Los Periodistas

En agosto de 1959, los afganos fueron testigos de una escena muy distinta de la que se vive estos días en Kabul: la reina Humaira apareció en público sin chador.

Zahir Shah, último rey de Afghanistan, con su mujer, la reina Humaira, su hija, la princesa Bilqis, y su perro en su palacio de Kabul. 1972. GETTY

G.P. / VANITY FAIR

En Afganistán el progreso se parece a una flor prensada entre las páginas de un libro de historia. Especialmente para las mujeres, el futuro no siempre está a la vuelta de la esquina, sino que puede resultar algo tan antiguo y polvoriento como el recuerdo de un día de hace ya más de 60 años. Un día ya casi olvidado del que, aunque tengamos que hablar en pasado, parece más acorde con estos tiempos que los vividos esta semana tras la vuelta al poder de los talibanes y la previsible pérdida de derechos para las mujeres afganas que acarreará su regreso.

Ocurrió un día como hoy en agosto de 1959, durante las celebraciones del Día de la Independencia de Afganistán. Al levantar la vista hacia el palco de honor, los asistentes al tradicional desfile militar se encontraron como siempre a los miembros de la familia real afgana. Sin embargo, había una importante diferencia respecto a los años anteriores. Para la sorpresa de todos, ni la reina consorte Humaira ni su hija mayor, la princesa Bilqis, iban envueltas en un chador. Una impactante escena que el escritor afgano Tamim Ansary compara en uno de sus libros con la posibilidad de que una primera dama occidental asistiera en topless a la toma de posesión de su marido, y que hoy podría considerarse el reverso histórico de esa foto de los talibanes borrando a las modelos de los escaparates de las tiendas de Kabul que ha dado la vuelta al mundo esta semana, pues a partir de entonces muchas mujeres siguieron el ejemplo de su reina y empezaron a ir sin velo por las calles de la capital afgana.

No era la primera muestra del feminismo de la reina Humaira. Apartada de los actos oficiales como su predecesora durante los primeros años del reinado de su marido, la consorte del último rey de Afganistán, Zahir Shah, había empezado a ganar relevancia en la vida pública a raiz de los intentos de modernizar el país tras el final de la Segunda Guerra Mundial, asumiendo en 1946 la presidencia de honor de la Asociación para el Bienestar de la Mujer, una especie de Instituto de la Mujer dedicado a mejorar los derechos de las mujeres del país y su nivel de participación en la nueva sociedad afgana. Sin embargo, fue tras la llegada al poder en 1953 del primer ministro Mohammed Daud, primo y cuñado del rey Zahir Shah, cuando la reina consorte Humaira adquirió un papel decisivo para la emancipación femenina.

Al contrario que los más musulmanes más conservadores, Mohammed Daud consideraba que ni el velo ni el purdah (en definitiva, ocultar a las mujeres de los hombres que no son sus parientes) estaban exigidos por el Corán, y convencido de esta idea empezó a combatir la obligatoriedad de estas prácticas para las mujeres. Lo hizo con cautelas, impulsando primero la presencia de algunas cantantes y presentadoras en la radio pública de Kabul o permitiendo que un grupo de mujeres (con chador) empezara a trabajar en la fábrica estatal de cerámicas.

Más tarde, al comprobar que estas tímidas medidas no suscitaban revueltas por parte de los radicales, Daud ideó una manera de poner fin a la obligación de llevar chador sin prohibirlo.

Con la lógica de que el ejemplo de la reina Humaira cundiría entre muchas mujeres afganas, en agosto de 1959 el primer ministro dispuso que tanto la consorte como el resto de mujeres de la familia real de afganistán asistieran al desfile del Día de la Independencia con el rostro descubierto. Tal y como explica Ansary en el libro Games without Rules: The Often-Interrupted History of Afghanistan, ni el gobierno ni la familia real habían anunciado este cambio en la vestimenta de las mujeres antes del desfile, y de ahí la sorpresa mayúscula del público al ver por primera vez con el rostro descubierto a la reina y a la princesa Bilqis, así como las posteriores quejas de un grupo de clérigos conservadores, que le enviaron una carta al primer ministro recordándole que la ley sharia obligaba a las mujeres vestir el chador.

Mohammed Daud, sin embargo, hizo caso omiso de sus protestas. El primer ministro de Afganistán anunció que, si bien cada mujer era libre de hacer lo que quisiera y decidir si ponerse o no el chador, las mujeres de la familia real no usarían nunca más esta prenda.

Las fotografías de la época muestran a la reina conosrte Humaira con la cabeza descubierta, vestida con ropa normal mientras acompaña al rey en sus encuentros con mandatarios extranjeros como J.F. Kennedy o Charles de Gaulle así como en otros actos oficiales.

Tal y como había previsto el primer ministro afgano, enseguida muchas mujeres siguieron su ejemplo y dejaron de usar el chador, paseándose con la melena al aire libre por las calles.

La emancipación femenina fue acelerándose a partir de entonces, y, según explica Ansary en su libro, en los siguientes cinco años los derechos de las mujeres de Afganistán experimentaron cinco siglos de evolución. Las afganas empezaron a ir a la universidad, a trabajar como médicos o profesoras, y a vestir prendas ajustadas al cuerpo. En 1964, la nueva Constitución de Afganistán les reconoció los mismos derechos que a los hombres y el sufragio universal, pudiendo postularse a partir de entonces a un cargo con representación política.

La reina Humaira durante una visita a Alemania en 1963

La reina Humaira durante una visita a Alemania en 1963 GETTY

En 1973, Mohamed Daud dio un golpe de Estado y derrocó a su primo el rey para proclamar la república en Afganistán. La familia real tuvo que exiliarse entonces a Italia, pero la marcha de la reina Humaira a este país no detuvo la emancipación de las mujeres afganas. De esos años de república datan por ejemplo unas conocidas fotografías en las que puede verse en minifalda y zapatos de tacón a muchas estudiantes afganas, quienes sin embargo tuvieron que volver al chador tras la toma de Kabul por los talibanes a mediados de los años 90.

Hoy, muchas de esas jóvenes afganas que iban a la Universidad son abuelas con un pasado más progresista que el futuro que por desgracia tienen por delante sus nietas.

Fuente: https://www.revistavanityfair.es/realeza/articulos/afganistan-ultima-reina-feminismo/51054

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