Los Periodistas

Opinión | Marilyn Cote: entre charlatanería y corrupción en la salud en México

@LuisMartiMX

En los últimos días, el vergonzoso caso de Marilyn Cote, una abogada y falsa psiquiatra que prescribía medicamentos controlados en consultas privadas en Puebla, ha puesto de manifiesto (más allá de los propios trastornos de esta persona) varios problemas que siguen afectando al vasto entramado de la salud en nuestro país.

Primero, debemos reflexionar sobre los excesos de la salud privada en un sistema posneoliberal, donde la fantochería, la charlatanería y la industria del consumo confunden a una clase media permanentemente temerosa y vulnerable a la desinformación y la manipulación desde las redes sociales.

La privatización de la salud, la educación y la seguridad es inevitable en sociedades capitalistas, donde la clase media se beneficia de ellas de dos maneras: por la incapacidad de los sistemas públicos o por el deseo de esta clase de consolidar su individualización y tomar distancia del sector popular. Esto se traduce en aspiraciones de prestigio, estatus, experiencia y exclusividad.

Los fraccionamientos privados son consecuencia de la inseguridad, pero también reflejan el ánimo conservador de ocultar la desigualdad y suavizar la separación física en el espacio público; es el aspiracionismo de las amenities.

La educación privada es también resultado de un sistema educativo sobrepasado y obsoleto, por décadas atrapado en la incompetencia, la grilla y la corrupción. A la par, es la explosión de una educación mercantilizada, orientada al networking precoz.

Hoy en día, en México, la salud privada es un soporte fundamental para la atención médica de la población. Un sistema público rebasado demográficamente y debilitado por décadas de corrupción ha sido el botín de partidos conservadores, especialmente en la última década del siglo XX y las primeras del XXI.

Esta corrupción y permisividad dieron paso al fortalecimiento de industrias privadas, como la farmacéutica, la inmobiliaria médica y los consorcios privados de profesionales de la salud.

Por ejemplo, Fifty Doctors, la cadena hospitalaria que se deslindó de Marilyn Cote, cuenta actualmente con decenas de complejos hospitalarios de medicina ambulatoria y de especialidad en muchas ciudades del país, y está por expandirse a España. Este complejo es el resultado de la especulación inmobiliaria y del fortalecimiento de narrativas neoliberales, donde el prestigio y éxito de los profesionales de la salud se mide según la exclusividad de las instalaciones donde ofrecen sus consultas. La abogada señalada solo tenía que pagar de 500 a 1000 pesos por la hora de renta en alguno de los pisos de estos hospitales.

Mientras esta cadena anuncia la próxima inauguración de nuevas torres médicas, totalmente equipadas con instalaciones de lujo y equipo de primera, el sistema público de salud se recupera de un brutal abandono. Millonarias inversiones se destinaron a la construcción de hospitales que nunca fueron equipados ni dotados de personal médico. La prisa por construir fue la prisa de la corrupción; el funcionamiento y la operación dejaron de ser prioritarios.

Cuando el expresidente Andrés Manuel López Obrador asumió el poder, recibió un sistema de salud en ruinas, entregado completamente a la corrupción y preso de intereses particulares. Miles de millones de pesos se destinaron a subrogaciones, infraestructura sin mantenimiento, defectuosa e insuficiente. Miles de plazas de especialidad médica quedaron vacantes, ya que el sector privado y su especulación atraen a personal médico que prefiere ejercer de forma particular en espacios como los mencionados.

La crisis sanitaria global por covid-19 evidenció la gravedad del rezago en el sistema de salud mexicano. A pesar de este rezago, el gobierno de López Obrador logró mitigar los efectos de lo que pudo ser una tragedia mayor, con impactos irreparables para la economía y las familias mexicanas. Sin deuda, sin corrupción y sin pretextos, el sistema de salud hizo mucho con lo que tenía.

En otro sentido, si Marilyn Cote pudo prescribir medicamentos de uso psiquiátrico, fue también debido a una cadena de omisiones, incluyendo las farmacias que los vendieron. Como expone la tesis de un gran amigo, resulta menos peligroso pensar en este personaje como una mujer desequilibrada que como una cómplice de la industria hospitalaria y farmacéutica privada.

La pequeña burguesía mexicana se entretiene con los escándalos virales de personajes como Marilyn Cote, mientras evita discutir la reconfiguración del sistema de salud mexicano y el impacto del posneoliberalismo, que distrae su atención y la llena de miedos, dietas, experiencias y terapeutas que, en el mejor de los casos, solo les quitan dinero mientras los convencen de que cada día de trabajo duro los acerca más a las clases altas a las que aspiran.

La buena noticia es que Claudia Sheinbaum ha anunciado un nuevo Plan de Salud, que se basa en cinco metas principales: priorizar la promoción de la salud; aumentar la calidad de la atención médica; fortalecer al IMSS-Bienestar; garantizar que todas las clínicas y hospitales cuenten con medicamentos, insumos y equipo; y modernizar e integrar el sector salud en un sistema único.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio