Divulgador incansable, dirige el Instituto Cardiovascular del hospital Monte Sinaí de Nueva York y, llevado por su profundo amor a su país, lidera el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III, de Madrid. Por todo ello ha sido galardonado con el Premio XLSemanal a la Ciencia y la Innovación.
MARÍA DE LA PEÑA FERNÁNDEZ-NESPRAL | FOTOGRAFÍA: DANIEL MÉNDEZ / XSemanal
Cumple el año que viene 81 años y lleva más de 40 al frente del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai Medical Center de Nueva York. Es el cardiólogo español por excelencia. El impacto de sus contribuciones a la medicina le ha valido los máximos reconocimientos. E incluso el prestigioso hospital neoyorquino ha rebautizado su área de cardiología con su nombre: Mount Sinai Fuster Heart Hospital. Nos recibe en su despacho del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), en Madrid, que dirige. Son las doce de la mañana. Acaba de aterrizar en la capital, esta tarde recibe un premio en Ginebra y regresa de vuelta a Nueva York. Así, una semana tras otra. «La vida es motivación», afirma. Tiene el motor en marcha porque, «mientras funcione intelectual y físicamente, estoy en contra de la jubilación», reconoce. «Mi sueño –concluye– es dar a la sociedad».Incombustible a los 81. Valentín Fuster posa para XLSemanal en el CNIC, en Madrid. El cardiólogo dirige la institución, a la que acude cada semana desde Nueva York.
XLSemanal. Tras una vida dedicada a la investigación, ahora parece centrado en la divulgación. ¿Es lo más importante en este momento para usted?
V.F. Es fundamental. A mí ahora lo que más me interesa es educar. Y lo primero de todo es cuidarse. Cuando uno está estable consigo mismo es cuando puedes hacer algo por la sociedad.
XL. Creo que está terminando su octavo libro.
V.F. Sí, es sobre la resiliencia. Sobre la importancia de esforzarse. Va dirigido a la gente joven.
XL. Hoy parece que la cultura del esfuerzo está en horas bajas.
V.F. Ese es el gran problema y por eso es importante transmitir a la gente joven que hay que luchar, en los momentos buenos y en los malos. Es un libro basado en mis experiencias, pero no es una biografía.
XL. ¿Cómo logró usted llegar a esa estabilidad personal de la que hablaba?
V.F. De entrada, uno tiene que ser realista. De lo contrario, entras en una depresión brutal. Utilizo una palabra que no es apetecible, pero que es una realidad: todos somos sobrevivientes. La vida es dura. Lo importante es cómo se maneja. Uno ha de saber que todo lo que nos pasa a cada uno de nosotros es universal; todos pasamos por situaciones que no nos gustan y es cuestión de estar preparado. La madurez personal, la resiliencia, es ir a contracorriente, luchando para que las olas no te venzan. Para ello se necesita entereza física, entereza mental y una cierta actitud.
«Hay un marcador para saber la calidad de vida que es la estabilidad personal, si estás motivado para emprender cosas nuevas»
XL. De ahí su fórmula de las cuatro tes.
V.F. Es mi fórmula personal. Yo me paro quince minutos cada día a pensar (‘tiempo’ para reflexionar); hay momentos en los que haces algo o ambicionas algo que no es parte de tu talento (‘talento’ para descubrir), y eso te provoca una frustración terrible; y existe una reacción muy normal, que es criticar a todo el mundo, que debes evitar (‘transmitir’ positividad); y la última te es la ‘tutoría’.
XL. ¿Quiénes son sus tutores?
V.F. No puedo decir nombres, pero tengo dos o tres personas que me guían, a las que pido ayuda. Gente joven y otros menos. Personas que me siguen muy de cerca y tienen la misión de decirme que pare cuando empiezo a decir cosas que no tienen sentido. Y paro, absolutamente. Cien por cien.
XL. ¿Qué tienen en común sus tutores?
V.F. Es gente que vive el presente. Personas con experiencia que te pueden guiar, que están muy al día. No hay edad, pero tienen que estar en el mundo presente. Esa figura es importantísima y debe ser empática, que quiera ayudar.
XL. ¿Es optimista?
V.F. Lo soy porque estoy haciendo lo que debo. El optimismo no viene de lo que veo o por dónde va el mundo. Una cosa es ser optimista a nivel personal y otra cosa es ir con precaución ante el mundo que tenemos alrededor. Son dos cosas distintas.Del tenis a la medicina. De niño soñaba con ser tenista, pero conoció a un médico que lo animó a seguir sus pasos. No se equivocó. Ahora, el doctor Fuster ha recibido los máximos galardones de las cuatro principales organizaciones internacionales de cardiología.
XL. Un mundo complejo y de enorme incertidumbre.
V.F. Sí, mi optimismo está basado en una realidad, que aceptas, y es que la vida es dura. Es un principio básico. Y aún más dura para otra gente que no ha tenido mi suerte.
