La psicóloga Celia Incio, experta en misofonía, cuenta cómo se especializó en este trastorno y cuáles son esos sonidos más comunes que molestan
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¿Qué es la misofonía y cómo afecta? Freepik
Melissa González / Bienestar / ABC
¿Te resulta incómodo escuchar cómo mastican los demás? ¿O cómo respiran? ¿Quizá el sonido de unas zapatillas arrastrándose por el suelo? Seguramente a estas alturas ya lo sepas pero sufres misofonía si lo mencionado anteriormente te resulta molesto en exceso.
Si ciertos sonidos cotidianos desencadenan una reacción emocional exagerada, pero no parecen molestar a nadie más, tienes este trastorno cada vez más común pero del que se conoce aún bastante poco, a juicio de la psicóloga experta en misofonía Celia Incio. En esta entrevista esclarece en qué consiste esta alteración y si tiene o no cura.
– Aunque lo básico lo tenemos controlado, ¿cómo definiría la misofonía?
Es una condición que genera una reacción desmedida u ‘odio incontrolable’ (como lo definen algunos) ante determinados sonidos cotidianos que para el resto de personas resultan prácticamente imperceptibles y, desde luego, inofensivos. Estos sonidos cotidianos suelen ser: masticar, sonidos que tengan que ver con la saliva o la boca al tragar, también la respiración, el toser e incluso arrastrar los pies por el suelo, el tecleo, bostezar… Como decía, estos sonidos para la mayoría de personas son imperceptibles pero para quienes sufren misofonía desencadenan una respuesta emocional muy intensa y la ansiedad.
– ¿Les condiciona?
Para muchas personas es un ‘madre mía, no voy a poder soportarlo, no puedo escucharlo…’ y eso todavía va incrementando aún más esa ansiedad y esa necesidad imperiosa de alejarse del sonido o que esa persona cese de hacerlo. Incluso esto no solamente se queda en emociones, sino que también va acompañado de síntomas fisiológicos como sudoración, una mayor tasa cardíaca, los músculos se ponen en tensión, se genera como una especie de fuego que muchas personas definen, que les sube por el estómago o incluso una presión en el pecho proveniente de la propia ansiedad. Aunque esto puede molestar a mucha gente, tener estos síntomas definen muy bien lo que es la misofonía.
Dicho de manera brusca, es como si les estuvieran pellizcando el cerebro por dentro. En los casos más graves encontramos que hay personas que llegan a tener conductas violentas hacia el emisor de ese sonido o incluso hacia sí mismos para aliviar la tensión.Noticias Relacionadas
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– ¿Qué consecuencias tiene en su vida?
Promueve el aislamiento, prácticamente viven encerrados en sus habitaciones o en un cuarto en el que haya silencio y se ponen la música a todo trapo, que aparte de unas consecuencias evidentes a nivel familiar, social o laboral, esto también produce incluso a veces daños en los oídos de la persona al llevar tanto tiempo estos aparatos. No se puede hacer una idea una persona que no lo sufre de lo que llega a suponer la misofonía. No se da únicamente ante la reproducción de ese sonido, sino que cuando ya ha pasado, cuando las personas ya han sufrido esos episodios de ansiedad tan elevados y de pasarlo tan mal en definitiva, al final llegan a anticipar que ese sonido se puede producir y su alerta, su cerebro está constantemente hipervigilante ante su posible aparición.
– ¿Usted sufre misofonía?
Aunque muchas personas esperan que yo sufra misofonía, la realidad es que no. Mi interés por esta condición surgió a raíz de mi propia experiencia, mi bagaje profesional. Los psicólogos durante muchos años nos preparamos para tener una biblioteca de posibles trastornos, condiciones, patologías… que una vez estemos en el desempeño profesional nos vamos a encontrar. Pero en todos mis años de estudio no había oído nombrar la palabra misofonía jamás, no sabía lo que era.
– ¿Cómo se interesó por ella?
Hubo un día que llegó a consulta una persona con muchos problemas, muy desesperanzada, maniática, sintiéndose una alguien raro… y poco a poco vimos que se trataba de misofonía. Algo que incapacita tanto, que limita tanto la vida de alguien y que no esté reconocido socialmente y tampoco a nivel profesional… Entonces ahí empezó un poco toda mi formación, todo mi interés, el atender a personas que padecían los mismos síntomas y poco a poco empezar a comprobar que no es una cosa aislada, que no es un porcentaje pequeño la cantidad de personas que sufren misofonía, sino que es una locura la cantidad de gente que está sufriéndolo en silencio, aislado.
Empecé a interesarme, a formarme cada vez más, a atender a cada vez más personas, que es verdad que también la práctica clínica al final te acaba dando un aprendizaje que no solamente la formación teórica te ayuda.
«Quienes tienen misofonía es como si les estuvieran pellizcando el cerebro»
Celia Incio
Psicóloga
– ¿La sufren muchas personas?
Cada vez más y gracias a ponerle nombre hay cada vez más personas que se sienten identificados y llegan a consulta diciendo: «yo no sabía que esto tenía un nombre propio, lo llevo sufriendo toda la vida y pensando que soy un rarito».
