Será clave en próximas citas, porque a nivel electoral la comunidad latina es el grupo étnico con mayor crecimiento en los últimos cuatro años, y 36 de los 65 millones que habitan territorio estadounidense están ya habilitados para votar
Por Héctor Estepa. Hazelton (Filadelfia) / A. A. / El Confidencial
“Los latinos son republicanos, solo que todavía no lo saben”. Ya en los años 80 Ronald Reagan, expresidente de Estados Unidos, fue premonitorio. Han sido varios ciclos electorales en los que los latinos fueron escapándoseles de entre los dedos a los Demócratas. Hoy, con los resultados de las elecciones de EEUU este 5 de noviembre, hay que darle la razón: los Demócratas siguen ganando el voto total, pero la diferencia se ha reducido a mínimos y los Republicanos de Donald Trump suben como la espuma. Incluso condados demócratas como Miami-Dade, que ha votado azul desde 1988, han caído abrumadoramente del lado de Trump.
Donald Trump rompió el récord de George W. Bush en el porcentaje de apoyo latino a un candidato republicano en Estados Unidos. Ha conseguido alrededor de 45% de apoyo en la comunidad hispana, según varias encuestas a pie de urna, a falta de datos completos. Son 13 puntos más que en 2020, a pesar de sus ataques contra los “bad hombres”, de acusar a los migrantes de “criminales” y “violadores”, de su muy restrictiva política fronteriza y del desliz ocurrido al final de la campaña, en su mega mitin del Madison Square Garden de Nueva York, cuando un cómico telonero llamó a Puerto Rico “isla flotante de basura”.
“Amo a los hispanos. Son muy trabajadores y emprendedores, y son grandes personas. Y son cariñosos, a veces demasiado cariñosos, si quieren que diga la verdad”, intentó arreglar el ya presidente electo la semana pasada en un mitin en Nuevo México, aparentemente con éxito porque, si bien es posible que cosechara algunas pérdidas por el desafortunado comentario, ha quedado claro que las minimizó, y quién sabe hasta dónde podría haber llegado si no se hubiese escuchado la frase en uno de sus actos más importantes de campaña. Hay estupefacción en el Partido Demócrata, que todavía se apoya en la idea de que grupos demográficos clásicos como «latinos» o «afroamericanos» les votarán masivamente.
Trump llegó incluso a ganar la demografía más específica de hombres latinos. Habría logrado un 54% de apoyo, según un sondeo a pie de urna del National Election Pool (NEP), una ventaja cimentada en un cóctel en el que se mezclan economía, conservadurismo social, cambios demográficos, política de terceros países y también la propia política del partido demócrata.
Una encuesta mostrada por la CNN este miércoles da una de las claves: para el 40% de los latinos la economía era el tema clave de campaña y muchos expertos creen que el resultado podría haberse decidido por ahí.
“Es la economía, estúpido”, que diría aquel. La inflación en EEUU ha crecido más de un 22% desde finales de 2020 y eso ha afectado especialmente a los latinos, porque el 80% pertenece a la clase trabajadora. La cifra es, además, en muchos casos engañosa, porque productos y servicios de primera necesidad, como la leche, los huevos —un cartón de diez unidades puede costar siete dólares o más en Pensilvania— la vivienda y los servicios del hogar han subido en muchas zonas más que esa cifra. Era difícil que un gobierno sobreviviera a esos guarismos, y se ha confirmado.
La campaña demócrata, mucho más enfocada en «el riesgo para la democracia» que suponía Trump, tampoco ayudó. En los últimos meses, la Administración de Joe Biden ha logrado reconducir la inflación a parámetros más normales, y el resto de índices económicos son, en general, buenos: empleo, PIB… Pero, centrados en otras luchas, tampoco han sabido comunicarlo.
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Un centro comunitario de Hazleton, Pensilvania, donde el 60% de sus 27.000 habitantes son latinos, estaba a rebosar la semana pasada porque había un reparto de comida.
Rosana Gabriel, de origen dominicano, organizaba la entrega de 350 cajas con alimentos y el 90% de quienes aguardaban eran hispanos. “Cada día llega gente nueva”, decía, destacando que algunos ni siquiera pueden garantizar una buena alimentación con su sueldo. “No trabajan tranquilos, y están ansiosos porque la comida debería ser lo primero, pero antes tienen que cubrir sus rentas y pagar sus deudas al banco”, decía mientras se afanaba por dirigir la entrega de alimentos.
Allí, en esos pasillos, había escuchado comentarios políticos que apuntaban a un creciente voto por Trump debido a la inflación. “Piensan que va a dar más dinero y que puede bajar los precios, pero yo creo que ahora mismo no se puede hacer nada al respecto”, desveló.
No es el único motivo económico. Varios expertos avisaron a la campaña demócrata durante el periodo electoral que los hombres latinos —y también los hombres afroamericanos— recuerdan con especial cariño las ayudas económicas directas que Trump dio en pandemia y que Biden retiró cuando acabó la emergencia. Vianney Castro, de origen dominicano, fue candidato demócrata a la alcaldía de Hazleton, y cree que ese es un motivo fundamental del crecimiento del magnate en la comunidad latina.
