insistió en llevar sus reclamaciones hasta las últimas consecuencias. El 21 de noviembre, en un evento histórico que generó gran estupor, AMLO organizó su propia toma de posesión como ‘presidente legítimo’. Un millón de personas reunidas en el Zócalo capitalino presenciaron cómo el candidato derrotado recibía una banda presidencial simulada, nombraba un Gabinete de 12 integrantes y se comprometía a instaurar ‘una nueva República’. «Hoy han dicho mucho sobre que he mandado al diablo a las instituciones, quizá debí ser más preciso: al diablo con las ruinas de las instituciones que nos quieren imponer luego de envilecerlas y desmantelarlas», aseveró.

Para financiar su ‘gobierno paralelo’, López Obrador solicitó donaciones a sus seguidores. De esa manera pudo mantener una campaña ininterrumpida y costear su salario -que estableció en 4.600 euros mensuales- y el de sus colaboradores más cercanos. Seis años después, cuando Enrique Peña Nieto ganó las elecciones con una ventaja de 3 millones de votos, el candidato izquierdista optó nuevamente por denunciar un presunto fraude antes que asumir su derrota. «Esta postura forma parte del plan de desobediencia civil (…) de oponernos por medios pacíficos a la aplicación de las llamadas reformas estructurales que se tomen en contra de los intereses del pueblo», aseguró en el 2012.

INUSITADA CERCANÍA ENTRE DOS EXTREMOS

El abismo ideológico que separa a Donald Trump y López Obrador anticipaba una relación bilateral condenada al desencuentro, pero ambos han demostrado una inusitada cercanía y afecto. En su único viaje al extranjero desde que es presidente, AMLO aceptó una invitación a la Casa Blanca, en plena campaña electoral, que fue muy criticada en México por considerarse un respaldo innecesario para el candidato republicano.

Recientemente, para reiterar los motivos que le empujaban a desconocer, por ahora, el triunfo de Biden, el presidente mexicano aseguró que «Trump nunca tomó una decisión sin consultarnos, siempre nos respetó y nosotros debemos actuar con prudencia». Bien sea por cautela, principios o mera empatía, el presidente mexicano ha podido realizar su último gran favor hacia un personaje con el que comparte el estigma del mal perdedor.

Fuente: https://www.elmundo.es/elecciones/elecciones-estados-unidos/2020/11/19/5fb5374721efa033268b4570.html

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