Es verdad que todavía no hay datos específicos o muy detallados sobre cuál sería el número de personas en España pero me puedo aventurar a concluir que aproximadamente entre un 12 y un 15 o 16 por ciento de la población sufre misofonía que interfiere de forma significativa en su calidad de vida. Hay otros estudios que incluso revelan que hasta un 20% puede sufrir misofonía pero no necesariamente se tienen que sentir limitadas por ello.
Siendo conscientes de tales cifras y de tales limitaciones, es muy curioso que todavía no existan investigaciones o más estudios que nos permitan comprender mejor esta condición y que se haga llegar todavía más investigaciones o recursos para el tratamiento para paliar los síntomas de todas las personas que la sufren, porque si bien desde mi equipo en Celia Misofonía ayudamos y acompañamos a un montón de personas semanalmente, bueno, esto no deja de ser también un acompañamiento desde la psicología, del área privada, a nivel salud pública o sea muchísimos pacientes reportan haber ido a médicos neurólogos, otorrinos, psiquiatras y con muchísimas personas profesionales no han oído hablar de esto.
– ¿Por qué se sufre?
No hay investigaciones consistentes al respecto, pero parece haber un consenso en que el origen de la misofonía es multifactorial. Parece que intervienen factores neurológicos, genéticos, ambientales, psicológicos, y la relación entre todos ellos puede facilitar el desarrollo de la misofonía. Es decir, a nivel neurológico, por ejemplo, las investigaciones apuntan a una disfunción entre las conexiones cerebrales que procesan los sonidos, o sea, la entrada de sonidos a nuestro cerebro y las emociones.
Entonces parece ser que concretamente una parte que se llama la corteza insular y una parte que integra las entradas sensoriales, junto con las respuestas emocionales, y se encuentra una hiperactividad, lo cual genera respuestas más intensas a ciertos sonidos específicos en personas con misofonía, activando áreas del cerebro vinculadas a emociones fuertes como puede ser el miedo, como puede ser la alerta. De todos modos hay otros estudios.
«La misofonía no puede curarse con una pastilla»
Celia Incio
Psicología
– ¿Cuáles son esos sonidos que más molestan?
No hay sonidos que molesten más porque cada persona tiene un abanico de sonidos detonantes, de lo que también se llama ‘triggers’. No es que un sonido de forma genérica a todas las personas moleste más.
Entre los más comunes sí podemos encontrar los sonidos que se producen con la boca, bien sea masticar, sacar algo entre los dientes, el sonido que una persona hace al abrir y cerrar la boca, del estilo del… que no sabría cómo definirlo. El sonido de tragar, este tipo de sonidos que implican saliva suelen ser bastante comunes. Sin embargo, el sonido, por ejemplo, de vecinos o sonido de ladridos de perros no es de los que molestan más, sino que cuando una persona tiene estos desencadenantes, es un malestar muy muy intenso porque si alguien está comiendo y te molestan sus sonidos, puedes levantarte e irte. Sin embargo, cuando es el sonido de los vecinos, el sonido del ladrido de perros o alguna persona en la calle, gente que vive al lado de una pista de pádel o de un parque con niños, para otras personas nos pasaría totalmente desapercibidos esos sonidos pero para ellos no porque no existe ningún tipo de manejo de la situación y la persona se siente muchísimo más indefensa.
– ¿Se puede curar la misofonía?
A mí me da mucha rabia cuando se dice que la misofonía no tiene cura. Bien es verdad que no te puedo dar una pastilla y que se te cure pero la ansiedad tampoco en realidad, ¿no? O sea, te puedo dar una pastilla y que te palie los síntomas, pero sí que se puede aprender a manejar; todos vivimos con una posible ansiedad, pero no todo el mundo sufre de ansiedad, entonces aunque tú tengas misofonía y no tengas una pastilla puedes llegar a manejarla y que, como digo, te olvides de que la misofonía ha aparecido en algún momento de tu vida o de que es algo que te ha ocasionado problemas.
– ¿Está relacionada también con el estrés?
Invito a reflexionar a las personas con misofonía sobre si han comprobado que cuando se encuentran más tranquilos y relajados disminuye la intensidad en comparación con cuando se encuentran más estresados. Esto es algo muy visible y que muchas personas lo mencionan.
Y bueno, aquí es donde yo creo que también se abre la puerta a llegar a entender que esto se puede trabajar, que no solamente depende del sonido que se esté reproduciendo o no, sino también de las estrategias de manejo de las emociones que en ese momento tengamos.
Sobre la autora
Celia Incio del Río es psicóloga sanitaria especialista en el tratamiento de la misofonía y fundadora y directora de Celia Misofonía, donde se reúne un equipo de profesionales dedicadas en exclusiva al tratamiento de esta condición. Su objetivo es el de poder dar voz a la misofonía y acompañar a todas las personas que deciden iniciar un proceso terapéutico para deshacerse de las limitaciones que esta condición puede imponer en su vida. Y además que puedan deshacerse de la etiqueta de «ser unos maniáticos» o de la creencia tan extendida de que la misofonía «no tiene solución», y con ello recuperar las riendas de su bienestar emocional.