El presidente mexicano Benito Juárez suspendió los pagos de las deudas contraídas por México con las potencias europeas. Tras la invasión, España y Reino Unido se retiraron y Francia instauró un imperio que duró tres años.
IVÁN FERNÁNDEZ AMIL / El Español
El 30 de marzo de 1823, Agustín de Iturbide, primer emperador de México, fue desterrado del país. Sin plan económico, su gobierno duró tan solo nueve meses, dando fin al Primer Imperio Mexicano e instaurando la Primera República Federal de los Estados Unidos Mexicanos.
Su viaje le llevó a Italia, aunque su exilio no duró mucho. Debido a sus constantes mudanzas entre Londres y Florencia, pudo conocer los planes de reconquista sobre México que tenía España y además recibió noticias que pintaban a la república como un estado de anarquía.
Así que decidió volver a México, a la bahía de San Bernardo, Texas, a la que llegó el 27 de junio de 1824 y desde donde planeó durante días su entrada de nuevo al país para ayudar a sus conciudadanos a evitar el regreso de España. Sin embargo, su plan no funcionó y fue arrestado el 16 de julio. Tres días después fue fusilado bajo los cargos de traición.
Maximiliano de Habsburgo, segundo emperador de México.
Como una maldición que se mantiene en el tiempo, el puesto de emperador de México siempre termina en una ejecución, como pudo comprobar el segundo emperador, un austriaco que quiso dar más derechos a los pobres, eliminar los privilegios de los ricos y poner por delante los derechos humanos: Maximiliano de Habsburgo, un emperador que llegó a México gracias a la unión imposible de Francia, España y Reino Unido.
Una alianza imposible
El 31 de octubre de 1861 la reina de España, Isabel II, el emperador de Francia, Napoleón III, y Victoria, reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda firmaban un acuerdo en Londres. Tres naciones históricamente enemigas se unían para reclamar a México el pago de su desorbitante deuda de una forma peculiar: invadiendo el país en una operación que daría origen al Segundo Imperio Mexicano.
Tras obtener su independencia, en 1821, México llevaba décadas de inestabilidad tras el paso de más de 27 presidentes que dejaron al país en una situación económica deplorable, provocando que acumulase grandes deudas con casi todas las potencias extranjeras, pero especialmente con Inglaterra, España y Francia.
La guerra con Estados Unidos, en la que México perdió la mitad de su territorio, aumentó todavía más la deuda, así que el presidente, el liberal Benito Juárez, no tuvo más remedio que firmar una moratoria que suspendía por el término de dos años todos los pagos a potencias extranjeras. Los firmantes del tratado decidieron demostrar a Juárez que Europa no permitiría aquella decisión, por lo que pactaron una gran expedición de carácter bélico a tierras mexicanas.
Benito Juárez, presidente de México en el siglo XIX. Wikimedia Commons
Los puntos más relevantes del acuerdo decían que Francia, España e Inglaterra se comprometían a desplegar en las costas mexicanas fuerzas combinada navales y militares para realizar cualquier operación necesaria para el cumplimiento de su objetivo y a no buscar la ocupación de territorios ni a interferir en los asuntos internos de México.
Así, cada nación reunió una potente escuadra y, en un coordinado movimiento de efectivos por mar y tierra, asediaron las costas de Veracruz a partir de diciembre de 1861, obligando a Juárez a abrir negociaciones.
El ministro mexicano de Relaciones Exteriores logró persuadir a España e Inglaterra de que la suspensión del pago de deudas era algo transitorio, por lo que ambos países decidieron retirar sus tropas de territorio mexicano.
La traición de Francia
Sin embargo, Francia rompió la alianza, desestimó el acuerdo y se negó a dejar el país. Bajo el pretexto de hacer cumplir sus exigencias, Napoleón III tenía intenciones de instaurar una monarquía en México para restaurar la presencia francesa en el continente americano y poner freno al expansionismo estadounidense. Además, los conservadores mexicanos habían pedido ayuda a los galos para restaurar sus antiguos privilegios, perdidos tras la llegada al poder de Juárez.
Las tropas francesas avanzaron desde la costa hasta el centro del país, hasta alcanzar Ciudad de México, que ocuparon el 10 de junio de 1863, provocando la huida de Benito Juárez hacia el norte para intentar establecer una estrategia para retomar el poder.
¿Pero quién iba a ser el emperador? Napoleón pensó que el hermano del austriaco Francisco José, sería el candidato ideal, por lo que los conservadores mexicanos enviaron una comisión a Trieste para ofrecer la corona al archiduque Maximiliano de Habsburgo, un joven príncipe católico casado con Carlota, la hija del rey Leopoldo de Bélgica.
Un emperador europeo en México
La pareja llegó a Veracruz el 28 de mayo de 1864 y su llegada a Ciudad de México marcó el inicio del Segundo Imperio de México, pero los planes para los conservadores no salieron como habían pensado.
Llegada de Maximiliano y Carlota a México. Wikimedia Commons
Maximiliano decidió que no devolvería los bienes que se habían expropiado a la iglesia y a los conservadores tras la victoria de Benito Juárez y también creó una legislación que garantizaba los derechos del hombre y del trabajador.
Restringió las horas de trabajo, abolió el trabajo de menores, prohibió lo servicios forzados y la confiscación de bienes, se interesó por las condiciones de vida de los indígenas en las grandes haciendas, canceló las deudas mayores de 10.000 pesos de los campesinos y prohibió cualquier forma de castigo corporal.
Por si esto fuera poco, garantizó por ley la igualdad ante la justicia, el derecho a la seguridad personal, a la propiedad, al ejercicio libre de culto y a la libertad de prensa para todos los habitantes del imperio. También estableció la garantía de audiencia, por la que todo mexicano tenía derecho a ser recibido en audiencia por el emperador para presentarle sus peticiones y quejas. Llegó incluso invitar a Benito Juárez a formar parte de su gobierno como Ministro de Justicia, oferta que rechazó, e integró en su gabinete a varios liberales distinguidos.
Rechazado por casi todos
El pueblo mexicano comenzó a aceptar a aquel extranjero, pero no así las fuerzas políticas y eclesiásticas. Los conservadores y el clero lo veían como un traidor, mientras los liberales lo consideraban un invasor.
En 1865, Estados Unidos ya había salido de su guerra civil y comenzó a presionar para que las tropas francesas fueran desalojadas de México. Además, Francia estaba ocupada en un conflicto bélico en Prusia, por lo que Napoleón acabó retirando su ejército de tierras americanas.
El emperador Maximiliano I de México. Wikimedia Commons
Sin el apoyo del ejército francés, ni de los conservadores, ni de la iglesia y con las tropas de Juárez avanzando desde el norte para recuperar el control del país, Maximiliano se quedó solo y el imperio se resquebrajó.
Tres años después de haber emprendido su aventura mexicana y de ser el primer gobernante en instaurar leyes, reglamentos y normativas que