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El Centro Pompidou inaugura el 4 de septiembre una gran exposición por el centenario de este movimiento

André Breton, creador del manifiesto surrealista ABC

Juan Pedro Quiñonero / París / ABC

El Centro Pompidou inaugura el día 4 una gran exposición consagrada al centenario del surrealismo, quizá el más grandes de los ‘ismos’ que cambió el rumbo de la historia del arte, con una influencia planetaria que no ha dejado de crecer y tomar formas muy diversas en la pintura, la escultura, la fotografía, el cine, las artes gráficas y visuales.

Oficialmente, el surrealismo nació el 11 de octubre de 1924, cuando se publicó el primer ‘Manifiesto surrealista‘, escrito cuando su autor, André Breton vivía en la rue Blanche, en el corazón de Pigalle, en lo más alto de su legendaria fama de barrio prostibulario. Siete años más tarde, Ramón Gómez de la Serna contabilizó en ‘Ismos’ (1931) medio centenar de movimientos de vanguardia, contemporáneos de la gran revolución surrealista que, desde París, había crecido de manera excepcional, en Europa y las Américas. ‘Un perro andaluz’, obra capital, la película de Luis Buñuel y Salvador Dalí, se estrenó en 1929. La ‘Oda a Salvador Dalí’, de Federico García Lorca, data de 1926. El ‘Poeta en Nueva York’ lorquiano, uno de los grandes poemas españoles del siglo XX, fue escrito en 1930.

‘Surrealismo’, la gran exposición del Centro Pompidou comisariada por Didier Ottinger, director adjunto del Museo Nacional de Arte Moderno, y Marie Sarré, conservadora de las colecciones modernas del Centro, no entra en el detalle de esas ramificaciones del movimiento nacido en París, pero ofrece una visión pedagógica de muy altos vueltos, con varios centenares de obras propias y prestadas por museos y grandes coleccionistas.

En el centro de una escenografía concebida en forma de espiral, los comisarios proponen una docena de salas consagradas a los patriarcas presentes en la matriz surrealista original, como Lewis Carroll y Lautréamont. Y exploran la historia del surrealismo con capítulos evocadores: ‘Las lágrimas de Eros’, ‘Himnos a la noche’, ‘Trayectorias del sueño’, ‘Monstruos políticos’, ‘Melusina’, ‘Bosques encantados’, ‘Quimeras’…

A través de obras mayores de Salvador Dalí (‘El gran masturbador’), René Magritte (‘Les Valeurs personelles’), Giorgio de Chirico (‘Chant d’amour’), Max Ernst (‘La Grande Forêt’) o Joan Miró (‘Chien aboyan à la lune’), entre otros grandes maestros, ‘Surrealismo’ ofrece una visión impresionante y pedagógica de la revolución surrealista.Noticia Relacionada

Ana María Dalí, asomada a la ventana

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Sergi Doria

La exposición tiene otra perspectiva importante: una presencia femenina de gran calado a través de obras de Leonora Carrington, Remedios Varo, Ithell Colquhoum, Dora Maar y Dorothea Tanning, entre otras. Presencia que puede contemplarse desde varios ángulos: la importancia particular del surrealismo femenino y la importancia de las metamorfosis del puesto de la mujer en la historia del arte, sin olvidar las relaciones íntimas entre mujeres y hombres. Baste recordar las relaciones entre Picasso, Dora Maar y Remedios Varo con Benjamin Péret, su primer marido, que participó activamente en la Columna Durruti, en el frente de Aragón.

Víctima de Picasso, en cierta medida, la obra personal de Dora Maar sufrió de esas relación, quizá. A caballo entre Anglés, Gerona, Barcelona, París y México, Remedios Varo realizó una obra excepcional, donde la pintura surrealista se enriquece con la tradición literaria y el grafismo más libre y menos convencional. Su paso por el Grupo Logicofobista dio a la vanguardia catalana una dimensión cosmopolita particular. Su destierro y consagración final, en México, iluminaron la profunda dimensión cosmopolita del surrealismo nacido en París en un barrio prostibulario. La exposición insiste en todo momento en esa naturaleza universal del movimiento, nacido con la aspiración de cambiar la vida y modificar el rumbo de la historia del arte.

A primeros de año, una gran exposición, en Bruselas, subrayó la trayectoria belga del movimiento surrealista. Baste recordar a Magritte. Giorgio de Chirico permitiría recordar la historia del surrealismo italiano. ¿Como olvidar a los surrealismos alemán, estadounidense o mexicano, entre otros muchos surrealismos? La exposición del Centro Pompidou recuerda la importancia del surrealismo pictórico y cinematográfico español, a través de Buñuel, Dalí y Joan Miró.

La exposición termina planteando esta pregunta: «¿Cuando murió el surrealismo?» Oficialmente, los comisarios tienen tendencia a pensar que la defunción del movimiento puede fecharse el 4 de octubre de 1969, cuando Jean Schuster, amigo de Benjamin Péret y ejecutor testamentario de André Breton, publicó en el vespertino ‘Le Monde’ el anunció de la «disolución definitiva» del movimiento.

Un año antes de morir, Luis Buñuel nos dejó un testimonio capital en su obra ‘Mon Dernier soupir’ (1983) que, tratándose de un patriarca esencial en la historia del cine y el surrealismo, creo que merece ser citado en extenso: «Durante la guerra, veía con frecuencia a Breton en Nueva York y, después, en París. Fuimos buenos amigos hasta el fin. A pesar de los premios que se me han concedido en diversos festivales, él nunca me amenazó con excomulgarme. Incluso me confesó que ‘Viridiana’ le había hecho llorar. ‘El ángel exterminador’, por el contrario, le defraudó un poco, no sé por qué. Hacia 1955, me encontré con él en París, un día en que los dos íbamos a casa de Ionesco. Como era un poco temprano, fuimos a tomar una copa. Le pregunté por qué habían expulsado a Max Ernst, culpable de haber obtenido el gran premio de la Bienal de Venecia.

-¿Qué quiere que le diga, amigo mío? -me respondió-. Nos separamos de Dalí porque se convirtió en un miserable comerciante. Ahora lo mismo le ha ocurrido a Max.

Queda en silencio un momento, y luego añade -y yo veo en su rostro una pena profunda, auténtica-:

-Es triste tener que reconocerlo, mi querido Luis, pero el escándalo ya no existe.

Yo estaba en París cuando murió Breton y fui al cementerio. Para no ser reconocido, para no tener que hablar con personas a las que hacía cuarenta años que no veía, me disfracé un poco, con un sombrero y unas gafas y me quedé a un lado.

Fue un acto rápido y silencioso. Luego, cada cual se fue por su lado. Siento que nadie dijera unas palabras junto a su tumba, como una especie de adiós».

Fuente: https://www.abc.es/cultura/arte/murio-surrealismo-20240831184054-nt.html

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