Los Periodistas

En tres años en el poder, los talibanes han borrado por completo a las mujeres del espacio público en Afganistán, prohibiendo su rostro, su voz, su acceso a la educación y al trabajo.

Un grupo de mujeres afganas cubiertas con el burka bordan pañuelos en la ciudad de Kandahar.GETTY

En un vídeo publicado en redes sociales la cámara sigue al portavoz del ministerio de Vicio y Virtud, Akif Muhajir, mientras pasea por un parque. Al fondo se ve a hombres sentados en la hierba haciendo un pícnic, descansando. “Gracias a Dios todo el parque está libre de mujeres y los hombres pueden venir y pasar un buen rato sin peligro”, describe Muhajir ante la cámara, en un ambiente en el que la mitad de la población no existe.

Hace aproximadamente un año el régimen talibán prohibió a las mujeres entrar en los parques, uno de los pocos espacios de socialización no segregada por sexos que quedaban en el país. La medida se impuso al considerar a las mujeres un objeto pecaminoso que debe ser apartado de la vista de los hombres. “Hacer turismo no es una obligación para las mujeres”, dijo el entonces ministro del Vicio y la Virtud, Mohammad Khalid Hanafi.

Un cerco que se estrecha

La medida se impuso poco después de no permitir a las mujeres ir a la peluquería ni al gimnasio, además de ordenar cubrir el rostro de todas las campañas publicitarias o maniquíes que se exhiben en los aparadores de las tiendas. En aquel entonces la lista de imposiciones contra las 14 millones de mujeres y niñas afganas ya era larga y había alarmado a organizaciones de derechos humanos, que denunciaron que el regreso de los talibanes al poder tras el colapso del gobierno respaldado por Estados Unidos, era mucho más restrictivo que su anterior gobierno a finales de los 90.

Las afganas cantan en redes contra la nueva ley talibán: “Me has encarcelado en casa por el crimen de ser mujer”

Los casos de mujeres que casaban a sus hijas a la fuerza con familiares cercanos para evitar que fueran detenidas por los talibanes no paraban de crecer, mientras la prensa de organizaciones afganas en el exilio documentaba casos de suicidios de mujeres que ya no podían más con la represión talibán.

Triste récord

La lista de imposiciones contra mujeres y niñas era larga, pero ahora es peor. Bajo su control, Afganistán se ha convertido en el único país del mundo donde a las niñas y a las mujeres se les prohíbe cursar estudios secundarios y superiores. Tampoco pueden trabajar de cara al público ni en la mayoría de perfiles del sector privado.

El hachazo que ha marcado su destierro total de la sociedad se produjo hace apenas unos días, cuando el líder supremo de los talibanes, Hibatullah Akhundzada, sentenció por decreto que las mujeres deben cubrirse por completo cuando salen a la calle, no pueden hablar con nadie que no sea su pariente y por último, no pueden expresarse en voz alta en público. Esta última aberración les impide cantar, recitar discursos o expresar su opinión en público, encerrándolas aún más en sus hogares.

Si quieren desplazarse fuera de casa, ahora necesitan la compañía de un tutor -un pariente cercano como un marido o hermano- en un regreso forzado a la infancia, en la que necesitan vigilancia para cualquier tarea del día a día. “Siempre que una mujer adulta salga de su hogar por necesidad, está obligada a ocultar su voz, su rostro y su cuerpo”, señala la nueva normativa. En su interpretación extrema de la ley coránica, los talibanes consideran la voz de las mujeres como aurat, un término de la ley islámica para referirse a las partes íntimas que deben cubrirse de un hombre o una mujer.

El resquicio de internet

“No puedo más”, describe a Yo Dona Fariba, una profesora de Kabul que no quiere revelar su nombre real. “Todas las mujeres que conozco están muy deprimidas, tienen ansiedad, se sienten encerradas”, señala. “Antes no vivíamos bien, pero todo se ha esfumado en un segundo. No podemos trabajar, no podemos salir”, añade.

Una mujer afgana camina por las calles del distrito de Baharak, en la provincia de Badakhshan.
Una mujer afgana camina por las calles del distrito de Baharak, en la provincia de Badakhshan.GETTY

Fariba recuerda los encuentros con dos amigas en una peluquería, ahora cerrada por los talibanes. Describe que si no fuera por internet, no tendría acceso al mundo, pues no puede reunirse con familiares ni siquiera para celebrar una boda. Una profesora que conoce da clases online a niñas en contra de las medidas del régimen, pero ella tiene miedo de que la identifiquen. “Quiero buscar una forma de seguir trabajando sin que sepan quién soy. Quizás enviando los textos a algunas alumnas”, relata.

