Andrés Amorós ha recomendado en esRadio este relato incluido en el libro recién editado Misión en Bucarest y otros relatos.
AMORÓS / Libertad Digital
La historia de la tauromaquia contiene anécdotas de todo tipo, pero todos los aficionados conocen la del banderillero Enrique Berenguer Blanquet, quien predijo en la plaza la muerte de los toreros Joselito el Gallo y Manuel Granero cuando notaba olor a cera. El polifacético Agustín de Foxá se inspiró en esta leyenda para su relato corto Olor a cera, que publicó en la revista Blanco y Negro en 1958.
En la sección Los Libros del programa Es la Mañana de Federico de esRadio el catedrático de Literatura Andrés Amorós ha recomendado el relato que está incluido en el libro recién publicado por Renacimiento, Misión en Bucarest y otros relatos al que ha calificado de «una verdadera obra maestra». Sobre Foxá ha contado que «era un diplomático muy especial» y que «decía de sí mismo que era gordo, aristócrata, falangista, diplomático, bebedor y patriota español».
Foxá «fue del grupo de amigos de verdad de José Antonio Primo de Rivera y la leyenda dice que probablemente se debe el comienzo del Cara al Sol», ha señalado Andrés Amorós. El diplomático «es el autor de una de las mejores novelas sobre la guerra de España, la fantástica Madrid de corte a checa«. Como poeta era «neoclásico, muy lírico». El catedrático de Literatura ha añadido que Foxá «es buen escritor sobre todo porque escribe de locura con un estilo brillantísimo lleno de metáforas continuamente».
Las premoniciones de Blanquet
Amorós ha contado que el relato Olor a cera «es de tema taurino» y que «escribir sobre toros es complicado«. En este sentido, ha apuntado que eso ocurre «en poesía sobre todo, pero en novela no es fácil porque en seguida caes en lo melodramático y lo folletinesco: El Niño de las Monjas, Currito de la Cruz…». Ha añadido que «lo publicó Foxá en folletín en ABC, en la revista Blanco y Negro, el 18 de mayo de 1958″.
Sobre la base histórica de lo que ocurrió Amorós ha contado que «Joselito el Gallo, que ha sido el mejor torero, el Rey de los toreros, sin duda ninguna, tenía un peón de confianza, que eso es fundamental para un torero, que se llamaba Enrique Berenguer Blanquet, que era valenciano». Le decía: «Blanquet, un capotazo y fuera«, toda una enseñanza en el ruedo.
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Este banderillero «vivió de 1881 a 1926 y la leyenda dice que Blanquet olía la muerte. Que iba con un torero y olía a muerto antes de la corrida y que eso sucedió tres veces, lo que cuenta la novela». Amorós ha dicho que la primera vez fue «en 1920» cuando «Joselito el Gallo torea en Talavera, huele a muerto y de una cornada el toro Bailaor lo mata. Dos años después va Blanquet con otro torero, Manuel Granero, un torero valenciano sucesor de Joselito, y el toro Pocapena en Madrid lo mata también y él había olido a cera».
Como anécdota de lo que sucedió con Granero Amorós ha añadido que cuando iba de camino a la plaza de toros por la Gran Vía «Granero que era muy guapito paró a hacerse una foto con un fotógrafo famoso y le dijo Blanquet: Te has hecho la última foto«.
«La tercera vez que le pasa a Blanquet fue en el año 1926 con Ignacio Sánchez Mejías«, ha explicado Andrés Amorós. Le dijo al que fue cuñado de Joselito el Gallo: «Tú serás el próximo, va a ser tu último toro. No lo mates porque te va a matar». «Sánchez Mejías que era muy chulo y echado para adelante torea al toro y no lo mata y todo el mundo le dijo: ves Blanquet, nada. Todo era cuento», ha apuntado Amorós.
Olor a cera, «lo mejor de Foxá»
En el relato aparecen los protagonistas de la historia real «con nombres ficticios», ha dicho Amorós. El catedrático de Literatura ha contado que «a Blanquet lo llama El Almendro; a Joselito, Platerito; a Ignacio Sánchez Mejías, El Marismeño; a La Argentinita, La Greco… pero luego va alternando y te dice quiénes son de verdad». «También mezcla personajes, cuenta que a Sánchez Mejías le dan un banquete los intelectuales en Lhardy, pero eso no fue a él sino a Manolete unos años después», ha indicado.
En Olor a cera «hay unas frases sobre el toreo preciosas» ha señalado Andrés Amorós que ha puesto de ejemplo: «es un ballet con la muerte. Es un baile alrededor de una sepultura. Y es tan hermoso por eso. Porque se sonríe ante lo más terrible. Ahí está el absurdo genial de España«. También cuenta de primera mano el ambiente taurino en esos años en Sevilla, Madrid, Talavera o la plaza limeña de Acho.
«Me parece lo mejor de Foxá«, ha destacado Andrés Amorós que cree que «el peligro de Foxá como narrador es que a veces se le va hacia la poesía, no sigue la línea narrativa y aquí hay una base histórica y no se va por las ramas». Es «una historia costumbrista, bonita, pintoresca, interesante, pero que, además, se asoma al misterio de la vida y de la muerte esto resulta muy muy atractivo. A mí esto me parece mucho mejor que lo que escribe Hemingway sobre toros. Lo que pasa que Foxá es menos conocido. Al que le interesen los toros es de lectura obligada y al que no le interesen pero quiere ver algo bien escrito de verdad pues también».