XL. Lo que usted hace viniendo todas las semanas a Madrid es motivar a la gente joven, a los investigadores.
V.F. No le quepa ninguna duda. ¿Usted cree que, si no, llegaría esta mañana en avión y volvería a Nueva York por la tarde? Dar fuerza, motivación y entusiasmo es algo que se puede hacer. Por eso vengo; de lo contrario, me quedaría en casa.
XL. ¿Esto lo hubiera hecho hace veinte o treinta años?
V.F. No lo sé. Sí puedo decir que llevo más de 14 años haciéndolo porque es ahora cuando tengo la estabilidad necesaria para hacer esta locura.
XL. ¿Cómo ve a la gente joven?
V.F. Ahora estamos en una sociedad muy compleja. La gente joven ha cambiado muchísimo. Tengo experiencia con estudiantes de Medicina desde hace cincuenta años y hay un cambio muy importante. Dicen que ahora lo tienen muy difícil. Pero siempre ha sido difícil. Para mí, la clave es la sociedad de consumo: están acostumbrados a tenerlo todo.
«No creo que haya ninguna persona que quiera destruir el mundo, pero puede haber errores técnicos. Estamos en un mundo vulnerable»
XL. ¿Cómo define la calidad de vida? Creo que fue una pregunta que le hizo uno de los jóvenes con los que se reúne.
V.F. Hay un marcador para conocer la calidad de vida que es esa estabilidad personal: si estás motivado para emprender cosas nuevas.
XL. Lo que se traduce de sus palabras es que cambiar no es fácil.
V.F. Es muy difícil. Se hace a través de lo que llamamos ‘sostenibilidad’, que significa intervenir continuamente. Lo he visto en proyectos que hemos hecho con niños para transmitirles desde pequeños que la salud es una prioridad. Con los años, lo aprendido se desdibuja, pero, si esos proyectos se repiten en el tiempo, a los diez o quince años el efecto es exponencial. Ha de ser continuo.
XL. ¿Y a nosotros, los adultos?
V.F. Esto se aplica también al adulto. Tenemos programas que hacemos con terapias de grupo. Personas obesas que se juntan con fumadores y se ayudan unos a otros. Es fantástico, pero al cabo de dos años hay que repetirlo. La reeducación es fundamental.
XL. La educación y la motivación son claves para la sociedad del futuro.
V.F. Transmitir que podemos hacer un mundo mejor y no la locura que estamos viviendo. En parte, por culpa de la tecnología. No creo que haya un elemento humano que quiera destruir el mundo, pero puede haber errores, ya sean tácticos, técnicos y humanos. Estamos en un mundo vulnerable.Enorme impacto. Sus contribuciones a la medicina cardiovascular han tenido un enorme impacto global, una labor reconocida en 1996 con el Premio Príncipe de Asturias. En la imagen, don Felipe entrega en 2013 a Fuster otro importante galardón: el Camino Real, que reconoce a quienes potencian la positiva imagen de España en Estados Unidos.
XL. Quiere decir que la tecnología puede ser muy peligrosa…
V.F. Sí, cualquier cosa puede pasar por un error técnico. Los satélites que comunican al mundo. Si esa comunicación se… Pero no quiero entrar en problemas. Soy optimista.
XL. Lo entrevistamos vía telemática hace cuatro años durante la pandemia. ¿Qué está pasando? ¿Qué explicación les podríamos dar a los que han muerto repentinamente estando sanos por trombos o infartos?
V.F. La covid fue una experiencia difícil. No ha sido algo que ha pasado y se haya acabado.
XL. ¿Se habla poco de las enfermedades poscovid?
V.F. Sobre todo de los aspectos psicológicos en gente joven por estar encerrados. También hay aspectos neurobiológicos, neurovegetativos, que son reales, de alteraciones del sistema nervioso, y tenemos muchos pacientes así. Sí que ha dejado una huella.
XL. ¿Cuáles son los síntomas de estas alteraciones?
V.F. Tenemos dos sistemas nerviosos, el simpático y el parasimpático, que están integrados. Lo que pasa con alguna gente después de sufrir la covid es que esos dos sistemas se desacoplan. Baja la presión arterial, hay taquicardias, palpitaciones… También hay alteraciones del sistema funcional: la fatiga, la falta de energía, mareos. Todo está relacionado y es un síndrome muy complejo y frecuente en el seguimiento de la covid.
XL. ¿Ha afectado también a la memoria?
V.F. Sí, es posible, pero prefiero no entrar en esto.
XL. ¿Tiene que ver con habernos sobrevacunado en esa emergencia?
V.F. Hay que tener mucho cuidado porque el problema de la sociedad actual es que se cree que se sabe todo y conocemos muy poco. No podemos hacer aserciones que nada tienen de verdadero. La humildad es fundamental; más que intentar dar explicaciones superficiales.