Rebelión femenina

Centenares de mujeres afganas en el país y en el extranjero han intentado rebelarse contra la nueva ley, publicando vídeos en redes sociales cantando y mostrando su rostro. “Si nos mantenemos juntas, el derrocamiento de los talibanes y nuestro éxito están asegurados. Crees que mi voz es desnuda (aurat), pero cantaré el himno de la libertad”, canta una mujer afgana en uno de los vídeos.

“Me has encarcelado dentro de casa por el crimen de ser mujer”, canta otra joven ante la cámara. En los vídeos aparecen activistas feministas alzando los puños en un acto de rebeldía y rompiendo fotografías del líder supremo, Akthundzada. Dichas canciones no se podrán mostrar ni siquiera en un canal de televisión opositor, ya que la nueva normativa talibán también impide emitir imágenes de seres vivos en los medios de comunicación, mermando aún más la libertad de prensa en el país.

Una ley en la picota

Sahar Fetrat, investigadora de los derechos de las mujeres para Human Rights Watch, valoró el “valiente desafío” de estas mujeres que cantan “sobre la libertad y la resistencia para que nadie las pueda silenciar”. Por su parte, Mir Abdul Wahid Sadat, presidente de la Asociación de Abogados Afganos, advirtió a la organización opositora Rukhshana Media que el nuevo paquete de leyes contradice las obligaciones legales nacionales e internacionales de Afganistán. “Desde un punto de vista legal, este documento (la nueva normativa) enfrenta serios problemas”, describe. “Contradice los principios fundamentales del Islam sobre la promoción de la virtud, que nunca se ha definido a través de la fuerza, la coerción o la tiranía”, advierte.

La nueva imposición también ha provocado un gran rechazo entre exmiembros del Parlamento afgano, que antes de la llegada de los talibanes al poder contaba con cierta paridad entre hombres y mujeres. “El gobierno talibán no tiene ningún tipo de legitimidad y estos nuevos edictos diseñados para borrar y reprimir aún más a las mujeres son una indicación de su odio hacia ellas”, señala Fawzia Koofi, exvicepresidenta del Parlamento. “Cuando dicen que las mujeres no pueden hablar en público porque consideran que sus voces son una forma de intimidad, es increíblemente aterrador, pero el mundo entero actúa como si esto fuera normal”, lamenta.

Apartheid de género

“Más de una cuarta parte de los miembros del Parlamento eran mujeres”, señala Sahar Fetrat, de Human Rights Watch, sobre la situación del país antes de que los talibanes tomaran el poder en 2021. “Había mujeres que ocupaban puestos de ministra, jueza, profesora y piloto de helicóptero. Había mujeres que cantaban, pintoras, artistas conceptuales y actrices. Había una orquesta de niñas. Ahora todo eso ha desaparecido”, advierte.

Grupos de defensa de los derechos humanos y feministas llevan más de un año intentando que se admita en la ley internacional el apartheid de género, es decir, la discriminación y segregación de parte de la población por motivos de sexo, para incriminar las medidas de los talibanes. “Es un largo camino, pero existe la posibilidad de reconocer el apartheid de género y luego utilizarlo como instrumento para responsabilizar a los talibanes por su represión contra las mujeres”, explica a Yo Dona Shaharzad Akbar, que presidió la Comisión de Derechos Humanos de Afganistán hasta la toma de los talibanes. “Se han dado pasos, como el intento de varias organizaciones de llevar ante la Corte Internacional de Justicia las violaciones de derechos humanos y discriminación contra las mujeres de los talibanes”, señala.

Las consecuencias

La UNESCO alertó que la prohibición del acceso a la educación y al mercado laboral de las mujeres ha forzado a muchos menores a la explotación laboral infantil para poder sostener a sus familias, en una sociedad en la que el 54% de la población vive en una situación de pobreza. No es así para las familias de los miembros del gobierno talibán, cuyas hijas sí van a la escuela en Qatar, según han documentado varias investigaciones.

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Tras tres años en el poder ningún gobierno reconoce oficialmente su mandato, pero algunos países han dado pasos diplomáticos hacia su admisión en la esfera internacional, como Emiratos Árabes Unidos, que ha enviado oficialmente embajador a Kabul. Por su parte, Naciones Unidas mantiene varios canales de comunicación para poder seguir enviando ayuda humanitaria al país, pero ha recibido críticas por organizar conversaciones con los talibanes en un encuentro en el que no asistió ninguna representante mujer. Mientras, millones de mujeres siguen encerradas en sus hogares, intentando por todos los medios disponibles combatir a un régimen que las borra de la sociedad.

Fuente: https://www.elmundo.es/yodona/actualidad/2024/09/07/66daceeb21efa0957a8b4572.html

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