El gobernador, de 60 años, ofrece unas grandes dotes de comunicador y apoyos del ala progresista
Macarena Vidal Liy / El País
Fumata blanca. La candidata presidencial demócrata, Kamala Harris, ha seleccionado al gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su “número dos” en la carrera hacia la Casa Blanca, según han informado varios medios estadounidenses. Ambos presentarán su candidatura en público esta misma tarde en un mitin en Filadelfia (Pensilvania), la primera etapa de una gira por siete estados en cinco días.
La selección de Walz, actual presidente de la asociación de gobernadores demócratas y de inclinaciones progresistas, es la decisión más importante que Harris ha tomado hasta el momento como flamante candidata presidencial —la votación para confirmarla en el puesto terminó este lunes—, y una cuyas consecuencias podrían arrastrarse durante años, en caso de ganar en los comicios de noviembre. Y que apunta a cuáles van a ser sus prioridades de campaña.
Durante días, los distintos grupos de poder dentro del partido presionaron, en privado y en ocasiones muy en público, para promover a sus favoritos. Los sindicatos, los grupos progresistas y muchos legisladores que colaboraron con él durante sus doce años como congresista, a favor del gobernador de Minnesota. Otros alineados con posiciones centristas, a favor del de Pensilvania; Josh Shapiro, el otro finalista.
En su apuesta por Walz, Harris ha primado las dotes de comunicación, la identificación con el público común y corriente y las buenas relaciones en el Congreso de Estados Unidos del gobernador de Minnesota, de 60 años y antiguo profesor de instituto. El gobernador, hasta hace apenas dos semanas casi un perfecto desconocido para el público general fuera de su Estado, ha saltado a la fama en las últimas dos semanas como un representante de la campaña ubicuo en los medios, caracterizado por su manera directa de expresarse. Suyo es el calificativo de “raros” que se ha generalizado entre los demócratas para caracterizar a sus rivales republicanos, los candidatos Donald Trump y JD Vance.
Al candidato finalista, Josh Shapiro, de 51 años y considerado una de las grandes estrellas emergentes de su partido, lo avalaba su impresionante historial de logros, su carisma y el poder arañar votos en su Estado, que los demócratas necesitan ganar a toda costa para imponerse en la carrera por la Casa Blanca. Pero las críticas de los grupos progresistas hacia las posiciones proisralíes de este judío practicante acabaron inclinando la balanza del lado de Walz, considerado la opción menos proclive a generar divisiones internas.
Todo el proceso se ha desarrollado necesariamente a toda prisa. En condiciones normales, la selección de un “número dos” para una fórmula presidencial es algo que lleva meses de análisis, conversaciones y de minuciosa investigación de los detalles más nimios de las cuentas bancarias, el historial de vida y los pensamientos de los candidatos. Es una “colonoscopia (política) practicada con un telescopio”, según lo ha descrito el exgobernador de Indiana Evan Bayh, el aspirante que Barack Obama descartó en favor de Joe Biden en 2008.
Pero las de la campaña de Harris no son condiciones normales. La vicepresidenta recogió el testigo de Joe Biden cuando el presidente renunció a la reelección hace dos semanas, y este es todo el tiempo que ha tenido para pasar revista a sus opciones de pareja política.
Una decena de personas figuraba en las listas iniciales. Media docena de ellas pasaron por el tamiz, tras la renuncia pública de dos de los más barajados, la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer y el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper. Un equipo de abogados liderado por el ex secretario de Justicia Eric Holder se encargó a contrarreloj de examinar la documentación aportada por la media docena de finalistas: además de Walz y Shapiro, el senador por Arizona Mark Kelly; el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, y los gobernadores de Kentucky e Illinois, Andy Beshear y JB Pritzker, respectivamente.
Los abogados entregaron sus informes a la vicepresidenta el viernes. Harris, que en los últimos meses ha viajado continuamente por todo el país para participar en actos electorales, tenía su agenda cerrada, sin actos. Dedicó el fin de semana a estudiar con cuidado esos informes en su residencia oficial en el Observatorio de Washington. También recibió allí en persona y por separado a tres de los aspirantes: Shapiro, Walz y Kelly. No se ha confirmado si entrevistó de manera virtual a alguno de los otros tres finalistas.
Harris había dejado saber que esas entrevistas supondrían un factor fundamental en su decisión. No solo quería un compañero de fórmula que le ayudase a ganar las elecciones. También que pudiera haber química política entre ellos.
El mismo domingo, el senador por Arizona, antiguo astronauta y veterano de guerra, parecía descartarse de la lista. En un mensaje en la red social X, la antigua Twitter, que borró poco después, declaraba que a partir de ahora se concentraría en trabajar por los residentes de su Estado. Sus portavoces se limitaron a indicar que había borrado el texto porque “estaba dando lugar a equívocos”.
El lunes, Harris continuó sus consultas con sus asesores durante la mañana, antes de cambiar de registro para participar en una sesión del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, junto al presidente Biden, para abordar los últimos acontecimientos en Oriente Próximo.
El interés en conocer el ganador de la selección desató el lunes todo tipo de conjeturas, hasta el punto de que la campaña de Harris tuvo que salir al paso para atajar el rumor de que ya se había tomado una decisión. “Entendemos la emoción y el interés que hay, pero ¡la vicepresidenta Harris aún no se ha decidido por una opción sobre su compañero de equipo!”, publicaba el portavoz Kevin Muñoz en la red social X.
Harris y Walz se darán un baño de masas en las próximas horas en el pabellón deportivo Liacouras, de la Universidad de Temple, en Filadelfia. La gira que comienzan, que les llevará en los próximos días por los Estados bisagra clave -Wisconsin, Michigan, Carolina del Norte, Georgia, Arizona y Nevada- para mantener el entusiasmo entre sus votantes y generar un nuevo impulso entre los indecisos de esos Estados. La idea es que ese entusiasmo se encadene con el que pueda generar la convención del Partido Demócrata en Chicago, que se inaugurará el próximo día 19, y deje a la campaña con el viento de cara entre el público y en las encuestas de cara al tramo final de la carrera, los meses de septiembre y octubre.