«Tengo dos o tres personas que me guían y a quienes pido ayuda. Su misión es decirme que pare cuando empiezo a decir cosas que no tienen sentido. Y paro. Cien por cien»
XL. Uno de los efectos de la covid, como ha mencionado, han sido las enfermedades mentales. El año pasado le entregamos el Premio XLSemanal a la Fundación de Alicia Koplowitz por su labor en ayuda de la salud mental de niños y adolescentes.
V.F. Gran persona. Ella es única. Somos muy amigos. La ayudé a desarrollar su fundación. Es una persona de gran calibre a la que no se ha escuchado y no se le ha dado lo que ella realmente se merecía.
XL. ¿Qué recomienda?
V.F. Tenemos que ser una sociedad mucho más reflexiva. El problema hoy es que uno llega a su casa, pone la televisión y luego se va a dormir. Hay que empezar a moverse, no dejarse llevar. Tenemos que enseñar a la gente a reflexionar.
XL. En sus libros, dentro de las recomendaciones que hace está la dieta.
V.F. Más que hablar de dieta, el problema de la sociedad actual es que se come demasiado. Y la gente no le está dando importancia. La calidad es importante, pero has de empezar por comer menos. La gente come mucho y a destiempo.
XL. La salud va mucho más allá de una dieta, quiere decir.
V.F. Sí. Lo primero es conocer tu cuerpo, cómo funciona; segundo, la actividad física; tercero, la nutrición; y, cuarto, cómo controlas las emociones. Aumentar tu autoestima para que puedas tomar buenas decisiones cuando estés cerca de las drogas y el alcohol. Esto es lo que enseñamos a niños de 3 a 6 años. Si te quedas simplemente en qué comer y qué no comer, no vas a ningún sitio.
XL. Se trata de una visión total.
V.F. Eso es. Hay que mirarlo todo y decidir. ¿Es mi salud una prioridad en mi vida? Ese es el punto básico y todo lo demás cae por su peso. No tiene que ver con dietas.
XL. La mortalidad cardiovascular está aumentando. ¿Cómo se explica?
V.F. Ha bajado gracias a la tecnología, las unidades intensivas, los desfibriladores, la cirugía, pero en Estados Unidos empieza a aumentar por culpa de la obesidad y la diabetes. Es la gran paradoja de la sociedad de consumo.
«La madurez personal, la resiliencia, es ir a contracorriente luchando para que la ola no te venza»
XL. La parte humana del médico. ¿Cómo se blinda frente a la tecnológica?
V.F. Tienes que pararte a pensar quién eres y adónde vas. Si no, te va a devorar lo tecnológico o la inteligencia artificial. Para ser humano, has de meditar qué quieres en la vida y cuál es tu objetivo. No puedes depender como una ruleta de todo lo que tienes alrededor. Por eso es importante conocer tu propio talento, para ir adelante independientemente de todas las tecnologías.
XL. ¿Le puedo preguntar si se va a jubilar?
V.F. Podría decir que me he jubilado de la investigación. Pero estoy en contra de dejar todo tu trabajo mientras funciones intelectual y físicamente.
XL. Tiene un hijo que fabrica bicicletas y también es músico. ¿Cuál sería la mejor manera de enfocar la educación de un hijo?
V.F. Lo primero es aceptar que cada hijo es distinto. No puedes dirigirlos, sino darles oportunidades para que desarrollen su propio talento. Creo que lo he hecho lo mejor que he podido. Mi hijo es músico y mi hija es arquitecta; una de mis nietas quiere ser médica y la otra, cantante. Vamos a lo mismo, dar fuerza al talento. Yo lo he asumido y lo he ejecutado.
XL. De todas las aportaciones que ha hecho, tanto científicas como humanas, ¿de cuál se siente más satisfecho?
V.F. La formación de gente joven. No tengo ninguna duda. He formado a 200 personas en la VF Society (The Valentin Fuster Society). Esto es lo más importante para mí. He logrado algo que tiene sustancia, formar a la gente joven.
XL. ¿Cómo se mira a sí mismo, a ese chico que se fue a Estados Unidos con una beca cuando nadie se iba?
V.F. La vida es motivación. Si haces una buena labor y te lo dicen, estarás motivado. Esto es lo que pasa en Estados Unidos. Tengo 81 años y ando por ahí como un motor. ¿Por qué? Porque la gente me dice que lo que estoy haciendo funciona. La motivación viene con los resultados. Has de luchar.
XL. ¿Eso lo da un país como Estados Unidos?
V.F. Es un país duro, no es fácil desde el punto de vista profesional, médico. Pero te da la oportunidad de ir adelante independientemente de la edad, del género, de lo que sea. El país tiene muchos problemas, pero esta es una razón por la que me quedé.
XL. ¿No volverá a España?
V.F. No. Mi casa está en Nueva York.
XL. ¿Cuál es su sueño?
V.F. Dar a la sociedad.