Beato Moisés Lira. Crédito: Arquidiócesis de México | Virgen de Guadalupe. Crédito: Dominio Público – Wikimedia Commons
Por Abel Camasca / ACI Prensa
Este 14 de septiembre fue beatificado en la Basílica de Guadalupe, en Ciudad de México, el beato mexicano Moisés Lira Serafín, quien fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada. Por ello te compartimos una breve oración que él escribió a la Virgen de Guadalupe por el sacerdocio.
En el sitio web moisesliraserafin.com, que promueve la devoción al nuevo beato, se detallan rasgos de la vida del P. Moisés, quien nació en Zacatlán, Puebla, el 16 de septiembre de 1893. En su juventud conoció al venerable P. Félix de Jesús Rougier, fundador de los Misioneros del Espíritu Santo.
Moisés fue el primero en ingresar a esta congregación y en profesar como religioso de la naciente comunidad. Fue ordenado sacerdote el 14 de mayo de 1922 y más adelante cursó estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
Tuvo una fuerte crisis vocacional y se aferró a la voluntad de Dios. Posteriormente, fundó en México la congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada y murió con fama de santidad en 1950. Es llamado el apóstol de la bondad.
El milagro que se le atribuye para su beatificación es la curación milagrosa de una bebé en el vientre de su madre y por ello hay quienes desean que sea declarado protector de las mujeres embarazadas.
Los Misioneros del Espíritu Santo, en una biografía digital documentada sobre el beato, indican que al día siguiente de ser ordenado sacerdote el P. Moisés celebró su primera Misa. En aquel día escribió en su diario espiritual una breve súplica a la Virgen de Guadalupe encomendándole su sacerdocio y pidiéndole que lo acompañe a subir al altar.
Al parecer la Madre de Dios lo escuchó y hoy ha sido elevado a los altares como beato. A continuación la profunda oración a la Madre de Dios que puede ser rezada por todos los sacerdotes.
“Oh María, Madre mía de Guadalupe, ¡alégrate!, tienes ya otro hijo sacerdote, que jamás suba al altar sin ti. En tus manos encomiendo y pongo mi vida sacerdotal, Madre, ayúdame”. Amén.
