Por José Ojeda Bustamante / @ojedapepe
Hace algún tiempo analizamos cómo los partidos políticos se coaligan y generan alianzas. En esta ocasión, centraremos nuestra mirada en la coalición «Fuerza y Corazón por México,» conformada por el PRI, PAN y PRD, y presentada en el pasado proceso electoral del 2 de junio, donde obtuvieron un total de 16 millones 502 mil 449 votos (27.45%), contra los 6 millones 304 mil 501 votos de Movimiento Ciudadano (10.32%) y los casi 36 millones de sufragios para Morena y sus aliados (59.75%). En estas elecciones, participaron más de 59 millones de mexicanos mayores de 18 años, representando más del 60% del padrón electoral.
Recientemente, esta alianza acudió a las urnas. Conforme a los resultados obtenidos el 2 de junio, vamos a analizar su efectividad y contundencia.
Permítanme recuperar una palabra utilizada en biología para denominar a microorganismos de consistencia endeble que se alimentan de proyecciones temporales llamadas falsos pies: las amebas o ameboides. El PRI, PAN y PRD parecen tener una alianza y proyecto con una consistencia ameboide, cimentada en «falsos pies», sin una espina dorsal que logre mantenerla y darle cohesión más allá de la mera coyuntura.
Como en toda alianza, su conformación permite vislumbrar ganadores y perdedores. El término «PRIAN» ya era conocido y de uso común, popularizado por el actual presidente para referirse a ese sector del PRI y del PAN con una vertiente más inclinada al libre mercado y a la reducción de la presencia del Estado en la vida pública. Estos partidos, en diversas coyunturas, han compartido múltiples iniciativas y alianzas.
El nuevo actor en esta díada inicial ha sido el PRD, que, después de ser despojado de su figura como el partido principal de la izquierda mexicana debido al ascenso meteórico de MORENA, hoy se encuentra en una posición claramente relegada. El resultado catastrófico del PRD en las elecciones del 2 de junio, con apenas un 1.8% de la votación cuando necesitaba al menos el 3% para mantener su registro nacional, evidencia su declive.
En este contexto, el PRD se enfrenta a la necesidad de buscar una nueva identidad en el espectro ideológico electoral, una búsqueda que aún no queda clara y que, por el momento, lo ha llevado a una alianza coyuntural en la «Fuerza y Corazón por México».
Dentro de esta alianza, el PRI ha intentado tímidamente jugar a la socialdemocracia con ideas de corte liberal, buscando un ancla en los ideales revolucionarios que le dieron origen. Mientras tanto, el PAN se mantiene como un partido liberal favorable al libre mercado, aunque ya sin la pureza que le representaba no haber sido gobierno.
El PRD, sin embargo, es el partido que menos coherencia muestra en esta coalición, ya que, de manera natural, su papel debería estar del lado del actual gobierno de izquierda. En este sentido, el PAN parece ser la columna vertebral de este amorfo proyecto, si es que existe tal columna.
¿Hay solución? Sí, pero considerando dos momentos. Pensemos en las luces cortas y las luces largas al manejar. Las luces cortas nos permiten visualizar lo que ya tenemos enfrente y actuar en consecuencia, mientras que las luces largas nos brindan una visión de mayor alcance. Ambas son necesarias y complementarias.
Desde un enfoque de luces cortas, la prueba de fuego de esta fueron los resultados electorales del 2 de junio, donde la alianza obtuvo un poco menos del 28%. Si la alianza no es rentable electoralmente a nivel federal y local, esto implica que, después de más de 4 años juntos, los incentivos para dar continuidad a la misma son negativos o contraproducentes ¿O alguien tiene un argumento positivo que sostenga la alianza?
Tocaría entonces a las luces largas. El segundo momento es restablecer la agenda que como coalición apuntaba su proyecto. La columna vertebral e ideológica que le dio sentido a la alianza se ha desvanecido de manera tímida. Se ha intentado establecer una pauta para que, juntos como partidos, sigan siendo un bloque opositor al presidente en el Congreso. ¿O regresarán y revivirán los esquemas de mercantilización legislativa y el pragmatismo de los diputados y sus bloques partidistas? Seguramente sus militantes y dirigencias se preguntan: «¿Dónde quedó el piloto?», la realidad es que hay un retroceso en lo local, en lo legislativo y sobre todo en la percepción ciudadana, que sin lugar a duda no se identifica con el proyecto opositor al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Es ciertamente un esfuerzo caduco y de consistencia ameboide, ya que no es posible definirse solo en virtud del contrario. ¿Dónde se encuentra entonces la identidad propia? Tocaría entonces la oportunidad de redefinir un programa coherente y serio que ponga a la coalición y al partido frente a la ciudadanía de manera novedosa e interesante para los electores. De lo contrario, solo seguirá pareciendo una alianza forzada y encorsetada, destinada nuevamente al fracaso, y las luces largas terminarán apagándose de manera inminente.