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Mitos y enigmas en torno a Helena de Troya por Gabriela A. Arciniegas | Excélsior

La escritora y poeta colombiana presenta, a modo de biografía, esta novela dividida en tres partes y narrada en primera persona

Helena de Troya
Helena de Troya

Se dice que Helena —conocida ampliamente como Helena de Troya y quien nació en el año 1200 a. C.— tenía la capacidad de interpretar los augurios, leer el gesto de las aves, de tocar la lira con habilidad y fabricar cierto tipo de pócimas que hacían olvidar los dolores del alma, sin ignorar el hechizo que causaba su belleza, como si todo esto pudiera resumirla.

Sin embargo, nada de esto tiene un pie en la historia ni en la arqueología, dice a Excélsior la novelista, poeta y traductora colombiana Gabriela A. Arciniegas (Bogotá, 1975). Esta mujer ni siquiera debería ser conocida como Helena de Troya, sino como Helena de Esparta o Helena Tindárida, afirma la autora que publica Helena. La reina condenada, novela dividida en tres partes: El libro de los viajes, El libro de las heridas y El libro de los ritos.

¿Qué representa Helena como personaje histórico para las mujeres del siglo XXI? “Esta Helena que estoy plasmando en esta trilogía es para una mujer de hoy. Es un diálogo que ella establece desde su tiempo y por eso está narrado en primera persona, porque es una posible biografía de cualquier mujer de la nobleza de aquellas ciudades micénicas del suroccidente Egeo, que cumplían con ciertos ritos en su sociedad, muchos de los cuales eran un enfrentamiento con la muerte”.

A este escenario, añade Arciniegas, “se sumaban los matrimonios arreglados o el hecho de que una mujer podía llegar a ser reina, pero mañana ser afectada por la guerra y llevada como parte del botín, para ser convertida en concubina, en una esclava más o en la esposa del rey ganador de la siguiente batalla. Quería contar no esos hechos, sino qué provocaban (estos hechos) en la psiquis de la persona y en todo el entramado social de cada ciudad”.

Así que la también traductora tomó a Helena y la trajo a un ámbito humano, quitándole la intervención de los dioses y de los seres fantásticos, sin quitarle su dimensión religiosa, sino sólo ponerla en el terreno de lo humano y desde esa incertidumbre en la que las mujeres pedían u oraban para que se solucionara una situación, un fenómeno natural o una plaga.

“Porque uno ve las tablillas babilonias, asirias o hititas y aparecen esas oraciones, plegarias, ritos y ceremonias que hacía la gente pidiendo a los dioses, pero sin saber si éstos iban a cumplir o no. Quise plasmar esa dimensión humana y esa incertidumbre, pero también captar la dimensión femenina en la que una mujer podía ser dueña de un terruño un día, pero mañana no tenía forma de decidir por sí misma, ya que alguien de aquel mundo masculino tomaría la decisión a lo largo de los conflictos bélicos entre pueblos”, asevera.

¿Prevalece algún parecido entre la época de Helena y nuestro tiempo? “Hay algunos asuntos que nos siguen concerniendo, como la esclavitud, el trabajo infantil femenino, el abuso y el acoso sexual, que siguen siendo un tema, así como los matrimonios arreglados y, en algunas culturas, las mujeres sólo pueden cumplir roles específicos y no pueden interactuar en el mundo masculino ni ser parte de cambios políticos, de la intelectualidad ni de la ciencia y esto nos recuerda que hay luchas que quedan pendientes por hacer”.

¿Cómo se debería llamar a Helena? “Helena realmente nació en Esparta, no en Troya, y desde el punto de vista de los geógrafos, que es lo más cercano a los historiadores, no la llaman de Troya, sino simplemente Helena o lo más correcto para los puristas sería llamarla Helena Tindárida, porque era hija de Tindáreo”.

¿Existe algún registro de que se haya intentado borrar su historia? “No creo que haya sucedido, como en otros casos, que se hubiera querido borrar su vida, porque en realidad desde el punto de vista histórico tampoco se han encontrado vestigios de la existencia ni de Menelao, ni de Paris o de Agamenón, quienes participaron en la Guerra de Troya, salvo una carta que refiero en esta trilogía.

Se trata de una misiva entre dos reyes de la cultura hitita, Mursili II y Muwatalli II, la cual ubicó en 2017. “Aquí Helena (Herena) y Paris Alejandro (Alaksandu) aparecen situados en el siglo XIII antes de nuestra era, junto al nombre de una ciudad llamada Wilusa, que los hititólogos relacionan con Troya o su sinónimo Ilión. Esto demostraría que Helena sí existió.

  • TÍTULO: Helena. La reina condenada
  • AUTORA: Gabriela A. Arciniegas.
  • Editorial: Fondo de Cultura Económica, Bogotá, 2023.

Fuente: Excélsior

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