“Las personas están un poquito confundidas. En los meses finales de Trump se dieron muchos cheques. El dinero corrió por las calles y las personas no entienden que no fue Donald Trump quien dio ese dinero. Eso lo aprobó el Congreso y es dinero de emergencia por la situación del covid que estábamos viviendo en ese entonces”, expuso.
Más allá de la economía
No son los únicos motivos. Desde la época de Reagan ya se identificaba al latino como un voto potencialmente conservador en cuestiones sociales.
No debería ser sorpresa. El voto en los países de origen de muchos de los inmigrantes es eminentemente conservador, e incluso buena parte de la izquierda regional es extremadamente conservadora en lo social, especialmente en países como Venezuela —donde el aborto es delito y se ha denunciado recientemente persecución a la comunidad LGTBI—, Bolivia, Perú —con Pedro Castillo, cuyas ideas sociales eran ultraconservadoras— o Nicaragua.
Ese trasfondo ha favorecido el voto por Trump y los republicanos, que defienden valores como la familia tradicional y una visión conservadora sobre el aborto y la diversidad sexual, en un contexto en el que los demócratas han ampliado su visión liberal de la sociedad.
“El latino es más conservador por la influencia religiosa. Hay mucha gente latina que no le parece bien que exista un matrimonio entre dos hombres o entre dos mujeres y Trump es quien apoya eso”, expone Amílcar Arroyo, un peruano que lleva 35 años viviendo en Hazleton. A sus 75 años, edita un periódico en castellano, llamado El Mensajero y ha visto evolucionar el voto latino durante décadas.
Apunta a otro motivo por el que crece Trump. “Es un poco doloroso, pero existe el latino contra latino. Trump ha dicho que quienes entraron por la frontera son criminales, salieron de instituciones mentales, manicomios y traen muchos virus acá y ha convencido a muchos latinos establecidos de ello”, comenta.
Parte de los latinos apoyan las medidas duras en la frontera. Ángela de los Santos es dominicana y regenta un restaurante en Hazleton junto a su marido, Normando, mexicano. Ambos votarán por Trump y a ella le preocupa la situación en la frontera. “Abrirla de esa manera es un desorden. Aquí han entrado muchas personas buenas pero también delincuentes”, dice entre fogones.
Para algunos es un mecanismo de defensa, para otros de insolidaridad y algunos lo ven como una mezcla de ambos. Lo que está claro es que parte de los latinos con derecho a voto ven sus empleos amenazados por nuevos migrantes indocumentados.
Campo por ciudad
Influyen también, creen los expertos, motivos demográficos, especialmente en la medida en que cada vez más latinos cambian la ciudad, tradicionalmente demócrata, por el campo, donde dominan los republicanos. El entorno influye, irremediablemente, a la hora de ir a las urnas.
Es la propia historia de Hazleton. El editor Arroyo recuerda cómo la primera ola de latinos comenzó a llegar a la pequeña localidad de Pensilvania cuando muchos quedaron sin trabajo tras los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York. La segunda ola se produjo cuando a nivel estatal se dieron incentivos fiscales por diez años a las industrias que quisieran establecerse en la zona, floreciendo el empleo y facilitando la llegada de latinos al ámbito rural.
También se ha diversificado el origen de la migración, antes capitalizada por mexicanos, puertorriqueños, dominicanos y centroamericanos. EEUU recibe ahora a migrantes que tienen predilección por Trump debido a los procesos políticos de sus propios países, como Venezuela. El derecho al voto de esa comunidad es todavía limitado, pero sí puede influir en la decisión de otros latinos y parte de los analistas comparan su posible potencial efecto al de los cubanos de Miami.
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Trump ha prometido “la mayor deportación de la historia” pero, primero, muchos, especialmente quienes son ciudadanos y tienen derecho a voto, creen que no va con ellos.
Otros recuerdan que el expresidente demócrata Barack Obama era conocido como el Deporter in Chief (Deportador en Jefe) y deportó a casi tres millones de inmigrantes así que tampoco tienen buenos recuerdos, en ese sentido, de la otra orilla política.
Las razones para votar a Trump en la comunidad latina no son homogéneas. Cada uno tiene sus propios motivos, siendo el clave la economía, pero será importante discernir si es una tendencia que ha llegado para quedarse.
Trump ya le había restado voto latino a Hillary Clinton en 2016 y a Biden en 2020. Confirmó ahora de forma categórica ese ascenso, y podría ser clave para las próximas citas, porque la comunidad latina es el grupo étnico con mayor crecimiento a nivel electoral en los últimos cuatro años, y 36 de los 65 millones que habitan territorio estadounidense están ya habilitados para votar. Si los demócratas no son capaces de parar la sangría, aunque mantengan por ahora una ya exigua ventaja, podrían complicarse elecciones futuras.