Intrincados bordados, abalorios y estampados componían las especiales creaciones de esta brillante genio de la moda.
ÁNGELA GARCÍA / MAGAS / El Español
Mary McFadden (Nueva York, 1938) ha fallecido a sus 85 en su casa Southampton, Nueva York. La diseñadora, famosa por sus brillantes vestidos plisados de caída hasta el suelo e imagen inolvidable, nos ha dicho adiós dejando un hueco enorme en la moda.
De cabello color ébano y rostro blanco al estilo Kabuki, su existencia estuvo marcada por la influencia de culturas antiguas que acabó plasmando en intrincados diseños. Bordados, abalorios y pinturas realzaban los diseños de sus colecciones. «Era una bohemia de clase alta, excéntrica y poco convencional«, así la describía el periodista Michael Gross en un artículo escrito para la revista New York en 1990. Pero antes de llegar ahí, un viaje en retrospectiva por su vida y gustos.
«Niña rica»
El 1 de octubre de 1938, Mary McFadden llegó a este mundo. Su lugar de nacimiento no es otro que la gran manzana neoyorquina; sin embargo, pasó su infancia en una plantación de algodón ubicada en la ciudad de Memphis, Tennesse, por el trabajo de su padre Alexander McFadden quien era comerciante de esta agradable materia prima.
Mary Josephine (Cutting) McFadden, madre de Mary, era hija de Fulton Cutting, pionero en el desarrollo de la radio comercial.
Tras el fallecimiento del señor McFadden, la afligida familia se trasladaría a Westbury, Nueva York, y la joven Mary sería enviada a Foxcroft School para cursar sus estudios previos a la universidad. Columbia, la Sorbona y la escuela de Moda Traphagen serían algunos de los reputados centros de estudios que recorrería para enriquecerse y formarse de manera brillante.
El periodista Michael Gross, la describía como «una bohemia de clase alta, excéntrica y poco convencional«. Él mismo aportaba la información sobre la riqueza de aquella familia criada en un entorno burbuja alejado de la realidad de la gente común: «se crio como una estadounidense extremadamente rica«.
Carrera de oro
Tras su etapa académica, McFadden se aventuró al mundo laboral y consiguió trabajar de la mano de grandes firmas en la moda como Dior donde ejercía de relaciones públicas; Diana Vreeland la nombró editora de Vogue Sudáfrica hasta el cierre de la revista. Pero eso solo fue un punto seguido en su carrera de oro.
En 1968 sería editora freelance para Vogue París, y en el año 1976 se aventuraría a fundar su propia empresa: Mary McFadden Inc.
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Diosas griegas
«Quiero que los vestidos caigan como oro líquido por el cuerpo de la mujer», eso dijo y eso consiguió con sus vestidos plisados tras los cuales se escondía un arduo trabajo de artesanía. McFadden conseguía el maravilloso charmeuse satinado en Australia, lo mandó teñir en Japón, para acabar prensándolo a máquina en Estados Unidos. El proceso era tan minucioso que llegó a patentarlo como ‘Marii’ en 1975.
McFadden y una modelo con sus famosos vestidos plisados Getty Images null
Quienes lucían estos diseños parecían diosas griegas esculpidas en la Acrópolis y con dicha inspiración, invitaba a posar a sus modelos en las sesiones fotográficas en el centro de Nueva York.
«Su conversación estaba plagada de alusiones a civilizaciones antiguas, las joyas involucradas y los aspectos ceremoniales de culturas antiguas y remotas» comentan quienes tuvieron la suerte de compartir con McFadden amenas charlas en cenas de gala y otros eventos de la sociedad neoyorquina.
Pionera en su campo
Mary McFadden no se hizo reconocida solo por sus especiales diseños, plisados y resplandecientes o por su particular belleza y aura, esta mujer de la alta cuna de Nueva York fue la primera presidenta del Consejo de Diseñadores de Moda de Estados Unidos durante 1982 y 1983. Un hito a comienzos de los 80.
Una pérdida trae consigo un gran dolor a los allegados de quien marcha, pero en esta ocasión, Mary McFadden deja también un vacío en la historia futura de la moda que solo se podrá llenar recordando su radiante rostro y sus laboriosos vestidos resplandecientes.